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Rearmando a los clientes: Washington y la máquina de guerra de ZPC en movimiento
Los reveses políticos y militares de la política estadounidense-israelí en Oriente Medio durante el periodo 2006-2007 no han mostrado signos de producir una inclinación hacia la diplomacia seria o las negociaciones. Por el contrario, las lecciones aprendidas por Washington y Tel Aviv son las de intensificar la escalada militar de los grupos clientelares y provocar destructivas guerras civiles y étnicas.
En respuesta al fracasado ataque israelí —respaldado por Estados Unidos— al Líbano con el objetivo de destruir a Hezbolá, Washington ha sido implicado en un rearme a gran escala de las milicias drusas, suníes y de la derecha cristiana en Beirut y por todo el norte y centro del Líbano (Guardian, 11/04/2007). El objetivo es provocar un conflicto armado con Hezbolá que le obligue a mover a sus luchadores de la resistencia [resistance fighters] hacia el norte y debilitar su defensa en la frontera del sur del Líbano.
Una ‘guerra civil’ provocada por Estados Unidos e Israel dividirá —se supone— al ejército libanés y debilitará cualquier papel auxiliar que pudiera jugar en la defensa de los ataques israelíes en la frontera o invasiones. Dado que la violencia está muy extendida, resultado de un conflicto, la aviación israelí, que envía vuelos de reconocimiento diarios, tendría las manos libres para bombardear y destruir cualquier reconstrucción y las defensas de Hezbolá.
El equipamiento estadounidense, con el respaldo de Israel, de una fuerza militar palestina dirigida por el viejo colaborador de la CIA, Mohammed Dahlen, trabajando con el ‘presidente’ Abbas, avanza a gran velocidad, con el entrenamiento de cientos de oficiales en Jordania, pre-seleccionados por funcionarios norteamericanos e israelíes por su lealtad política. Una fuerza de doce mil mercenarios palestinos, muy bien equipados y pagados por Estados Unidos, está siendo preparada para echar a Hamas del poder, destruir su policía y defensas, dar caza a sus líderes e intimidar a su electorado.
El lobby sionista logró insertar una cláusula extraordinaria en la ayuda militar de Bush a la facción de Abbas en el gobierno palestino. El lobby consiguió que Israel y Estados Unidos se encarguen de la criba política de todos los reclutas palestinos antes de permitir su viaje a Jordania para el entrenamiento financiado por Estados Unidos. En defensa del derecho del Estado judío a supervisar la ayuda militar estadounidense, el Lobby argumentó que la cláusula era necesaria debido a los ‘miedos’ israelíes, esto es, los ‘intereses’ en retener Palestina como colonia vigilada por una policía de mercenarios palestinos inspeccionada por Israel ( Adam Entous, Reuters News Service, citado en el Daily Alert, 29/3/2007 ).
Una Palestina destruida por una ‘contienda civil’ provocada por Estados Unidos e Israel no se encontrará en posición de negociar ningún acuerdo de paz que haga retroceder a Israel a las fronteras anteriores al conflicto de 1967. La idea es establecer un Estado policial pro-americano dirigido por palestinos dentro de los límites territoriales dictados por Israel.
La tercera área de militarización incluye el norte de Irak, donde Estados Unidos e Israel han financiado la formación de un ejército kurdo. Apoyan políticamente a los separatistas kurdos, los cuales, a efectos prácticos, operan como un Estado independiente. Según el artículo de Laura Rozen: “Kurdistán: canales encubiertos” [ “Kurdistan: Covert Back Channels” ], publicado en Mother Jones (12/4/2007), tanto Estados Unidos como Israel apoyan el clientelaje de unos serviciales kurdos en la trama para desmembrar Irak, empobrecer Bagdad y hacer de Irbil su capital. En junio del 2004, el alto funcionario Paul Bremer ‘transfirió’ 1.400 millones de dólares americanos del petróleo iraquí a los fondos de alimentación para los kurdos.
El entrenamiento antiterrorista de las fuerzas de seguridad kurdas es utilizado por los escuadrones de la muerte kurdos dirigidos por Estados Unidos en el norte de Irak y otros lugares. Seymour Hersh señaló en el New Yorker (junio/2004) que los comandos kurdos entrenados por Israel se infiltran en Irán y Siria. Según Rozen, el alto mando del Mossad, Eliezer Geizi Tsafrir en Irbil, la ‘capital’ del Kurdistán Iraquí, estableció un servicio de inteligencia kurdo para el señor de la guerra Mustafa Barzani; este, conocido como el líder mercenario ‘alquile-un-kurdo’, sirvió a la CIA, al antiguo Shah de Irán y a todo aquel dispuesto a pagarle. Los kurdos proporcionan el grueso de lo que el general David Petraeus ha denominado ‘tropas iraquíes de confianza’, las que colaboran con las fuerzas de ocupación coloniales de Estados Unidos. Estas tropas han conseguido infiltrarse en diversos grupos de la resistencia iraquí y fomentan el conflicto étnico-religioso.
Son responsables de los masivos desalojos forzados de árabes iraquíes, turcos y asirios cristianos de Kirkuk y otras ciudades y localidades multi-étnicas del norte, repoblándolas con kurdos. Los líderes kurdos del norte de Irak han provisto de bases y armas a grupos pro-estadounidenses que operan en Irán, Siria y Turquía, aunque respecto a este último caso no hay aprobación formal de Estados Unidos. Los kurdos sirven de guías y comandos a las fuerzas especiales norteamericanas en misiones de asesinato en Irán. Los kurdos del norte de Irak han recibido instrucciones de incitar movimientos regionales ‘separatistas’ en Irán.
Con un fuerte respaldo de Estados Unidos, los kurdos han tomado el control de los ricos pozos petrolíferos de Kirkuk y lugares adyacentes, han firmado contratos con empresas del petróleo estadounidenses y europeas, privatizando de facto las empresas públicas iraquíes. Los kurdos juegan un papel vital en la estrategia norteamericano-israelí de desmembramiento de Irak en una multiplicidad de entidades mini-clientes divididas en identidades étnico-religiosas de carácter sectario sin ninguna influencia en la región e incapaces de acabar derrotando a las fuerzas estadounidenses, establecidas por todo el país en bases militares pensadas para un largo espacio de tiempo.
En el cuerno de África, Estados Unidos ha armado y dirigido al régimen etíope, su cliente, para restaurar en el poder al ‘Régimen de Transición’, otrora totalmente desacreditado, en Mogadiscio, matando a más de mil civiles somalíes y forzando el desplazamiento de más de 300.000 civiles en el periodo de abril-mayo del 2007.
Las fuerzas mercenarias etíopes destruyeron bienes por valor de 1.500 millones de dólares, con el asesoramiento de oficiales de las fuerzas especiales norteamericanas y asesores israelíes en contra-insurgencia. Una vez más, la política estadounidense está enfocada tanto en la destrucción de un país islámico como en la derrota de un adversario político potencial: los Consejos Islámicos [Islamic Court Councils]. Ciertamente, la política de confiar en un odiado dictador etíope para invadir y ocupar Somalia no tiene posibilidad de crear un régimen cliente viable. La tendencia de Washington a recurrir rápidamente a la escalada militar es el efecto de las recientes derrotas y es una preparación para los bombardeos a gran escala y los ataques terrestres de tropas mercenarias contra Irán.
Es en este punto donde el papel de la ZPC es clave, en la política y en la propaganda. Mientras se continúe debatiendo si la última oleada de la escalada militar estadounidense es el ‘grito agonizante’ de un imperio desesperado, un cálculo irracional y erróneo de civiles militaristas que persiguen una victoria militar para levantar el flaqueante ánimo de los apoyos en casa o una continuación de las políticas imperiales tradicionales en la región, de lo que no cabe duda es de que el principal soporte en casa de la estrategia de intensificación de la escalada es la ZPC. Ninguna otra fuerza político-económica organizada apoya sistemáticamente todos los esfuerzos militares norteamericanos en todas las zonas de conflicto. Ningún otro grupo respalda la acción militar estadounidense en países donde casi no hay o no hay nada de petróleo.
Ningún otro grupo ignora absolutamente la ‘excesiva dispersión’ del ejército norteamericano, la sobre-extensión de las fuerzas militares estadounidenses en Oriente Medio y el Cuerno de África a costa de proporcionar defensa militar de otras regiones imperiales estratégicas. Únicamente la ZPC, de todos los teóricamente posibles ‘grupos interesados’ ha puesto a todos los países —islámicos o seculares— críticos de Israel en la lista de los objetivos militares norteamericanos. Únicamente la ZPC ha orquestado una legislación capaz de bloquear unas inversiones lucrativas en los mercados árabes a instituciones financieras norteamericanas, fondos de pensión y empresas de gas y petróleo. Ninguna compañía petrolífera se ha visto favorecida o beneficiada por una legislación restrictiva respecto a Irán escrita por AIPAC, patrocinada por el congresista sionista Tom Lantos y aprobada por un Congreso dominado por los ‘lobbies’ sionistas —la sopa de letras de las organizaciones— cuya principal razón para existir es promover el poder del Estado de Israel.
Todas las grandes compañías en Europa y Asia se oponen a la postura estadounidense de confrontación contra Irán. Como señala el Financial Times: “Las empresas petrolíferas más grandes de Europa tienen planes de inversión en Irán de miles de millones, pero las sanciones de Estados Unidos significan la renuencia a seguir adelante” (Financial Times, 10/5/2007).
Los supuestos lobbies judíos ‘alternativos’, que dicen hablar en nombre de los judíos críticos de Israel, mantienen que el AIPAC es únicamente ‘uno de los muchos factores’ que influyen en las decisiones políticas de Estados Unidos, en un ‘complejo mosaico de circunstancias cambiantes’. Sirviéndose del argumento de las ‘complejidades’ y metiendo en el mismo saco a la ZPC y a ‘numerosos grupos’, restan importancia o borran el papel esencial de las fuerzas pro-Israel y se unen a sus hermanos de la línea correcta, tachando de ‘antisemitas’ a aquellos escritores que colocan a la ZPC en el centro de sus análisis de la política estadounidense en los países árabes y musulmanes.
Los liberales sionistas tienen un impacto desastroso en el movimiento pacifista, desviando su atención lejos de los factores primordiales de la política militar estadounidense y dando así a la ZPC un terreno indiscutible y abierto para continuar su dominio de la política norteamericana en Oriente Medio. El lobby liberal judío ignora voluntariamente los intereses geopolíticos de Israel, la confianza depositada por Israel en las medidas militares antes que en la diplomacia, su carrera hacia la limpieza étnica y la influencia de la ZPC en la política estadounidense, dictando los métodos y las estrategias a seguir por Estados Unidos. Deliberadamente, continuamente, ignoran la oposición de las grandes compañías de petróleo a las sanciones contra Irán.
Conclusión
Desde el 11-S hasta hoy, la configuración de poder pro-israelí ha ampliado su definición de las ‘áreas de interés para Israel’, y por tanto las cuestiones en las que deberá intervenir, estrechando así los parámetros de discusión y decisión política en los Estados Unidos. Al definir los límites de acción del presidente y del Congreso en cuestiones relacionadas con Israel, la ZPC influye hoy en las políticas norteamericanas en todo Oriente Medio. Actualmente, las cuestiones de guerra y paz, los acuerdos de comercio e inversión de compañías petrolíferas norteamericanas, europeas y asiáticas, los bancos en Oriente Medio, las ventas de armas multi-billonarias a Arabia Saudí, todos están sujetos al escrutinio y veto de la ZPC. La nueva ‘amplia definición’ de lo que afecta a Israel incluye el respaldo del Lobby a la trituración de las restricciones constitucionales de los poderes de guerra de Bush. Según los ideólogos sionistas, desatar el autoritarismo presidencial al servicio del extremismo israelí no es un vicio.
El concepto que posee el lobby de ‘lo relacionado con Israel’ —su luz y guía en la intervención en la política estadounidense— ha ido dilatándose, paralelamente a la extensión de los intereses israelíes. Durante los años 40 y 50, el objetivo fundamental del Lobby fue asegurar el apoyo diplomático de Estados Unidos para la limpieza étnica en Palestina. El centro de las áreas de ‘interés para Israel’ se extendió a las guerras de Israel con Egipto y Siria en los 60 y 70; con Líbano e Irak durante los 80 y 90; con Irak e Irán en la presente década.
La extensión de la intervención del Lobby en la política estadounidense en Oriente Medio es un espejo de las crecientes aspiraciones regionales de Israel. Pero tanto para Israel como para los transmisores del Lobby, Israel no está únicamente ‘interesado’ en la expansión regional, sino en la ayuda económica y militar y en las ventas —es decir, quién determina qué bienes militares pueden vender los Estados Unidos a los países árabes así como la alta tecnología militar que debería proporcionar al segundo vendedor de armas del mundo, Israel (también competidor de Estados Unidos en exportación de armas).
‘Lo relacionado con Israel’ implica al Lobby a la hora de intervenir y determinar el voto estadounidense en las Naciones Unidas, qué presiones ejercerá en la Unión Europea y en el Consejo de Seguridad, cómo la Casa Blanca debería reaccionar a las propuestas de paz de sus clientes en los Estados del Golfo. Como señala correctamente Jeff Blankfort: todos los presidentes norteamericanos desde Richard Nixon han intentado presionar a Israel para que se retire de los territorios ocupados en 1967. Con la excepción de Jimmy Carter, que forzó la retirada del Sinaí, Israel ha logrado presionar al Lobby para movilizar al Congreso y poner fin a esos esfuerzos presidenciales.
Hoy los ‘Primero Israel’ no tienen que movilizar al Congreso Demócrata: están programados para trabajar automáticamente por Israel, como sucede con el presidente de los Estados Unidos. Como dijera el otrora Primer Ministro Ariel Sharon: “Le decimos [a Bush] lo que tiene que hacer y lo hace”.
El marcador de la ZPC bajo la presidencia de Bush y la mayoría demócrata en el Congreso es de 10 para el lobby de Israel y 0 (cero) para el pueblo americano. Los 10 puntos dan cuenta de lo siguiente:
No a las limitaciones en la agenda militar del presidente contra Irán.
No al fin de las sanciones contra Palestina.
No a la venta de armas a Arabia Saudí sin la aprobación de Israel
No a la retirada de Irak.
No al acuerdo de ‘paz por territorios’ para poner fin a la colonización israelí de Palestina.
No al fin de la escalada de tropas en Irak.
No al fin del poder del Lobby en la agenda política para Oriente Medio.
No al fin del espionaje israelí en los Estados Unidos (a esto se lo llama incluso ‘libertad de expresión’).
No al fin de la censura de la cultura y de los trabajos intelectuales críticos con Israel y no al fin del acoso continuo a los musulmanes.
Continuar siendo el juez y jurado indiscutido en esos concursos de belleza de los candidatos presidenciales estadounidenses.
No al fin del silencio y encubrimiento del movimiento pacifista del poder del Lobby en la política para y en Oriente Medio.
Último libro de James Petras: The Power of Israel in the United States (Clarity Press: Atlanta, 2006). Su próximo libro: Rulers and Ruled (Bankers, Zionists and Militants (Clarity Press, Atlanta).
Notas y explicaciones:
1 Se mantiene en la traducción el término lobby, que significa “grupo de presión”, puesto que hoy la expresión parece formar parte del léxico común en materia de política internacional; se traducirán otras expresiones, dejando el original entre corchetes. El estilo de Petras es como periodístico, muy ‘compacto’ y nada literario (abundan, p. ej., los coloquialismos), por lo que la traducción no puede ser extrictamente literal. Las siglas se dejan como en el original (una vez traducidas la primera vez). [Nota del traductor]
[2] Big Oil es un término usado para describir el poder individual y colectivo de los manufactureros más importantes de petróleo y gasolina, así como su influencia en la política, particularmente en Estados Unidos. Las compañías que suelen ser incluidas en Big Oil son: ExxonMobil, Chevron Corporation, BP, Royal Dutch Shell y ConocoPhillips. [Nota del traductor]
[3] ‘The Forbes 400’ es una lista anual, publicada por la revista Forbes, de los 400 americanos más ricos. En el 2006, su riqueza alcanzaba la bestial cifra de 1,25 trillones (1 trillón = 1.000.000.000.000) de dólares, y todos los miembros de eran billonarios (poseedores de al menos mil millones). [Nota del traductor]
[4] Zioncon: conservador-sionista. [Nota del traductor]
[5] American Israel Public Affairs Committee (AIPAC): grupo americano de presión en el Congreso USA, en favor del mantenimiento de relaciones estrechas USA-Israel. [Nota del traductor]
[6] Cf. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=50937 [Nota del traductor]
[7] Zionlib: liberal-sionista. [Nota del traductor]
8 La “Primera Enmienda” a la Constitución de los USA es parte de la Declaración de Derechos [Bill of rights]. Básicamente protege la libertad de expresión y reunión. [Nota del traductor]
James Petras
James Petras es profesor emérito de sociología en la universidad de Binghamton (New York). Intelectual emblemático de la izquierda estadounidense, es autor de numerosas obras. James Petras es miembro de la conferencia «antiimperialista» Axis for Peace que organiza la Red Voltaire.
El Movimiento Cívico Militar Cóndor es un conjunto de hombres y mujeres que tienen por objetivo difundir el Pensamiento Nacional, realizar estudios Geopolíticos, Estratégicos y promover los valores de la Argentinidad.