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Con el objetivo de realizar el proyecto del gasoducto "Torrente Sur", Turquía decidió permitir a Rusia realizar trabajos geológicos en su zona económica exclusiva del mar Negro. Para Ucrania es un clásico "dare il gambetto", el gambito, una zancadilla.
De su decisión el presidente de Turquía Abdullah Gul le informó en una conversación telefónica al presidente de Rusia Dmitri Medvedev. El mismo día 19 de octubre el ministro de economía de Turquía, Tanner Yildiz, declaró en Milano, que había entregado al vice premier ruso Igor Sechin todos los documentos permisivos necesarios para la construcción del gasoducto "Torrente Sur" a través del territorio de Turquía.
De esta manera, a Rusia se le quita la necesidad de tender la parte marítima del gasoducto a través de la zona económica ucraniana del mar Negro. La parte marítima del "Torrente Sur", con la cual se planea unir la estación de compresores Beregovaya en los suburbios de Novorossiysk (Rusia) con Varna (Bulgaria), tiene que bombear para los años 2013-2015 a Europa hasta 63 mil millones de metros cúbicos de gas ruso. La falta del consentimiento ucraniano para el uso de su zona del mar Negro para el tendido del tubo, prácticamente convertía este proyecto en una quimera. Ahora, después del "gambito turco", todo cambiará, ya que el gasoducto "Torrente Sur" ha recibido un chance real para su realización.
En definitiva, esta decisión de Turquía no es algo inesperado. Aún en agosto de este año los primeros ministros, Vladimir Putin y Redjep Erdogán, firmaron el acurdo respectivo en Ancará.
Turquía aceptó la realización del "Torrente Sur" a cambio de la participación de Rusia en la construcción del gasoducto Samsun-Djeihan, que unirá las costas del mar Negro y el Mediterráneo de Turquía. Lo que le permitirá a Turquía descargar los estrechos de Bósforo y Dardanelli, recargados por los petroleros, sin perder con eso las ganancias del tránsito.
Rusia está demostrando evidentemente la disponibilidad de ver en Turquía su principal aliado en la región del mar Negro. Tanto político, como económico. Por un lado, Turquía le atrae a Rusia como un socio potencial en la realización del control sobre la región caucasiana. Y por el otro, Turquía logra hacer lo que todavía no le resulta en Europa. La prensa turca informó, que "Gazprom" ruso adquirió ya el 71 por ciento de las acciones de la "Bosphorus Gas Corporation A.S." turca. La compañía es pequeña (el 3 por ciento en el mercado gasífero de Turquía), pero tiene que convertirse en la estructura principal de "Gazprom" para el trabajo en el mercado de Turquía, incluso durante la privatización de las redes distribuidoras de gas del país.
Aquí se vislumbra el comienzo del trabajo de la solución de la tarea bastante ambiciosa: después de la suficiente adquisición de la influencia en el mercado gasífero de Turquía convertir este país en el principal hab (centro distribuidor) gasífero mundial. Probablemente, para contrariar al Baumgarten austriaco.
Lo que ya le permitirá a la propia Turquía para recibir palancas adicionales de influencia sobre la Unión Europea, a donde Ancará ya está golpeando infructuosamente durante varios decenios. Sobre todo, teniendo en cuenta, que a través de Turquía se planea también el tendido del gasoducto "Nabucco", llamado a reducir la dependencia de Europa del gas ruso. En otras palabras, la dependencia energética de Europa de Rusia tiene un chance de adquirir rasgos de dependencia de Turquía.
Al tiempo, que para Rusia Turquía es atrayente también como un contrapeso de los países europeos, participantes del proyecto "Torrente Sur". Los últimos evidentemente no quieren ir al encuentro de Rusia y tratan de jugar su juego.
El 5 de julio de este año en Bulgaria en las elecciones parlamentarias ganó el partido "GERB" (Ciudadanos por el desarrollo europeo de Bulgaria). El nuevo premier del país Boico Borisov declaró en seguida sobre la suspensión de la participación del país en el "Torrente Sur". Evidentemente, bajo la presión de los cabilderos del proyecto "Nabucco", EEUU y la Unión Europea. Aunque no da la impresión, que "el motín búlgaro" es para un rato largo. Ya que apenas los búlgaros alcanzaron motivar su negativa, de su deseo de tomar parte en el proyecto "Torrente Sur" declaró en seguida Rumanía.
Pero es la geopolítica. Ya que concretamente para Ucrania los acuerdos ruso-turcos significan una pérdida tanto del enorme dinero, como también del estatus de un país de tránsito energético intercontinental (euroasiático). Este estatus se convierte "en nada", y he aquí por qué.
La potencia del sistema de transporte del gas ucraniano (STG) "en la salida hacia Europa" constituye 175 mil millones de metros cúbicos, lo que teóricamente puede asegurar toda la exportación gasífera rusa al exterior europeo lejano. El último año antes de la crisis de 2007 constituyó 153,67 mil millones de metros cúbicos, el 75 por ciento de los cuales (115 mil millones) iban a través de los gasoductos ucranianos.
Mientras que el STG ucraniano podría asegurar tales suministros incluso en el futuro indefinido. Ya que después de las cumbres ruso-chinas y del acuerdo sobre el comienzo de los suministros rusos del gas a China, evidentemente hay que esperar la reducción de los suministros en la dirección occidental.
La puesta en funcionamiento del "Torrente Sur" (después del consentimiento de Turquía es sólo la cuestión del tiempo) puede reducir los volúmenes de tránsito del gas a través de Ucrania más que en doble. Y es una pérdida, como mínimo, de un mil millones y medio de dólares de las ganancias del tránsito al año.
Además, si Rusia realiza otro de sus ambiciosos planes gasíferos, del "Torrente Norte" (desde Víborg en Rusia hasta Greifswald en Alemania, 55 mil millones de metros cúbicos al año), entonces para el STG ucraniano no le queda casi nada.
O, mejor dicho, quedará sólo el gas turco. Ya que Turquía ocupa el cuarto lugar según el consumo del gas ruso (después de Italia, Alemania y Ucrania). En 2008 Rusia exportaba para allá 23,9 mil millones de metros cúbicos. Es precisamente este gas que se va a suministrar en los próximos años a través de Ucrania ("en la dirección occidental"). Por lo menos, así se pusieron de acuerdo Putin y Erdogán el 16 de abril en Sochi. Allí ellos declararon de la prolongación del acuerdo Básico sobre los suministros del gas en la dirección occidental, firmado en 1986.
Qué es? Una sonrisa de la política o el castigo del Dios por una dirección tonta del país? El estado, que es ahora el principal país euroasiático del tránsito de los recursos energéticos, va a suministrar estos recursos energéticos al país, que sustituirá Ucrania en este estatus. Y qué, están contentos?
A juzgar por todo, los planes ruso-turcos es una cosa seria. Por lo menos, el mercado los ha evaluado. Ya el 20 de octubre en la apertura de los mercadeos, los papeles de valor de "Gazprom" se encarecieron casi hasta 200 rublos (+2 por ciento) sobre el fondo de las noticias del "consentimiento turco". Ha sido un aumento mucho más considerable, teniendo en cuenta la dinámica promedia del mercado.
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