Movimiento Cívico-Militar CONDOR

Malvinas

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Yulin Whitehead - Mayor USAF

La Información como Arma: Realidad vs Promesas

“No podemos esperar que el enemigo nos complazca planificando sus guerras para que se adapten a nuestras armas; nosotros debemos planificar el empleo de nuestras armas para desarrollar la guerra dónde, cuándo y cómo el enemigo elija”

Vicealmirante Charles Turner Joy (1895-1956)
“Los instrumentos de combate son valiosos sólo si se sabe cómo utilizarlos”.
Ardant du Picq, Battle Studies

EXISTEN muchos puntos de vista respecto a lo que efectivamente constituye la guerra de información (IW). Las diferencias en la interpretación son comprensibles dadas las sutiles (y a veces no tan sutiles) variaciones en las definiciones de IW. Además, los numerosos términos usados como substitutos de IW contribuyen para las diferentes maneras de ver el tema. Las diferencias en interpretación se han traducido en una explosión virtual de literatura escrita por autores con sus propias definiciones de IW.

La literatura puede ser agrupada en dos amplias categorías, según el tratamiento temático que los autores le den a la IW. La primera categoría involucra un concepto que discute la IW en términos de la noción más tradicional del uso de la “guerra de información” para apoyar la toma de decisiones y operaciones de combate. En esta categoría no se pronuncian frente a la interrogante de si la información es un arma y, por lo tanto, es inapropiada para este artículo.

Por otro lado, la segunda categoría presenta un enfoque totalmente distinto, en el cual se provee evidencia directa para apoyar o refutar la pregunta de si la información es un arma. Los autores enmarcados en esta categoría coinciden en considerar la “información como un arma” en la guerra.

El Dr. George J. Stein, profesor de la Escuela de Guerra Aérea de la Fuerza Aérea de los EEUU, también ve una clara separación entre usar “información en la guerra” y usar “información como un arma” o lo que él denomina guerra de información o ataque de información.[1] El cree que existe una diferencia significativa entre ambas categorías. Específicamente, explica la guerra de información en la guerra como todos aquellos artículos y exposiciones que comienzan con

“La información siempre ha sido central para la guerra...” y luego continúan señalando que “nuestro nuevo sistema de computación proveerá información directamente al combatiente” de modo que él pueda “dominar la información en el campo de batalla”

Y así demostrar el dominio de nuestra Fuerza en el área de IW, confundir la información en la guerra con la guerra de información. El que esté digitando una cabina de mando o digitando el campo de batalla, eso no es IW.[2]

El documento de la Fuerza Aérea de los EEUU, Cornerstones of Information Warfare, hace una distinción similar, haciendo notar la diferencia entre guerra en la era de información y guerra de información. En el documento se explica la primera como

“la utilización de la tecnología de información como una herramienta para impartir nuestras operaciones de combate con economías de tiempo y fuerza sin precedente,”[3]

Tales como misiles de crucero explorando tecnologías de la era de información para colocar una bomba en su objetivo. La guerra de información, sin embargo,

“visualiza la información misma como un reino separado, arma potente y objetivo lucrativo”[4]

Y se adecua a la categoría de utilizar la información como un arma.

Utilizando esta tipología, parece que muchos de aquellos que sostenían que la Operación Tormenta del Desierto fue una guerra de información están en realidad describiendo el uso de la guerra de información o de la guerra en la Era de la Información.[5] Por ejemplo, Alan D. Campen, ex-Subsecretario de Defensa para políticas, establece que

“esta guerra fue fundamentalmente diferente de cualquier conflicto previo [y] el resultado dependió tanto del manejo superior del conocimiento, como del desempeño de personas o armas.”[6]

Más aún, utilizando esta definición, él y otros discuten que la Operación Tormenta del Desierto no fue sólo una guerra de información, sino que fue la primera en la historia. Este argumento tiene poca credibilidad porque no fue la primera vez que una fuerza armada dejó de lograr la victoria debido a falta de conocimiento. [7]

Las categorizaciones de la Fuerza Aérea estadounidense del Dr. Stein respecto al uso de “la información como un arma” y “la información en la guerra” proveen un método lógico para separar los dos temas principales de la literatura sobre la guerra de información.

Sin embargo, no es el intento de la autora discutir los méritos o fallas de sus delineaciones.

Más bien, este artículo usa aquellos escritos que profesan el uso de información como un arma en lugar de aquellos que se jactan del uso eficaz da la información en la guerra en apoyo a las operaciones de combate, ya que en última instancia no es relevante a la pregunta de si la información es un arma.

El arma de información

Identificar la literatura que defiende la información como un arma es bastante elemental. Los autores generalmente declaran sus creencias con afirmaciones tan definitivas como que

“El electrón es el definitivo armamento guiado de precisión;”[8]
“La información es tanto un objetivo como un arma;”[9]
“Bien puede llegar el día cuando una mayor cantidad de soldados lleve computadoras que armas;”[10]
“Los EEUU podrán pronto hacer la guerra con mouse, teclado y virus de computadora;”[11]
“La información puede ser el arma más temible en el emergente campo de batalla tecnológico;”[12]
“La nueva arma más potente de los EE.UU., sin embargo, no es una bomba, sino un foco de unos y ceros electrónicos;”[13] y “En la Guerra de Información el armamento de la Era de Información reemplazará a las bombas y balas.”[14]

Ciertamente ésta no es una lista amplia de escritos relacionados con la guerra de información que proclaman la información como un arma, pero representa una vasta sección de ideas que aparecen en publicaciones que van desde documentos oficiales del gobierno a libros más populares y revistas destinadas a atraer al lector promedio.

Después que uno pasa las etapas de logro de atención de las declaraciones enérgicas que proclaman la información como un arma y un objetivo, emerge un tema significativo. Específicamente, los defensores del “arma de información” creen que

“la guerra de información puede mejorar la proyección del poder disminuyendo la voluntad y capacidad del enemigo de hacer la guerra.”[15]

Vincular el arma de información a las capacidades de combate del enemigo y su voluntad de combatir es significativo porque el pensamiento militar estadounidense ha evolucionado para aceptar que disminuyendo estos dos aspectos de un oponente conducirá nuestras fuerzas propias a la victoria.[16]

El manual de campaña del Ejército de los EEUU sobre guerra de información explica el significado de este vínculo, igualando el arma de información con el propósito del poder de fuego en combate – “la generación de fuerza destructiva contra las capacidades y voluntad de combatir de un enemigo.”[17]

Del mismo modo, la literatura que no se encuentra bajo el control del Departamento de Defensa también expone sobre la capacidad del arma de información para afectar la voluntad y la capacidad del enemigo de hacer la guerra. La diferencia más evidente entre las publicaciones oficiales del Departamento de Defensa y la literatura popular es que esta última no emplea el lenguaje exacto de usar la información para afectar “la voluntad y la capacidad del adversario de hacer la guerra.” Sin embargo, éste es un concepto firmemente establecido que aparece frecuentemente en artículos acerca de Guerra de Información. Por ejemplo, el Coronel Richard Szafranski, oficial en retiro de la Fuerza Aérea y ex-profesor del Air War College que ha escrito extensamente acerca de diversos temas relacionados con las fuerzas armadas, iguala el sometimiento de la voluntad del enemigo a la “guerra neo-cortical,” la cual “lucha por influenciar, aun al punto de regular la conciencia, percepciones y voluntad del liderazgo del adversario: el sistema neo-cortical del enemigo.”[18]

Otros defensores del arma de información tratan específicamente de lo que constituye un “objetivo” o tienden a estar de acuerdo, en principio, con la definición de la Fuerza Aérea. Aunque el último grupo de defensores esté de acuerdo con que el objetivo es información, su descripción del “objetivo de información” puede ser más bien esotérica. Por ejemplo, Stein explica que el

“ataque de información, aunque esté basado en una ‘plataforma’ situada en el universo físico de materia y energía, no es la única contra-plataforma,”

Y él cree que el pensamiento doctrinal debe alejarse de la

“idea de que el ataque de información involucra sólo el uso de computadoras y comunicaciones.”[19]

El incorpora el ciclo “observación--orientación--decisión--acción” (OODA) de John Boyd [20] al definir los objetivos del arma de información. Stein visualiza que los ataques de la guerra de información indirecta afectan el nivel de “observación” del ciclo OODA, donde la información debe ser percibida para que se pueda actuar basado en ella.[21]

Por otro lado, la guerra de información directa corrompe el nivel “orientación” del ciclo OODA, afectando el análisis del adversario que finalmente resulta en la decisión y acción.[22] Así, para él, el arma de información puede o no ser utilizada contra una contra-plataforma. La cuestión principal para Stein es que “la información es tanto el objetivo como el arma: el efecto del arma es error predecible”.[23] El efecto de las armas de “error predecible” resultante del uso del arma de información es una noción increíble porque asume que uno puede predeciblemente inducir los errores que hará el adversario en la “observación” y la “orientación” de la información que finalmente resulte en decisión y acción.

En otro ejemplo, Szafranski, en los términos más generales, parece estar de acuerdo en que el arma de información afecta el objetivo de la información, pero quiere que sus lectores se concentren en la “mente del enemigo” como un todo. Declara que el sistema de objetivos de la guerra de información puede incluir cada elemento en la epistemología de un adversario. Epistemología significa la completa “organización, métodos de estructura y validez del conocimiento.” En términos de personas laicas, significa todo lo que un organismo humano – individuo o grupo – sostiene como verdadero o real, no importando si aquello que se sostiene como verdadero o real fue adquirido como conocimiento o como creencia.[24]

En el constructo de Szafranski,

“la cumbre de la destreza” es emplear la información como arma para “hacer con que el enemigo elija no luchar por medio del ejercicio de una influencia reflexiva, casi un control parasimpático, sobre los productos del neo-córtex del adversario.”[25]

Así, el prototipo del defensor de usar la información como arma postula que el objetivo de esas armas es influenciar la voluntad y la capacidad de un adversario de hacer guerra. Más aún, con la información como arma, su objetivo, en el sentido más simple, es también la información. Una definición más esotérica del objetivo es la mente del enemigo o sus capacidades técnicas y cognitivas de usar la información. Finalmente, el efecto explícitamente declarado y a veces admitido implícitamente del arma es el error predecible. Específicamente, el uso de la información como arma permitirá predecir cómo un enemigo errará en juicio, decisiones y acciones.

La voluntad y la capacidad de combatir del enemigo

Existe escasa evidencia disponible para desarrollar un análisis que considere el efecto del arma de la información sobre “la voluntad y la capacidad de combatir del adversario.” La mayor parte de la literatura tiende a identificar ya sea la “información” o la “capacidad de la mente del enemigo de observar y orientar” como objetivos del arma de información. Lamentablemente, estos dos conceptos pueden encerrar todos los objetivos o son tan esotéricos que es difícil identificar objetivos específicos. El resto de esta parte del análisis considera primero el objetivo de la “información” y luego aborda el objetivo de la “capacidad de la mente del enemigo de observar y orientar.”

Parece ser que la Fuerza Aérea de los EE.UU. ha reconocido la dificultad de identificar objetivos de información específicos y ha intentado tratar el tema a través de su folleto Cornerstones of Information Warfare y de borradores de documentos doctrinales. Por ejemplo, la Fuerza Aérea ha declarado que

“La guerra de información es cualquier ataque contra una función de información sin importar el medio.”[26] Por lo tanto, “bombardear una dependencia de tableros telefónicos es guerra de información. También lo es la destrucción del software que esa dependencia usa.”[27]

Tipos similares de objetivos pueden entonces incluir elementos del sistema integrado de defensa aérea (IADS). Al definir el objetivo de información, la Fuerza Aérea estadounidense está tratando de focalizar la guerra de información como

“un medio, no un fin, precisamente la misma manera que la guerra aérea es un medio, no un fin.”[28]

Sin embargo, una consecuencia no intencional puede resultar de esta definición abrangente de objetivo: si la guerra de información abarca casi cualquier objetivo, entonces el concepto llega a ser meramente una nueva etiqueta para las operaciones militares tradicionales (tales como operaciones psicológicas, medidas de decepción, destrucción física, etc.) que las fuerzas armadas han conducido por miles de años.

¿Los ataques del arma de información contra las comunicaciones y dependencias de control, los IADS del enemigo y sus computadores disminuyen efectivamente la voluntad y la capacidad de combatir del adversario? Bueno, sí y no. Ciertamente, los elementos de “destrucción pesada” de las funciones de información del enemigo o los de “destrucción suave”, a través de la introducción de virus y bombas lógicas dentro de los sistemas computacionales del enemigo afectarían su capacidad de combatir. La “destrucción pesada” resulta de la destrucción física de los sistemas de información e interconexiones, mientras que la “destrucción suave” pone las pantallas del computador en “blanco” o causa que los sistemas presenten despliegues errados.

Dado que el arma de información podría afectar la capacidad de combatir del enemigo, ¿será capaz también de afectar su voluntad de combatir? Aunque el operador de terminal de computador enemigo pueda sentir frustraciones y aún la disminución de su moral debido a la insatisfacción de las demandas de los líderes por información que no está disponible, la voluntad de combatir de este último puede o no ser afectada. En otras palabras, ¿en que medida “cegar” los líderes enemigos afectará su voluntad de combatir? ¿Efectivamente se rendirían, o las operaciones cegadoras de los Estados Unidos de hecho fracasarían y forzarían a los líderes adversarios al pánico y a recurrir al uso de armas de destrucción masiva? Por ejemplo, Rusia adoptó una doctrina militar en noviembre de 1993 que indicaba la creencia que, durante un conflicto Este-Oeste, un ataque al sistema de alarma anticipada de fuerzas nucleares estratégicas es posible.[29] En tal situación, los rusos pueden suponer lo peor en la invasión de su territorio por fuerzas militares extranjeras. Con sus sensores cegados y sistemas de comando y control destruidos por armas de información, los líderes rusos pueden no ser capaces de obtener información y pueden recurrir a cualquier medio necesario para proteger su país. En esencia, estarán “ciegos,” pero sus armas nucleares estratégicas aún estarán intactas y operativas. ¿Cómo puede el defensor del arma de información estar seguro de que Rusia no empleará las armas nucleares?

En vez de sólo contemplar si el arma de información afectará la voluntad de combatir del enemigo, uno debería preguntarse ¿cómo reaccionarían los líderes militares de los Estados Unidos si un adversario cegara los sistemas de comando y control amigos? ¿Perderían los líderes militares la voluntad de combatir si sus computadores se apagaran? La voluntad de combatir es un objetivo esquivo y es difícil determinar si el arma de información es capaz de afectarlo. Ciertamente, otros factores tales como objetivos políticos y la pregunta de si el enemigo está comba-tiendo para su propia sobre-vivencia o para objetivos más limitados ciertamente deberían hacer parte de la ecuación de voluntad de combatir.

A pesar del valor de la “voluntad,” algunos defensores del arma de información, basados en el punto de vista acerca del enemigo como un sistema, del Coronel John Warden, argumentan que la relación entre la voluntad (moral) y la capacidad de combatir (físico) puede ser expresada en la siguiente ecuación:[30]

(Físico) x (Moral) = Resultado

Específicamente, creen que un arma no necesita afectar tanto la voluntad y la capacidad de combatir para colocar al enemigo en tal condición que ya no pueda continuar en el combate.

De hecho, el Coronel Warden declara que la parte física de la ecuación es un objetivo más fácil que la moral; por lo tanto, las fuerzas estadounidenses deberían centrarse en lo físico. El asegura:

“si el lado físico de la ecuación puede ser llevado a cerca de cero, la mejor moral del mundo no va a producir un alto número en el lado del resultado de la ecuación.”[31]

Clausewitz advirtió contra este tipo de reduccionismo al escribir:

“si la teoría de guerra no hiciera nada más que recordarnos de estos elementos, demostrar la necesidad de tener en cuenta y dar total valor a las cualidades morales, expandiría sus horizontes, y simplemente al establecer este punto de vista condenaría por adelantado a cualquiera que buscara basar un análisis solamente en los factores materiales.”[32]

De hecho, numerosos casos históricos apoyan la advertencia de Clausewitz de no subestimar la importancia de la moral o de la voluntad de combatir. Uno de los ejemplos más claros para los EEUU sigue siendo la Guerra de Vietnam, durante los años 60 y comienzos de los años 70.

A pesar de los esfuerzos de las Fuerzas Armadas de los EEUU en destruir los recursos materiales de los comunistas vietnamitas y reducir significativamente el movimiento de sus líneas de comunicación a lo largo del Camino de Ho Chi Minh, los comunistas conservaron su voluntad de combatir.[33]

Finalmente, fue su enorme voluntad de combatir y – se puede argumentar – la falta de voluntad de combatir de los EE.UU. que permitió que Vietnam del Norte derrotara a los EEUU y al régimen de Saigón.[34]

Sin embargo, defensores de la eficacia del arma de información utilizan las acciones de “guerra de información” en la Operación Tormenta del Desierto para mostrar que la destrucción de la capacidad de combatir (físico) afectó la voluntad de combatir (moral):

Las fuerzas de la coalición pasaron los primeros días de la Operación Tormenta del Desierto arrancando los ojos de Iraq, interrumpiendo sus comunicaciones telefónicas, antenas repetidoras de microondas, nódulos de fibra óptica y puentes sosteniendo cables de comunicaciones coaxiales. Con los ataques a los centros de comando militar de Hussein, la coalición cortó las comunicaciones entre los líderes militares iraquíes y sus tropas. Con su visión del campo de batalla – el conocimiento de la situación del campo de batalla – obstruida por la neblina, los iraquíes estaban paralizados.[35]

Se nota en el citado ejemplo la ausencia de la explicación de que después de la supuesta “parálisis” de los iraquíes, las fuerzas de la coalición desplegadas llevaron a efecto una guerra aérea y terrestre en Iraq. La combinación del ataque de las fuerzas aéreas de la coalición, que bombardearon objetivos iraquíes desde el 17 de enero al 2 de marzo de 1991, con el ataque terrestre de la coalición, que comenzó el 24 de febrero de 1991,[36] finalmente obligó a que Iraq aceptara todos los términos de la resolución de cese de fuego de las Naciones Unidas.[37] En otras palabras, los esfuerzos para cegar y paralizar a los iraquíes, aunque impresionantes e importantes, no disminuyeron por sí mismos su capacidad o voluntad de combatir. Más bien, los esfuerzos cegadores hicieron a los iraquíes más vulnerables a los ataques y operaciones militares convencionales de la coalición.

El ejemplo referido a la Operación Tormenta del Desierto, además de ser un argumento reduccionista que deformó la naturaleza y las causas de los éxitos de los EEUU y de la coalición militar contra las fuerzas iraquíes, también ignoró otras realidades. Primero, varios analistas de la Operación Tormenta del Desierto sospecharon que después que las fuerzas de coalición destruyeron los más avanzados sistemas de telecomunicaciones de Saddam Hussein (satélites, microondas y sistemas de cable), el continuó impartiendo órdenes de lanzamiento a sus baterías de misiles Scud vía mensajero.[38] Segundo, el a menudo simplista método descrito acerca de la facilidad con la cual los EEUU desbarataron las redes de comando de Iraq puede haber sido exagerado.[39] Específicamente, mientras el poder aéreo de la coalición redujo significativamente la capacidad de enlace comunicacional entre Bagdad y su ejército de campaña en el teatro de operaciones de Kuwait, Bagdad mantuvo conexión suficiente para ordenar una retirada desde Kuwait, lo que incluyó algunos despliegues para proteger la retirada. Por lo tanto, la ambiciosa esperanza de que bombardear objetivos de comunicaciones, comando y control y del liderazgo conducirían al derrocamiento del régimen de Iraq y cortaría completamente las comunicaciones entre el liderazgo, en Bagdad, y sus fuerzas militares, “claramente no fue concretada.”[40]

Tercero, las fuerzas iraquíes, los Guardias Republicanos, no obstante, estaban mal entrenados y motivados y carecían de una sólida moral para afrontar cualquier ataque de información de la coalición. Por lo tanto, no fue el efecto del arma de información, exclusivamente, el que debilitó la voluntad de lucha del enemigo.

Hay otros ejemplos de fuerzas militares que continuaron combatiendo después de haber sido aislados de sus cuarteles generales cuando sus comunicaciones se volvieron inoperables. Durante la campaña de Normandía, en 1944, las fuerzas alemanas a menudo combatieron en situaciones de control de emisiones o de silencio de radio. Aún, su entrenamiento eficaz, su sólido liderazgo táctico y doctrina, y adhesión a Aufstragtaktik, u órdenes de misión, les permitió, por casi dos meses, combatir los Aliados numéricamente superiores hasta paralizarlos, antes que el desgaste finalmente acabó su eficacia.[41]

Quizás aquellos que defienden el uso del arma de información contra el segundo tipo de objetivo de información, “la capacidad de la mente del enemigo de observar y orientar,” dan más importancia al factor moral que al físico. Los defensores del ataque a este tipo de objetivo de información han acuñado esta forma de guerra de información como “manejo de la percepción,”[42] “manejo de la orientación,”[43] o “guerra neo-cortical.”[44]

Mientras que estos términos podrían implicar algunos “nuevos” tipos de guerra, en realidad son términos meramente amorfos para lo que había sido tradicionalmente llamado operaciones psicológicas, propaganda y decepción militar. Con el propósito de discusión, este artículo emplea este tipo de arma de información como manejo de la percepción.

La misma pregunta formulada acerca de la información como objetivo también se aplica al segundo objetivo de información, la mente del enemigo. La pregunta clave es si la guerra de información necesariamente reducirá la capacidad mental y voluntad de resistir. Mientras lo cierto es que el manejo de la percepción puede engañar, sorprender, aumentar la neblina y fricción del enemigo, y aún afectar la moral o su voluntad de combatir, probablemente no producirá un “error predecible,” como lo supone el Dr. Stein.[45] El concepto de producir un “error predecible” implica que uno puede predeciblemente inducir errores ventajosos en las acciones y toma de decisiones del adversario. En esencia, supone que el comportamiento y las reacciones humanas son totalmente predecibles y pueden ser precisamente manipuladas. Este concepto ignora la filosofía de Clausewitz acerca de la impredecibilidad de los seres humanos y la guerra, como es ilustrado a través del siguiente silogismo:

Si A € B (Si los seres humanos no se comportan de acuerdo as las leyes)
Y C = A (Y la guerra es un evento humano)
Por lo tanto, C € B (Por lo tanto, la guerra no sigue las leyes)

No sólo el concepto “error predecible” ignora la teoría de Clausewitz concerniente a la naturaleza humana y a la guerra, sino que también parece desafiar el sentido común. Por ejemplo, ¿es realmente posible predecir las acciones, intenciones y la racionalización del proceso de toma de decisiones de tales mentes disparatadas como las de Adolfo Hitler, Joseph Stalin, Ho Chi Minh, Ayatollah Ruhollah Jomeini, Muhamar el Gaddafi, Saddam Hussein, Mohamed Aidid y Kim Jong Il? Hitler pensó que podría lograr un resultado predecible cuando diseñó el plan de la Operación Barbarossa y “creyó nada menos que la Unión Soviética podría ser derrotada en cuatro meses.”[46] Aún, en abril de 1945, los tanques soviéticos entraron en Berlín, casi cuatro años después que las fuerzas alemanas invadieron la Unión Soviética en mayo de 1941. Un “error predecible” puede ser extremadamente difícil de predecir, mucho menos de inducir.

Del mismo modo, el manejo de la percepción tendrá probablemente un impacto mínimo sobre la capacidad de combatir del enemigo, a menos que, por supuesto, el “ataque de información” engañe al enemigo concerniente a la disposición y ubicación de las fuerzas amigas. Como una ilustración, el plan de decepción de los Aliados en la II Guerra Mundial, la Operación Fortitude, contribuyó a las ideas de Adolfo Hitler sobre la ubicación de la inminente invasión de Francia. Consecuentemente, las fuerzas aliadas invasoras en Normandía no enfrentaron al grueso de las tropas alemanas en Francia y Bélgica que resguardaban el Paso de Calais en la línea costera de Bélgica y Holanda.[47]

Algo más incómodo es el punto de vista de muchos de estos defensores que creen que es posible usar el arma de manejo de la percepción para hacer blanco en la mente del enemigo con “el objetivo de someter la voluntad hostil sin combatir.”[48]

No están de acuerdo al punto de vista de que este tipo de ataque debiera suplementar y mejorar formas más convencionales de guerra. Nuevamente, la literatura es parca en términos de especificar sobre cómo el manejo de la percepción “someterá la voluntad hostil.” Pero no le faltan promesas de acabar con una guerra antes que comience. Un ejemplo sobre cómo este tipo de ataque se pudiera concentrar en la voluntad hostil fue propuesto por Thomas Czerwinski, profesor de la Escuela de Guerra de Información y Estrategia en la Universidad de Defensa Nacional.

“¿Qué pasaría si tomaras la imagen de Saddam Hussein, la alteraras y la proyectaras hacia Iraq mostrándolo proclamando dudas sobre su propio Partido Baath?”

Aunque no sea posible declarar con absoluta certeza las reacciones del Partido Baath, Saddam Hussein, o la comunidad mundial, es poco probable que tales ataques de manejo de la percepción someterá completamente la voluntad hostil del enemigo. Aquellos que predicen que es posible someter la voluntad del enemigo con el manejo de la percepción parecen suponer, como en este ejemplo, que los líderes enemigos no tendrán interacciones con sus seguidores.

Los líderes civiles y militares han utilizado el manejo de la percepción, o propaganda, a lo largo de la historia de la guerra. La diferencia, actualmente, es lograda por la llegada del microprocesador, el cual permite a otro medio, el espacio cibernético, para que las fuerzas amigas propaguen el mensaje de manejo de la percepción al enemigo. Desafortunadamente, la propaganda ha sido, en el mejor de los casos, de utilidad limitada. Es poco realista elevar su estatura por sobre la de un papel suplementario en la guerra.

Es inconcebible esperar que sólo el manejo de la percepción someta a la voluntad de lucha hostil, especialmente cuando la historia ha demostrado lo contrario. La idea de que el manejo de la percepción ocultará al enemigo en la “neblina” y “fricción” y subsecuentemente someterá su moral, supone que el enemigo reaccionará exactamente como lo espera el plan de propaganda. Esta suposición desconoce las experiencias históricas. Por ejemplo, durante la II Guerra Mundial, las Fuerzas Armadas de los EE.UU., habiendo casi destruido la capacidad de combate de Japón, se centraron en la voluntad de las personas a través de panfletos esparcidos y en los bombardeos de ciudades con poblaciones sobre cien mil habitantes, junto con el lanzamiento de dos bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki. A pesar de la muerte y la destrucción horrorosa, los comandantes militares japoneses rehusaron rendirse y los japoneses estaban desesperados luego de oír el decreto de su Emperador de rendirse.[49] ¿Cuán realista, entonces, es la visión de los defensores del arma de información, de que los enemigos se rendirán a través de ataques de información enfocados hacia la mente del enemigo o su sistema “neo-cortical?”¿Dejará de combatir el enemigo porque los Estados Unidos, a través de ataques de manejo de la percepción, le dice que se detenga? Lamentablemente, puede que el enemigo no sea siempre tan cooperador.

El arma de información: use con cuidado

Al analizar si la información es un arma, este artículo examinó la capacidad de la información misma como objetivo de “información” y “la capacidad de la mente del enemigo de observar y orientar” con el propósito de destruir la voluntad y la capacidad de combatir del enemigo. Los resultados indicaron que aunque la información pueda ser considerada un arma, es un arma que debe ser utilizada con cuidado. Los exponentes más entusiastas del arma de información tienden a sobrestimar su capacidad de disminuir la capacidad y voluntad de combatir del enemigo.

La información no es una “bala de plata” tecnológica, capaz de someter al enemigo sin combate. A diferencia de otras armas más convencionales, los efectos del arma de información no son necesariamente predecibles porque a menudo ella selecciona como blanco la mente y las emociones humanas. Así, al utilizar el arma de información, uno no debe confiar solamente en su uso para alcanzar el éxito. Más bien, el estratega debe, prudentemente, usar el arma de información para complementar las armas de guerra más tradicionales o como un precursor de ataques y operaciones convencionales.

Aunque este artículo haya respondido la pregunta que se propuso investigar, otros factores han surgido en el curso del presente análisis. Las demandas extremas de la guerra de información, mismo cuando se emplea el arma de información en la línea visualizada por sus defensores, son particularmente poco convincentes y aun irresponsables. Los más entusiastas defensores de la guerra de información describen la información como un arma de bajo costo con un alto rendimiento, un método para eliminar la neblina y fricción de la guerra para las fuerzas amigas aún ocultar al enemigo en la misma, y una herramienta que permite el logro de victorias rápidas e incruentas.

Respecto a la primera característica, un arma de bajo costo y alto rendimiento, el costo dependerá del arma específica de información misma. Ciertamente, el introducir un virus o bomba lógica en un sistema computacional puede ser una opción de bajo costo relativo, mientras que la destrucción física del IADS del enemigo probablemente aumentará los costos significativamente. La exigencia de un alto rendimiento es también discutible. Como se analizó previamente, “los errores predecibles” pueden ser extremadamente difíciles de anticipar e inducir ya que el arma de información a menudo enfoca en las reacciones y emociones humanas.

En un mundo ideal, la “neblina” y la “fricción” serían eliminadas en las fuerzas amigas y aún maximizadas en contra del enemigo. Sin embargo, las armas de información exactas que tienen como objetivo aumentar “la neblina de la incertidumbre” del enemigo pueden conducir a consecuencias totalmente no previsibles que son inconsistentes con el propósito original del arma. Lo que es peor, el efecto de orden superior puede probar ser en realidad contraproducente en relación a la intención y al objetivo iniciales. En un complejo sistema de comando y control y jerárquico, la destrucción de conexiones seleccionadas de comunicaciones pueden, en realidad, derivar en un sistema de comando y control más continuo y eficiente. Pueden resultar por lo menos tres consecuencias no supuestas. Primero, el líder adversario, sin los pasos intermedio de comando y control, es ahora capaz de enviar sus órdenes directamente a los escalones más bajos. Por ejemplo, durante la Operación Tormenta del Desierto, después que las fuerzas de la coalición destruyeron las capacidades de telecomunicaciones más avanzadas de Saddam Hussein, él continuó impartiendo órdenes directas de lanzamiento a sus baterías de misiles Scud por medio de mensajeros.[50] Segundo, si la conexión de las comunicaciones es cortada, los escalones más bajos, probablemente, operarán de manera autónoma. Aunque les falte el cuadro situacional completo del campo de batalla que normalmente los escalones superiores proveerían, los escalones más bajos se benefician por no tener que esperar que las órdenes de lanzamiento fluyan de los superiores. Tercero, la destrucción o degradación de los sistemas de comando y control del enemigo puede negarles a las fuerzas amigas la capacidad de reunir comunicaciones y señales enemigos vitales. Así, el uso del arma de información puede, en realidad, simplificar operaciones adversarias y aumentar la neblina y fricción de las fuerzas amigas, ya que nuestros recursos para obtener estos datos no serán capaces de obtenerlos en los sistemas de emisión electrónica del enemigo.

Quizás la demanda más inquietante sea aquella de la capacidad del arma de información de obtener victorias rápidas y sin derrame de sangre y su visión extrema de prevenir una guerra antes que empiece. Mientras que el arma de información pueda ser capaz de prevenir el derramamiento de sangre en un número limitado de escenarios, esperar que finalice una guerra antes de que el primer tiro sea disparado es especulación pura. Una consecuencia más realista resultante de la utilización del arma de información sería un enemigo degradado, al cual le falte conocimiento situacional total del campo de batalla porque los líderes están cegados y no se pueden comunicar con las tropas en el campo. Hay una falta de evidencia histórica en apoyo a la idea de que un enemigo cegado simplemente se rendiría sin combatir. Por el contrario, la historia muestra fuerzas militares aisladas de los cuarteles generales superiores continuando combatiendo. Como se mencionó previamente, las Fuerzas Armadas alemanas, durante la II Guerra Mundial, enfatizaron el Aufstragtaktik, que se apoyaba en la dirección general superior combinada con la iniciativa del escalón inferior.[51] Esta filosofía dio como resultado que las fuerzas alemanas combatieron bajo silencio de radio, sin dirección del escalón superior, tal como ocurrió durante la campaña aliada de Normandía.

El Mayor General Michael V. Hayden, Comandante de la Air Intelligence Agency, lo resumió de mejor forma cuando llamó “fantasiosa la noción de una guerra sin derramamiento de sangre jugada en computadores” y dijo que no veía a los EE.UU. retirando del servicio todo su arsenal de armas nucleares y convencionales en un futuro cercano. Más aún, el declaró: “¿Puedo imaginar un período de tiempo en el cual no tendremos guerra destructiva? No. Pero creo que es fácil imaginarse un tiempo cuando podamos usar la información como una alternativa a la guerra tradicional.” El General Hayden difundió el siguiente incidente para describir el uso del arma de información para ayudar a crear la zona de separación entre las facciones en guerra en Bosnia:

Algunas de las facciones no estaban cumpliendo completamente lo que debían. Pero la Fuerza de Implementación (IFOR) las aguijoneaba, forzaba, adulaba y presionaba para hacerlo. Una de las cosas que hicieron fue tomar clara evidencia [e] información de que no habían cumplido con el tratado. El comandante de la IFOR se volvió hacia el serbio, el croata y el musulmán y les dijo, “Muevan esos tanques.” Sus respuestas fueron “¿Cuáles tanques?” El comandante dijo: “Estos tanques,” señalando la evidencia concreta. “Oh, esos tanques,” exclamaron. Y entonces los tanques fueron movidos. En Bosnia, creo que es justo decirlo, la información es el arma de primera mano. Defender eso crea el potencial de calor, explosión y fragmentación. Pero, en este caso, la información fue utilizada como una alternativa. Logramos un objetivo sin movernos inmediatamente hacia una aproximación destructiva.[52]

Está claro que aunque la información pueda ser usada como un arma, los estrategas deben usarla con cuidado y sentido común. No es un arma de bala de plata. Más bien, el estratega debiera planificar el uso del arma de información en conjunto con las armas más tradicionales y emplearla como un arma precursora para cegar al enemigo antes de ataques y de las operaciones convencionales.

El arsenal militar de los EEUU incluye una variedad de armas, y el estratega debe asegurar su uso más eficaz en guerras futuras. La estrategia del futuro, probablemente, incluirá el uso del arma de información en conjunto con armas más convencionales. Al desarrollar la planificación, el estratega debe darse cuenta de que el uso del arma de información demandará prudencia y conllevará implicaciones que pueden impactar el empleo del arma. La última sección advierte sobre los cuidados adicionales que un estratega, planificando el uso del arma de información, debe considerar.

Implicaciones

Una característica de las Fuerzas Armadas de los EEUU y su manera de hacer la guerra es su fascinación por la tecnología y la búsqueda, a ella asociada, de la bala de plata de alta tecnología que permitirá rápidas victorias con mínimo de daño colateral.[53] De ahí, no es sorprendente que los extremistas hayan abrazado la guerra de información como el arma mágica que permitirá a las Fuerzas Armadas estadounidenses alcanzar victorias sin derramamiento de sangre y finalizar las guerras antes que la primera bala siquiera haya sido disparada. El uso del arma de información demanda cuidado y su utilización conlleva implicaciones que el estratega debe considerar.

Primero, quizás una razón para el amplio interés en la aplicación de guerra de información es que los EEUU pueden ser los más vulnerables a sus efectos. Como lo explicó el Teniente General Kenneth A. Minihan, Director de la Agencia de Seguridad Nacional,

“La información es al mismo tiempo la ventaja más grande y, dada la dependencia estadounidense de la información, la debilidad más grande de los Estados Unidos.”[54]

Considere la siguiente aseveración:

“Bajo IW el soldado adversario ya no constituye un objetivo mayor. La IW se centrará en impedir que el soldado enemigo se pueda comunicar con su comandante. Sin acción coordinada, una fuerza enemiga se convierte en una multitud difícil de manejar y una batalla pasa a un tema de control de muchedumbre.”[55]

¿Es esto, en realidad, un análisis de la vulnerabilidad de nuestras propias Fuerzas Armadas estadounidenses a la guerra de información? Dado el sistema norteamericano de asignar objetivos específicos a aviones individuales vía orden de operaciones (ATO), la descripción de la vulnerabilidad del enemigo al arma de información puede, en realidad, ser un reflejo respecto al proceso de campaña aérea estadounidense. ¿Podría un arma de información traer el centro de operaciones aéreas (AOC) a un status quo si destruyera computadores dentro del AOC, dejándolo sin capacidades para elaborar y distribuir la ATO a los aviones?

Una segunda implicación está relacionada con la importancia de mantener la presteza de combate estadounidense con fuerzas militares convencionales. Eliot Cohen, destacado autor y profesor en la Universidad Johns Hopkins, advirtió:

“La transformación en un área de los asuntos militares no significa, sin embargo, la irrelevancia de todas las otras. Tal como las armas nucleares no volvieron obsoleto el poder convencional, esta revolución no volverá obsoletos la táctica de guerrilla, el terrorismo o las armas de destrucción masiva.”[56]

Las Fuerzas Armadas de los EEUU deben, por lo tanto, estar en condiciones de combatir enemigos tecnológicamente menos avanzados así como competidores del mismo nivel. La historia está llena de ejemplos de fuerzas armadas técnicamente menos desarrolladas venciendo y derrocando enemigos más “capaces.” El ejemplo más palmario para los EEUU siguen siendo los Vietcong, los cuales fueron capaces de vencer la tecnología con tácticas rudimentarias y una voluntad de sacrificar a sus soldados. Al enfrentar a un adversario tipo Vietcong, ¿pueden los EE.UU., en realidad, derrotar a un enemigo sin recurrir a destrucción pesada, o al menos tener en su lugar el potencial para llevar a cabo tal destrucción?[57]

Una tercera implicación que los líderes civiles y militares deben considerar seria-mente es la legalidad de la guerra de información. Esta pregunta es especialmente importante cuando uno considera los ataques de información “preventivos.” Una característica observada de la guerra de información está relacionada con el uso del arma de información para terminar una guerra antes que se dispare el primer tiro. ¿Cómo reaccionará la comunidad internacional a este tipo de ataque preventivo por los EEUU, una superpotencia, especialmente si es contra una potencia degenerada del Tercer Mundo? ¿Están los EEUU dispuestos a arriesgar un ataque de información que cegaría a un competidor del mismo nivel y arriesgar escalar el conflicto por medio del uso de armas de destrucción masiva? ¿Es un ataque de información un acto de guerra?

Más aún, el uso del manejo de la percepción, especialmente uno que altere la imagen del líder enemigo que le diga a su gente que se rinda, es comparable a falsificar la rendición con el uso de la tradicional bandera blanca. Esta y otras acciones pueden violar el

“principio de caballerosidad que consigna el uso de engaños, tanto ardiles permisibles y perfidias impermisibles y traición.”[58]

Obviamente, las consecuencias potenciales del uso del arma de información son nuevas y en evolución, y las implicaciones de la guerra de información crean muchos temas que no tienen un claro precedente legal.[59]

Conclusión

El arma de información puede ser una herramienta eficaz para suplementar el arsenal militar de armas más tradicionales. Más aún, su uso como precursor puede mejorar los ataques y operaciones convencionales contra un enemigo cegado y degradado, así disminuyendo la eficacia de la defensa del enemigo y su capacidad de contraataques. Sin embargo, los EE.UU. no debieran considerar el arma de información como una “bala de plata” que someterá completamente la voluntad y la capacidad de combatir del enemigo. Más aún, los estrategas deben restringirse de suponer en forma poco crítica que el arma de información es capaz de terminar guerras antes de que la primera bala sea disparada.

Los líderes civiles y militares de los EEUU deberían esforzarse por entender por qué la guerra de información parece tan atractiva, para que la dirección doctrinal realista y útil pueda ser desarrollada para su utilización e incorporación a la total estrategia de combate. Las consecuencias de no llevar a cabo este auto-examen podría resultar en que las fuerzas armadas prometieran demasiado, muy rápido.


[1] Dr. George J. Stein, Director, Núcleo de Estudios de Seguridad Internacional y profesor de Estudios Europeos en el Air War College, Maxwell AFB, Alabama, entrevistado por la autora, el 9 de octubre de 1966. 
[2] Dr. George J. Stein, “Information Attack: Information Warfare in 2025,” en 2025 White Papers: Power and Influence, vol. 3, bk. 1 (Maxwell AFB, Ala.: Air University Press, noviembre de 1996), 98.
[3] USAF, Cornerstones of Information Warfare (Washington, D.C.: Department of the Air Force, 1995), 2.
[4] Ibid.
[5] Después da la Operación Tormenta del Desierto, varios connotados autores sostuvieron que la Operación Tormenta del Desierto fue “la primera guerra de información.” Entre ellos es posible destacar a Alan D. Campen, ed., The First Information War (Fairfax, Va.: AFCEA International Press, ocutbre de 1992); y Alvin Toffler y Heidi Toffler, War and AntiWar: Survival at the Dawn of the 21st Century (New York: Little, Brown & Co., 1993).
[6] 6. Campen, vii. Otros ejemplos incluyen Toffler y Toffler, 69. Los Toffler determinaron que la Guerra del Golfo representó una “nueva forma de guerra.” Ellos aseguraron que “está teniendo lugar una revolución que coloca el conocimiento, en varias formas, en el centro del poder militar.” Tres analistas de la RAND aseguraron que la “Tormenta del Desierto representó la primera “guerra de información” moderna, en que cada aspecto de las operaciones militares dependió hasta cierto grado de la información provista por muchos sistemas que operaban en varios medios y en todos los escalones.” James A. Winnefeld, Preston Niblack, y Dana J. Johnson, A League of Airmen: US Airpower in the Gulf War (Santa Mónica, Calif.: RAND, 1994), 182 y 219.
[7] Coronel Edward C. Mann III, Thunder and Lightning: Desert Storm and the Airpower Debates (Maxwell AFB, Ala.: Air University Press, abril de 1995), 146.
[8] Citado en Jon T. Correll, “Warfare in the Information Age” (editorial), Air Force Magazine 79, no. 12 (diciembre de 1996): 3. John M. Deutch, ex-Director de la Central Intelligence (DCI), testificó el 25 de junio de 1996, ante el Comité de Asuntos Gubernamentales del Senado de los EE.UU., respecto al tema “Programas y Capacidades de la Guerra de Información Extranjera.” Deutch había acumulado cargos como DCI y Director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). El National Security Act, de 1947, designa el DCI como el consejero principal del Presidente y del National Security Council en inteligencia extranjera. 
[9] Cornerstones of Information Warfare, 23; y Stein, “Information Attack,”105.
[10] Toffler y Toffler, 71.
[11] Douglas Waller Washington, “Onward Cyber Soldier,” Time, 21 de agosto de 1995, n.p.; on-line, Internet, 26 de janeiro de 1997, disponible en http://pathfinder.com/@@LL1c6QYAspdOHaCM/time/magazine/domestic/1995/95021
[12] Peter Grier, “Information Warfare,” Air Force Magazine 78, no. 3 (marzo de 1995): 34.
[13] Richard J. Newman, “Warfare 2020,” U.S. News and World Report 121, no. 5 (5 de agosto de 1996): 35.
[14] Winn Schwartau, Information Warfare: Chaos on the Electronic Superhighway (New York: Thunder’s Mouth Press, 1994), 15.
[15] 15. US Air Force Doctrine Document (AFDD) 1, “Air Force Basic Doctrine,” 21 de mayo de 1996 (segundo borrador), 9.
[16] 16. Carl von Clausewitz, On War, ed. y trans. Michael Howard and Peter Paret (Princeton, N.J.: Princeton University Press, 1976), 90. El concepto de vencer la voluntad y la capacidad del adversario de hacer guerra puede ser encontrado desde los escritos de Carl von Clausewitz, cuando el definía tres grandes objetivos de guerra “que entre ellos cubren todo: las fuerzas armadas, el país, y la voluntad del enemigo.”
[18] Coronel Richard Szafranski, “Neocortical Warfare? The Acme of Skill.” Military Review, noviembre de 1994, 42.
[19] Stein, “Information Attack,” 114.
[20] John R. Boyd, “A Discourse on Winning and Losing,” diapositivas de instrucción, Air War College , Maxwell AFB, Ala. , agosto de 1987. El ciclo “observación-orientación-decisión-acción” (OODA) está basado en el concepto de que “cada individuo opera un ciclo OODA, que es único en rapidez y precisión. 
[21] Stein, “Information Attack,” 114. Stein explicó que en “muchos casos, la IW indirecta será de plataforma a plataforma. Por ejemplo: la guerra electrónica ofensiva y defensiva, bloqueo electrónico u otros sistemas de interferencia, y operaciones psicológicas vía sistemas sucesores del Comando Solo. 
[23] Ibid.
[24] Coronel Richard Szafranski, “A Theory of Information Warfare: Peparing for 2020,” Airpower Journal 9, no. 1 (Spring 1995): 60.
[25] Ibid., 44.
[26] Cornerstones of Information Warfare, 4.
[27] Ibid.
[28] Ibid.

[29] Sumner Benson, “How New the New Russia? Deep-Strike Weapons and Str ate gic Stability.” Orbis, Fall 1996, 509.
[30] Coronel John A. Warden III, “The Enemy as a System,” Airpower Journal 9, no. 1 (Spring 1995): 43.
[31] Ibid.
[32] Clausewitz, 184.
[33] Eduard Mark, Aerial Interdiction: Air Power and the Land Battle in Three American Wars (Washington, D.C.: Center for Air Force History, 1994), 663. Mark explica que “la única ventaja más grande de los comunistas al resistir la interdicción, aparte de sus bajos requisitos logísticos, fue que generalmente estaban libres para dar combate o evitarlo a la voluntad.”
[34] Earl H. Tilford Jr., “The Prolongation of the United States in Vietnam ,” en Prolonged Wars: A Postnuclear Challenge, ed. Dr. Karl P. Magyar y Dr. Constantine P. Danopoulos (Maxwell AFB, Ala.: Air University Press, 1994), 371 y 389. Tilford proclama que “Hanoi ganó la Guerra de Vietnam.” Explica que Vietnam del Norte y las fuerzas vietcongs mantuvieron su voluntad de combatir.
[35] TSgt Pat McKeena, “Info Warriors: Battling for Data Dominance in the Fifth Dimension,” Airman Magazine, septiembre de 1997, disponible en http:// www.af.mil/pa/airman/0996/info.htm
[36] Thomas A. Keaney y Eliot A. Cohen, Revolution in the Persian Gulf ? Air Power in the Persian Gulf (Annapolis, Md.: Naval Institute Press, 1995), 236-37.
[37] James P. Coyne, Airpower in the Gulf (Arlington, Va.: Aerospace Education Foundation, 1992), 190.
[38] Michael R. Gordon y General Bernard E. Trainor, The Generals’ War: Inside Story of the Conflict in the Gulf (Boston, Mass.: Little, Brown and Co., 1995), 246-48; y Stephen K. Black, “Information Warfare in the PostCold War World” (trabajo presentado al Matthew Ridgway Center for International Security Studies, University of Pittsburgh, 1966, como parte del Air Force Fellow Program), 16.
[39] John R. Levine and Carol Baroudi, The Internet for Dummies, 2d ed. (San M ate o, Calif.: IDG Books Worldwide, Inc., 1994), 12. Los autores preguntan: ¿Puede realmente Internet resistir a un ataque?” Y responden: “Pareciera que sí. 
[40] Keaney and Cohen, 60.
[41] Coronel Trevor N. Dupuy, A Genius for War (Fairfax, Va.: Hero Books, 1984), 4. También R. L. DiNardo y Daniel J. Hughes, “Some Cautionary Thoughts on Information Warfare,” Airpower Journal 9, no. 4 (Winter 1995): 76.
[42] Roger C. Molander, Andrew S. Riddle, and Peter A. Wilson, Strategic Information Warfare: A New Face of War (Santa Mónica, Calif.: RAND, 1996), 2223. Manejo de la percepción es “manipular la información, que es fundamental para las percepciones.
[43] Stein, “Information Attack,” 91, 114. El Dr. Stein declara: “Un ataque de información no es tanto manejo de la percepción pero manejo de la orientación. La información es tanto el arma como el objetivo; el efecto del arma es error predecible.”
[44] Szafranski, 45.
[45] Stein, “Information Attack,” 91, 114.
[46] Richard Overy, Why the Allies Won (New York: W. W. Norton & Co., 1995), 13.
[47] Ibid., 151.
[48] Szafranski, 42.
[49] Thomas B. Allen y Norman Polmar, Code Name Downfall: The Secret Plan to Invade Japan and Why Truman Dropped the Bomb (New York: Simon & Schuster, 1995), 25889.
[50] Gordon and Trainor, 24648. También, Black, 16.
[51] Depuy, 4. También, DiNardo y Hughes, 76.
[52] McKeena, n.p.
[53] Varios connotados autores han advertido acerca de este fenómeno concerniente a la fascinación por la tecnología de los EE.UU y con la búsqueda de una bala de plata como arma que permita una rápida victoria con el mínimo daño col ate ral. 
[54] John A. Tirpak, “Shifting Patterns of Air Warfare,” Air Force Magazine 80, no. 4 (abril de 1997): 26
[55] Capitán George A. Crawford, “Information Warfare: New Roles for Information Systems in Military Operations,” Air Chronicles: n.p.; on-line, http://www.airpower.maxwell.af.mil/airchronicles/cc/crawford.html
[56] Eliot A. Cohen, “Revolution in Warfare,” Foreign Affairs 75, no. 2 (marzo/abril de 1996): 51. Cohen es profesor de estudios estratégicos en la Paul H. Nitze School of Advanced International Studies, Johns Hopkins University .
[57] Frank C. Mahncke, “Information Warriors,” Naval War College Review 47, no. 3 (verano de 1994): 133. Este artículo aparece como crítica a War and Antiwar: Survival at the Dawn of the 21st Century, de los Toffler.
[58] Richard W. Aldrich, “The International Legal Implications of Information Warfare,” INSS Occasional Paper 9 (US Air Force Academy, Colo.: Institute for National Security Studies, abril de 1996), 1 y 16.
[59] Ibid., vii.

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