Movimiento Cívico-Militar CONDOR

Malvinas

Publicacion

Tiberio Graziani

Geopolítica de Italia Republicana

30.08.2010
UN PAÍS de SOBERANÍA LIMITADA

Hoy día a pesar de su propicia posición geográfica y la morfología peculiar de su tierra, Italia no tiene una doctrina geopolítica propia.

Ésta es una consecuencia de tres razones distintas:

a) el compromiso de Italia dentro de la esfera de influencia de EEUU (el llamado sistema occidental); b) la crisis profunda de la identidad nacional; c) la escasa cultura geopolítica de sus gerentes.

En cuanto al primer punto, no sólo limita la soberanía del estado italiano en varios campos, desde el ejército a los asuntos extranjeros, sólo para nombrar los más importantes que tienen relación con los aspectos geopolíticos, sino también afecta la política doméstica y economía de Italia, las decisiones estratégicas en materias de energía, investigación tecnológica, realización de infraestructuras de gran escala, y, último pero no menor, restringe las medidas políticas contra las asociaciones delictivas.

Hasta ahora la República italiana ha estado siguiendo la regla de oro del "realismo colaborador o cojo", eso es decir que ha dejado la responsabilidad para estar a cargo de su propio destino (1). Tal abdicación que pone a Italia en una condición de "dependencia pasiva" y ata sus opciones estratégicas a "la buena voluntad del Estado subordinante" (2), es una consecuencia del tratado de paz de 1947 o la ambigüedad ideológica de su ley constitucional. Según el último, la soberanía pertenece es más al pueblo que es una entidad socio-económica y cultural cambiable y un poco homogénea, en lugar de a un bien definido asunto político como es el Estado (3).

El segundo elemento invalida uno de los factores fundamentales para la definición de una doctrina geopolítica coherente. La crisis de la identidad italiana es debida a razones complejas que datan atrás a la combinación infructuosa de varias ideologías nacionales (confiando en valores católicos, monárquicos, liberales, socialistas y masónicos) que tuvo el proceso unificador, la construcción del estado italiano y, después del periodo fascista, la instauración del orden republicano real.

Es más, la crisis de identidad nacional también es debida a la no propiamente entendida experiencia del fascismo y al shock de la derrota militar. La retórica romántica del Estado-nación, los mitos de la Nación, y después, aquéllos de la "Resistencia" y la "Liberación" no eran en absoluto favorables a los intereses de Italia que, 150 años después de su unificación, todavía está investigando su propia identidad nacional.

Finalmente, el tercer factor, en parte conectado por razones históricas al anterior, no permite poner el problema de los principios geopolíticos guiando entre prioridades de la agenda nacional. No obstante, un tipo de geopolítica - o mejor, política extranjera basada esencialmente en la posición geográfica - está presente a lo largo de los eventos inconstantes de Italia republicana; consiste con la política extranjera apuntada a los intereses nacionales y se desvía por consiguiente de las indicaciones de EEUU haciendo target en la hegemonía de Washington en la Región mediterránea.

En particular, líderes políticos como Moro, Andreotti, y Craxi, así como los importantes commis d'Etat, como Mattei, enfocaron su atención en los países de Africa del Norte y los países Cercanos Orientales y Medio Orientales, aun cuando sólo dentro de las relaciones de "buena vecindad" y de "co-prosperidad."

Esta actitud estaba totalmente en acuerdo con la posición geográfica de Italia en el Mar Mediterráneo; también era útil para una emancipación potencial, futura y próspera de la Italia democrática del pupilo norteamericano, o al propósito de un papel regional de Roma en el marco de un sistema bipolar rígido. Tal estrategia, apuntó a eso que el argentino Marcelo Gullo estudia la creación de los poderes nacionales y llama "realismo libertador", podría ser capaz, si comprendido, formar una base para la transición de Italia de la condición de "pasividad" a esa de "sumisión activa", una fase, esta última, crítico para la obtención de una cierta calidad de autonomía en el guión internacional.

El fracaso de la política mediterránea no asertiva de la República italiana es debido, no otra cosa que a las intervenciones de los Estados Unidos, a su acción inconstante así como la conducta contrastante y la presión de los grupos de oposición interior más pro-americanos y  pro-sionistas. Sin embargo, siguiendo al derrumbe del sistema bipolar y la llamada primera República, lo anterior mostró iniciativas, apuntado a la obtención de una autonomía limitada de la política extranjera italiana, definitivamente desapareció.

Hoy Italia, siendo un país Euro-mediterráneo sujeto a los intereses de EEUU., se halla en una situación trapacera porque, siendo un miembro de la Unión europea y la OTAN, no sólo padece la tensión entre el EEUU y Rusia que involucra el continente europeo, sobre todo en el área central-oriental (vea la cuestión polaca acerca de la "seguridad", o el problema de energía), pero también sufre las consecuencias de las estrategias políticas de Washington en el Cercano - y Medio-Oriente.

Es más, el sometimiento de Italia a EEUU que - es necesario insistir en este punto - es mostrado claramente por la soberanía limitada del Estado italiano, refuerza la debilidad típica de las regiones de la peninsula (debido a las tensiones entre la parte continental, aun cuando de extensión limitada como en el caso italiano, y esas partes que son propiamente peninsulares e isleñas), aumenta la dispersión de lo centrífugo, haciendo difícil incluso la dirección Estatal básica. La ocupación militar americana - en el contexto de la "Alianza" Atlántico Norte - con más de cien estaciones militares (4), la falta de recursos de energía pertinentes, la debilidad económica, la inestabilidad social causada por la corrosión sin fin del "bienestar", todas estas razones impiden el desarrollo libre de las estrategias geopolíticas italianas a lo largo de las sendas más convenientes que conectan las regiones mediterráneas y las áreas Adriático-Balcánico-Danubiana.

Siempre que Italia esté envuelta en estas direcciones, siempre está en el contexto de los intereses transatlánticos, por consiguiente con la ventaja absoluta de los intereses extra-nacionales y extra-continentales. La oportunidad para Italia de ganar su propio rol geopolítico parece no depender por consiguiente de la voluntad de Roma, sino sobre las consecuencias que la evolución del escenario mundial multipolar induce en el área mediterránea y en la Europa continental. Los grandes cambios geopolíticos en marcha, principalmente determinados por Rusia, posiblemente podría reforzar la función estratégica de Italia en el Mar Mediterráneo, sólo en el concurso de la organización y estabilización del nuevo sistema multi-polar y de la potencial integración Euroasiática.

De hecho debe recordarse que levantar el edificio de este nuevo sistema geopolítico multi-polar pasa, por razones obvias, por un proceso de desunión o reducción del sistema oriental bajo la dirección norte-americana, empezando desde sus regiones periféricas. La masa terrestre Euro-Afro-asiática, la Europa peninsular, la cuenca mediterránea y el arco isleño japonés son representativos de estos últimos.

RUSIA Y TURQUiA: LOS DOS POLOS GEOPOLÍTICOS

Los recientes cambios en el marco geopolítico global produjeron algunos efectos que podrían permitir el "descargo" de la mayoría de los países que pertenecen al llamado sistema Occidental del control del "amigo americano."

Como consecuencia de este nuevo contexto global y según él, Roma posiblemente podría desarrollar una doctrina geopolítica propia. Se conoce bien que la reafirmación de Rusia a nivel global y los roles principales jugados por China y India causó un nuevo equilibrio de relaciones entre los grandes Poderes y puso las bases para un nuevo orden, basado en unidades continentales geopolíticas obtenidas a través de acuerdos estratégicos en lugar de fuerzas armadas. Estos cambios también se manifestaron en la parte sur del hemisferio oriental, anteriormente considerado el patio de EEUU, donde las relaciones entre Brasil, Argentina y Venezuela con los antedichos Poderes Euroasiáticos incitaron la hipótesis de la unidad continental Sur-americana.

Hasta donde el área mediterránea está interesada, el nuevo factor geopolítico más importante está representado por el reciente repunte de Ankara en su política extranjera hacia las regiones Cercano y Medio-orientales. La separación de Ankara de Washington y Tel Aviv podría actuar, en el término medio, como un factor importante en el proceso apuntado al establecimiento de un sistema geopolítico Euroasiático.

De hecho, representa el primer evento real capaz de activar el proceso de desunión (o reducción) del sistema oriental que empieza desde la cuenca mediterránea. Dadas las condiciones reales, si Italia realmente quisiera salir del tutelaje norte-americano, debe montarse sobre un eje en los dos polos geopolíticos representados por Rusia y Turquía. Un acuerdo entre Roma y Ankara en materia de política Cercana-oriental podría darle a Italia la credibilidad que ha sido exhausta por el vasallaje a Washington y que es necesaria para impresionar un giro a la política dañada de larga cooperación adoptada por la Farnesina hacia el Sur-mediterráneo y Países del Cercano Oriente.

Además, tal acuerdo podría dar a Italia y Turquía la posibilidad para re-negociar el papel pesado y poco satisfactorio dentro de la Alianza Atlántica y proponer bases militares para la conversión de OTAN en una estructura militar integrada juzgada para la defensa del área mediterránea e incluyendo por consiguiente todos los países mediterráneos, siguiendo el ejemplo de la Organización para el Tratado en Seguridad Colectiva (OTCS). Para la realización de esta simplificada "estrategia de salida" de las obligaciones con EEUU, Roma no sólo debe encontrar partidarios fuertes en Ankara, sino también en Trípoli, Damasco, Teherán y, obviamente, en Moscú.

Es más, Moscú ciertamente sostendría la salida de Roma de la órbita norte-americana y apoyaría su proyección geopolítica natural hacia las áreas Adriático-Balcánico-Danubio. Por supuesto, todos lo que pasarían en base a un acuerdo italiano-turco-ruso basado en intereses comunes en el llamado Mar Mediterráneo agrandado (formado por los mares Mediterráneo, Negro y de Caspio).

Tiberio GRAZIANI - Editor-in Chief of Eurasia.
Rivista di Studi Geopolitici (Journal of Geopolitical Studies - Italy), direzione@eurasia-rivista.org
President of IsAG (Istituto di Alti Studi in Geopolitica e Scienze Ausiliarie)

1. Marcelo Gullo, La insurbodinación fondante, Editorial Biblos, Buenos Aires 2008, 26-27.
2. Marcelo Gullo, ibid.
3. Costituzione e popolo sovrano, il Mulino, Bologna 2004, p.11 and 91-98.
4. Fabrizio Di Ernesto, Portaerei Italia. Sessant'anni di NATO nel nostro Paese, Fuoco Edizioni, Roma 2009.

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