Movimiento Cívico-Militar CONDOR

Malvinas

Publicacion

James Petras

Guerras regionales y declive del imperio de EEUU Parte II

Asia: el fin de las ilusiones de desacoplamiento y crecimiento autónomo

La Gran Depresión de 2009 está afectando adversamente a todas las economías asiáticas que dependen de los mercados internacionales, financieros y de materias primas. Incluso los países más dinámicos, como Japón, China, India, Corea del Sur, Taiwán y Vietnam, no han escapado de las consecuencias de las drásticas caídas en comercio, empleo, inversión y nivel de vida. Dos decenios de expansión dinámica, fuerte crecimiento y márgenes de beneficios cada vez mayores, basados en los mercados de exportación y en la intensa explotación de la mano de obra, llevaron a una sobreacumulación de capital. Muchos expertos asiáticos y occidentales defendieron un ‘nuevo orden mundial’ guiado y dirigido por las emergentes potencias económicas asiáticas, especialmente China, donde el poder se basaría cada vez más en su “autonomía regional”. En realidad, el dinámico crecimiento industrial de China estaba profundamente empotrado en una cadena mundial de producción en la que los países industriales avanzados, como Alemania, Japón, Taiwán y Corea del Sur, proporcionaban las herramientas de precisión, maquinaria y piezas para que China montara los productos y después los exportara a los mercados asiáticos, europeos y estadounidenses. El “desacoplamiento” no era más que un mito.

El crecimiento derivado de la exportación se vio impulsado por una explotación salvaje de la mano de obra, el desmantelamiento de inmensas áreas de servicios sociales (a saber, atención sanitaria gratuita, pensiones, subsidios para alojamiento, alimentación y educación) y la inmensa concentración de la riqueza en una élite diminuta de nuevos ricos multimillonarios (Economic and Political Weekly, Mumbai, 27 de diciembre de 2008, págs. 27-102). El crecimiento de China y del resto de Asia se basó en la contradicción entre la expansión dinámica de las fuerzas de producción y la creciente polarización de las relaciones de clase productivas. Las altas tasas de beneficios llevaron a una sobreacumulación de capital –tasas altas de inversión-, que a su vez llevó a un inmenso presupuesto y a un superávit comercial que se derramó en los sectores financieros, en la expansión exterior (o blanqueo de dinero) y en la especulación inmobiliaria.

El edificio económico de Asia se levantó de forma precaria sobre las espaldas de cientos de millones de trabajadores que casi no tenían ninguna capacidad como consumidores y sobre una creciente dependencia de los mercados de exportación exteriores. La crisis mundial deflactó los mercados de exportación, poniendo en evidencia la vulnerabilidad de las economías asiáticas y originando una caída masiva del comercio y de la producción y un crecimiento enorme del desempleo. Los esfuerzos de China y otros países asiáticos para contrarrestar el colapso de los mercados exportadores mediante inyecciones masivas de capital público que estimularan la liquidez financiera y el desarrollo de infraestructuras fueron insuficientes para detener el crecimiento del desempleo y la bancarrota de millones de empresas vinculadas con la exportación.

La clase capitalista asiática y su élite gubernamental son totalmente incapaces de “reestructurar” la configuración social y económica y sustituir la demanda interna una vez derrumbado el mercado exterior. Hacer eso implicaría llevar a cabo diversas transformaciones profundas en la estructura de clases. Dichas transformaciones supondrían trasladar las inversiones basadas en la alta rentabilidad hacia otras con bajo margen productivo y en servicios sociales para los cientos de millones de trabajadores con escasos ingresos y campesinos. Requeriría la transferencia de capital desde el sector inmobiliario privado, los mercados de valores y las compras de bonos en el exterior (como los bonos del Tesoro de EEUU) para financiar una atención sanitaria universal, educación y pensiones y el restablecimiento de la tierra para uso productivo en vez de promover la desposesión y la especulación inmobiliaria.

Toda la dinámica de crecimiento de Asia, construida en torno a la especulación de capital, altos beneficios y bajos salarios, está tratando de sobrevivir a costa de empobrecer aún más la mano de obra despidiendo masivamente a los trabajadores, de inmensos flujos de emigrantes en sentido contrario que vuelven a los campos devastados y de un aumento del excedente de la fuerza de trabajo. La expulsión de la mano de obra, la solución capitalista habitual, a la que meramente se traslada, intensifica las contradicciones incrementando el conflicto entre el capital urbano basado en el sector financiero/industrial y los cientos de millones de trabajadores y campesinos empobrecidos, desempleados y subempleados. Las inyecciones estatales de capital para estimular la economía pasan a través del filtro de las élites estatales regionales y la clase capitalista, que absorbe y utiliza el grueso de este capital para apuntalar empresas a punto de venirse abajo, todo lo cual apenas impacta de forma positiva en las masas de trabajadores desempleados.

La propiedad privada y el control capitalista del Estado descartan el tipo de transformación social que puede recuperar el crecimiento a través de la expansión de las economías internas.

La “locomotora del crecimiento inverso” china ha socavado, necesariamente, a sus socios comerciales que dependen de las exportaciones industriales y de materias primas a China. El colapso de la demanda en los mercados europeos y estadounidenses está destruyendo toda la arquitectura de las industrias exportadoras chinas. La explotación salvaje de la mano de obra y el poder de la nueva burguesía china no proporcionan muchas posibilidades de recuperación de la demanda doméstica desde el interior.

La recuperación económica de China depende de una nueva transformación socialista que haga de la demanda interna masiva el motor real de crecimiento.

Oriente Medio: Depresión y guerras regionales

La clave de la crisis y descomposición de Oriente Medio tiene su raíz en las guerras regionales imperial-sionistas y en el colapso de los precios de las materias primas.

Los países productores de petróleo acumularon rentas inmensas que reciclaron en financiaciones a gran escala, compras inmobiliarias y gastos militares dentro y fuera de la región. Los beneficios concentrados en manos de los gobernantes absolutistas multimillonarios llevaron a relaciones de clase tremendamente polarizadas: rentistas inmensamente ricos y mano de obra inmigrante mal pagada limitaron el tamaño y alcance de los mercados internos. Para superar la crisis de sobre-acumulación y descenso de beneficios, las élites dominantes adoptaron dos estrategias que sirvieran temporalmente para esquivar la crisis: la dependencia de la exportación a gran escala de capital hacia cualquier lugar del mundo que produjera dividendos, rentas e intereses, primero hacia EEUU y Europa y después hacia Asia y África. La segunda estrategia se basó en reciclar los beneficios en proyectos de centros inmobiliarios faraónicos, turísticos y bancarios, en los Estados del Golfo… que crearon una enorme burbuja inmobiliaria.

El frenético boom del petróleo y de las materias primas que se produjo entre 2004 y 2008 provocó el desmoronamiento de las “oligarquías rentistas (o no productivas)” de Oriente Medio, acrecentando el proceso de sobreacumulación y la sobrextensión de la deuda y la importación de mano de obra. La consecuencia fue la aparición de una crisis económica regional en la que los superávits comerciales y presupuestarios se vieron reemplazados por un aumento del déficit. Las economías de Oriente Medio, al estar estructuradas a partir de las “rentas”, no se diversificaron en ningún momento para una economía variada centrada en la producción y en la creación de un mercado regional dinámico a partir de las masas. Las clases rentistas dominantes se enfrentan a una creciente masa de inmigrantes y trabajadores internos desempleados, a la salida masiva de miles de financieros europeos expatriados, de profesionales del sector inmobiliario y otros parásitos improductivos.

Al venirse abajo los precios, beneficios y rentas por no beneficiarse ya del boom del petrodólar, ni ser tampoco los poderosos banqueros y titulares de deuda, la clase dirigente del Golfo Árabe cuenta con pocos recursos externos e internos y con escasos mercados para poder proyectar un “programa de recuperación”.

Pero hay más, en medio de este emergente colapso económico, el Estado militarista de Israel actúa como fuerza desestabilizadora regional que proyecta su poder y sus ambiciones coloniales por toda la región. A través de una de las configuraciones de poder más particulares de la historia mundial el insignificante, desde el punto de vista económico, Estado de Israel, actuando a través de las actividades de varias decenas de miles de partidarios comprometidos a nivel ideológico, muy organizados y disciplinados y estratégicamente colocados en la diáspora, controla los sectores fundamentales del poder político en el gobierno estadounidense.

El régimen de Obama, la Configuración del Poder Sionista y el Oriente Medio

En la peor crisis económica desde la Gran Depresión de 1930 y teniendo que hacer frente a un déficit presupuestario de 1.700 billones de dólares y a unos 8,1 millones de trabajadores desempleados en marzo de 2009 (BBC News, 6 de marzo de 2009), cifras que se espera se dupliquen a finales de año, la administración Obama ha aumentado los gastos militares, los conocidos y los ocultos, a más de 800.000 millones de dólares, un aumento de un 4% sobre el presupuesto del anterior régimen belicista de George W. Bush. El objetivo clave de la expansión militar estadounidense se centra en Oriente Medio y en el sur de Asia, con una población que abarca cientos de millones de personas, mayoritariamente musulmanas y pro palestinas, que se oponen a las políticas coloniales de Israel y a la actual ocupación militar estadounidense de los países musulmanes en la región. La fuerza motriz tras el militarismo estadounidense en Oriente Medio se encuentra en los funcionarios y asesores judíos/sionistas que ocupan puestos gubernamentales estratégicos y están asesorados y alentados por una multiplicidad de importantes organizaciones “cívicas” y políticas judías estadounidenses, un ejército de editores, académicos, editoriales, periodistas y propagandistas empotrados en todos los medios de comunicación de masas y dedicados a promover sistemáticamente los intereses del Estado de Israel.

Un análisis cuidadoso del régimen de Obama pone de manifiesto el alto grado de penetración sionista y proporciona una base empírica para entender la escalada militar estadounidense en Oriente Medio, a pesar de la catástrofica situación de la economía interna. Las cruzadas combatientes de Israel contra los musulmanes agudizan el empobrecimiento masivo de la población estadounidense. Nada demuestra más la fortaleza arrogante de la Configuración del Poder Sionista (ZPC) que su capacidad para promover una agenda bélica en Oriente Medio pasando por encima de las necesidades de 350 millones de estadounidenses, la bancarrota de sus 500 corporaciones Blue Chip y sus cinco bancos principales, por no mencionar los más de 50 millones de trabajadores estadounidenses que no tienen acceso a la atención sanitaria.

La Configuración del Poder Sionista de Israel y las guerras regionales

El poder sionista-israelí sobre la política exterior de Obama, especialmente en los asuntos de Oriente Medio relacionados con las ambiciones hegemónicas de Israel ya era evidente en el período anterior a su toma del poder y en sus primeros meses como presidente. Una investigación empírica de las acciones y posiciones del régimen de Obama muestra el poder de la configuración del poder sionista estadounidense:

1. La bestial invasión de Gaza por Israel, en la que masacró a más de mil civiles, la mayoría mujeres y niños, y destruyó una inmensa proporción de la infraestructura civil, así como el brutal bloqueo para matar de hambre a toda una población de 1,5 millones de personas y la respuesta de EEUU, son buenos ejemplos. El régimen de Obama y todo el liderazgo del Partido Demócrata aprobaron sin reservas la masacre y se negaron a exigir un nivel mínimo de responsabilidades a los dirigentes militares y civiles de Israel por sus crímenes. Se negaron a pedir el fin del criminal bloqueo israelí por tierra y mar que impidió la entrada de alimentos básicos como el arroz y de materiales esenciales para poder llevar a cabo cualquier reconstrucción.

El liderazgo israelí rechazó con arrogancia la sugerencia de la Secretaria de Estado de EEUU, Clinton, de suavizar el bloqueo, sin que Obama diera ni la menor respuesta. Los continuos ataques militares de Israel contra el pueblo de Gaza están apoyados por el régimen de Obama-Clinton-Gates.

2. La expansión que lleva a cabo Israel de sus asentamientos ilegales en la ocupada Cisjordania y la masiva expropiación de casas y propiedades en el Jerusalén Este árabe, así como la continua destrucción de hogares, son otros tantos ejemplos. EEUU se ha limitado a reiterar su posición acerca de la solución de los “dos Estados”. El muy leve cuestionamiento planteado con anterioridad por Clinton con respecto a la expansión de los asentamientos coloniales en la tierra ocupada por Israel, se encontró con el mismo rechazo del estado judío sin que tuviera consecuencia alguna en las relaciones entre Israel y EEUU.

3. Israel condenó la conferencia internacional antirracista celebrada en Durban, Sudáfrica, por sus críticas al sionismo israelí como forma brutal de racismo. Cuando un sector del régimen de Obama propuso enviar una delegación estadounidense a la reunión preparatoria, en la que se iba a discutir el orden del día, la ZPC movilizó de inmediato a sus activistas y el régimen de Obama capituló. EEUU y otros Estados europeos retiraron a sus participantes y condenaron la reunión de Durban por “antisemita”, repitiendo todos como papagayos la posición israelí.

4. Israel y sus seguidores estadounidenses insistieron para que Obama nombrara a destacados sionistas como sus más estrechos asesores y planificadores políticos en los puestos estratégicos encargados de las negociaciones con Siria e Irán, a fin de asegurarse de que todo lo que se lleve a cabo se ajuste a la propia posición del Estado israelí. Con este objetivo, echaron por tierra el nombramiento del General de la Marina retirado Anthony Zinni, por su conocida independencia frente a los dictados israelíes. El grotesco reparto, aparte del General Zinni, y el nombramiento por parte de la administración del más “leal” agente de Israel en Oriente Medio, Dennis Ross, como “negociador” estadounidense con Irán, significa que la agenda bélica israelí de bloquear y atacar a Irán será la que predomine en cualquier decisión que se tome. Ross, conocido también como el “defensor de Israel”, no cuenta con la confianza de los gobiernos de Oriente Medio ni de Irán debido a su pasada posición como descarado partidario de Israel bajo la anterior administración de Clinton. Incluso el hecho de que Ross haya trabajado para un think tank israelí dirigido y financiado por el gobierno de Israel, que le convirtió en un agente no declarado del estado judío, no logró impedir su nombramiento. Entre el grupo de sionistas que habitan en el aparato de la política exterior del régimen de Obama, la Secretaria de Estado Clinton ha nombrado a Jeffery Feltman Subsecretario de Estado para los Asuntos de Oriente Próximo, y a Daniel Shapiro, del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, para encabezar las negociaciones con Siria (BBC News, 7 de marzo de 2009). Los nombramientos de sionistas para los puestos de importantes negociadores asegurarán que los pocos movimientos necesarios para poder efectuar intercambios y concesiones recíprocas que pudieran entrar en conflicto con las ambiciones regionales de Israel, no van a tener lugar con Obama. El nombramiento por el régimen de Obama de importantes sionistas favorables a Israel y de bien conocidos seguidores de Ante Todo, Israel que no son judíos en todos los puestos políticos y de análisis importantes, con la efímera excepción de Charles Freeman para encabezar el Consejo Nacional de Inteligencia (véase más abajo), garantiza que será Tel Aviv quien seguirá formulando la política estadounidense hacia Oriente Medio.

5. La política israelí en Oriente Medio se centra en dos vectores:

a) Apalancar a sus agentes para dirigir las 51 Organizaciones Estadounidenses Judías Más Importantes que configuran la política estadounidense para destruir a los adversarios de Israel (como Irán), proporcionando cobertura propagandística y diplomática y ayuda militar en sus invasiones y ataques contra Siria, Líbano y la ocupada Palestina (Cisjordania/Gaza), preparando y promoviendo sanciones económicas junto a deliberadas acciones bélicas contra objetivos de Israel, entre los que figuran Irán, Hamás, Hezbolá, Sudán y Somalia.

b) Dividir y conquistar a sus adversarios a través de negociaciones y regateos diplomáticos. En los últimos años Israel, con el apoyo de EEUU, ha dividido con éxito a libaneses (la élite de Beirut frente a Hezbolá), a palestinos (la OLP/AP contra Hamás), a iraquíes (kurdos frente a árabes), a sudaneses (secesionistas de Darfur frente a Jartum) y lo más importante de todo, a estadounidenses (las élites de Ante todo, Israel frente al pueblo estadounidense).

El gobierno israelí, incapaz de precipitar un ataque aéreo estadounidense contra Irán ni de conseguir su colaboración para un primer ataque, de forma directa y también a través de sus partidarios en EEUU, ha promovido una nueva política en busca de la ruptura de la alianza entre Irán y Siria. El régimen Clinton-Obama, siguiendo las directrices de Israel, ha llevado a cabo conversaciones con Damasco. El objetivo de los negociadores estadounidenses es ofrecer un mayor reconocimiento diplomático y concesiones económicas a Siria a cambio de que ésta rompa con Irán, con Hezbolá y con Hamás. Para asegurarse de que se defiendan los intereses israelíes y de que no haya concesiones territoriales (como la ilegal ocupación colonial israelí de territorio sirio en los Altos del Golán), el régimen de Obama ha nombrado a dos importantes sionistas estadounidenses, Feltman y Saphiro, para que dirijan las “negociaciones”. La táctica diplomática hacia Siria que Israel ha venido desarrollando de forma intermitente y “secreta”, ahora asumida por su protegida estadounidense, la Secretaria Clinton, hace tiempo que fracasó debido a la ausencia de voluntad por parte de Israel de hacer cualquier concesión territorial frente al poder político de sus colonos y a su incapacidad para abrirse al mercado occidental y a las oportunidades de inversión. El régimen de Obama proseguirá los objetivos de Israel de “neutralizar” a Siria como base política de apoyo a los dirigentes de Hamás y como vínculo logístico entre Irán y Hezbolá en el sur de Líbano.

6. El aspecto fundamental, a escala más sostenida, de la campaña militar, política y mediática en la que están implicadas todas las organizaciones judías importantes, lobbies sionistas, frentes, legisladores y altos funcionarios del gobierno, ha sido y sigue siendo el debilitamiento y la destrucción de Irán. La oposición a la política de confrontación de la Configuración del Poder Sionista se localiza en todos los sectores del gobierno, incluidos los servicios de inteligencia, el ejército estadounidense, los oficiales de carrera del Departamento de Estado y muchos ex altos funcionarios. Los sionistas han triunfado más allá del más ambicioso de sus sueños. El sionista derechista David Frum (que escribió los discursos más belicistas para el ex presidente Bush y que incluyó a Irán como el elemento principal del “Eje del Mal”) y el fanático sionista y funcionario del Tesoro, Stuart Levey, han estado y continúan estando a la vanguardia de quienes quieren reforzar y extender las sanciones económicas y boicots secundarios contra la banca, el comercio y las inversiones iraníes. Todos los aspectos de la legislación y la política relativas a Irán se supervisan estrechamente y a menudo se formulan por el lobby judío pro Israel. Como consecuencia, los esfuerzos de los políticos estadounidenses que tratan de llegar a acuerdos con Irán en asuntos de interés estratégico se han visto saboteados exclusivamente por los partidarios de Ante Todo, Israel. Lo que se expone a continuación ilustra bien el caso:

a) Justo después del 11 de septiembre de 2001, Irán apoyó el ataque estadounidense contra los talibanes y desempeñó un papel importante en la estabilización de la mitad oriental de Afganistán, especialmente de Herat; apoyó el derrocamiento de Saddam Hussein, aunque se opuso a cualquier ocupación militar a largo plazo de EEUU en Iraq. Influyentes agentes sionistas, de dentro y fuera del régimen de Bush, rechazaron y bloquearon con toda eficacia cualquier consideración por parte de Washington de la oferta de Irán sobre un acuerdo mutuo de seguridad. A pesar de las declaraciones de algunos elementos del alto mando del ejército estadounidense que reconocían el importante papel de Irán al facilitar las invasiones estadounidenses de Afganistán e Irán, no se ofreció ni una concesión recíproca a Irán. En vez de hacerlo, todo el “estado” sionista dentro del Estado de EEUU lanzó una serie de medidas de castigo, haciéndose eco de la hostilidad israelí hacia Irán, que incluían el establecimiento y entrenamiento de escuadrones de la muerte a través de la frontera para asesinar a funcionarios iraníes, tanto en las fronteras iraquí como afgana-pakistaní. Israel pidió sanciones más duras: el AIPAC elaboró la legislación para implementar sanciones severas y sus títeres en el Congreso firmaron en comandita y aseguraron la aprobación de la Cámara. Los sionistas colocados en el Tesoro pusieron en marcha las medidas necesarias y los funcionarios de Ante Todo, Israel en el Departamento de Estado estadounidense presionaron a los gobiernos europeos para que hicieran lo mismo. El régimen israelí, a través de su red universal, lanzó una exitosa campaña mediática contra el programa de energía nuclear, totalmente legal y estrechamente controlado, de Irán. La histérica campaña de propaganda sionista se desarrolló con una intensidad que sobrepasó incluso su anterior agresivo ataque contra Iraq. Todo el aparato sionista-judío se esforzó por colocar a EEUU en una senda que llevaba hacia una nueva guerra en Oriente Medio al mezclar y confundir la largamente afirmada oposición iraní a las masacres coloniales israelíes contra palestinos y libaneses con una amenaza hacia la supervivencia misma del Estado judío y la seguridad de EEUU frente a un ataque nuclear iraní.

b) Dieciséis agencias de inteligencia estadounidenses publicaron un informe en noviembre de 2007 con unas Estimaciones de Inteligencia Nacional sobre Irán, que cuidadosa y sistemáticamente rechazaban las acusaciones israelíes y sionistas contra el programa de energía nuclear de Irán. El informe descartaba absolutamente cualquier acusación de que actualmente Irán estuviera desarrollando armas nucleares, y mucho menos en fase avanzada…. En respuesta a la “herejía” del establishment de la inteligencia estadounidense, la Configuración del Poder Sionista impulsó una nueva vuelta de tuerca y, en el momento en que se eligió a Obama, se las arregló para convencer a la administración entrante de que aceptara las mentiras israelíes sobre la “amenaza nuclear” iraní y creó sus propias Estimaciones de Inteligencia Nacional (NIE) “revisadas” para plasmar en ellas sus objetivos políticos.

c) El régimen de Obama, enfrentado a una guerra de contrainsurgencia fracasada en Afganistán, se ha vuelto hacia Irán, una vez más, en busca de apoyo. El lobby, para asegurarse de que no se produzca ninguna negociación significativa que lleve a concesiones recíprocas, se aseguró el nombramiento del fanático pro Israel Dennis Ross para encabezar el equipo. En el verano de 2007, Ross fue el coautor de un extraordinario informe “político” sobre Irán que abogaba por sanciones más duras, incluyendo un bloqueo naval total, una escalada del embargo aéreo y terrestre y un inevitable ataque militar. Bajo la tutela sionista, Obama amplió las duras sanciones económicas contra Irán en febrero de 2009, logrando que Teherán no tomase en serio su muy publicitada oferta de marzo de 2009 de abrir un nuevo capítulo en las relaciones irano-estadounidenses (Financial Times, 23 de marzo de 2009). Cualquier pro-forma que pudiera producirse (si es que se produce alguna) entre EEUU e Irán será automáticamente transmitida, filtrada, censurada y sometida a la aprobación final de Israel.

7. Israel, sus políticos estadounidenses y sus partidarios en el Congreso han estado a la vanguardia de la feroz propaganda antimusulmana y antiárabe de la agresión “diplomática” y militar. El régimen de Obama refleja su omnipresente influencia. A pesar del fracaso de la guerra de Afganistán y de la creciente oposición masiva en la región, a pesar de la catastrófica crisis interna, Obama ha aumentado el presupuesto militar, ha incrementado el número de tropas estadounidenses (sin ningún apoyo europeo) y ha ampliado la guerra al territorio pakistaní, bombardeando a diario los pueblos pastunes antiestadounidenses en Pakistán. La ZPC y su delegación de compañeros de viaje en el Congreso han cogido por sorpresa a millones de ciudadanos estadounidenses, especialmente demócratas, que votaron por Obama como el “candidato de la paz” y ahora se encuentran con una prolongada presencia a gran escala de tropas estadounidenses en Iraq, una escalada en Afganistán, bombardeos estadounidenses en el interior de Pakistán y buques de guerra, portaviones y submarinos nucleares frente a las costas de Irán. El poder sionista hizo caso omiso de todo el aparato de la Inteligencia Nacional de EEUU y de los votantes estadounidenses en lo relativo a Irán y promete incluso mayores confrontaciones con Dennis Ross al frente.

8. Israel está desahuciando a la fuerza de Jerusalén a miles de palestinos, que residen allí desde hace muchas generaciones, en su empeño por judaizar, limpiar étnicamente y anexionarse toda la ciudad, en oposición a las demandas de la Unión Europea, la opinión mundial, el derecho internacional y cualquier “solución de dos Estados” propuesta por todos los presidentes de EEUU, incluido Obama, en los tres últimos decenios (The Guardian, Londres, 7 de marzo de 2009). Bandas destructoras de judíos se dedican con ahínco a arrasar con bulldozer los hogares de las familias palestinas, mientras la Secretaria de Estado Hillary Clinton prometía apoyo incondicional a Israel y, como de pasada, comentaba que la limpieza étnica y los desalojos no “ayudaban mucho” (ibid). Obama y Clinton ignoran desvergonzadamente las fuertes objeciones presentadas por los dirigentes de congregaciones religiosas cristianas y musulmanas que representan a muchos cientos de millones de fieles. Las organizaciones judías estadounidenses más importantes y todo el liderazgo sionista en el Congreso, incluido el acérrimo partidario de Ante Todo, Israel, el senador Joseph Lieberman, apoyan con el mayor entusiasmo el aval prestado por el régimen de Obama a la limpieza étnica israelí (Boston Globe, 9 de marzo de 2009).

9. En su intento de controlar totalmente todos los posibles o potenciales nombramientos que puedan afianzar las posiciones de Israel, la ZPC lanzó con éxito una masiva campaña difamadora nacional para bloquear el nombramiento del veterano diplomático y funcionario de inteligencia estadounidense Charles Freeman, uno de los pocos no sionistas (o gentiles, si vamos al caso) para el puesto de presidente del Consejo Nacional de Inteligencia. Desde el primer momento en que los “informadores sionistas colocados dentro” filtraron la propuesta para nombrar a Freeman, la ZPC se lanzó a un ataque frontal: escribieron artículos injuriosos atacando a Freeman, un veterano funcionario que sirvió en sucesivas administraciones estadounidenses desde los tiempos de Richard Nixon, que aparecieron publicados en los periódicos y revistas más importantes y que se retransmitieron en los principales programas de radio y televisión. La AIPAC se dirigió a su establo de congresistas sionistas dirigidos por el representante Eric Cantor para que reunieran a la manada habitual de cómplices electos en deuda con la financiación sionista de sus campañas. Diez representantes estadounidenses pidieron que el director de la Inspección General de la Inteligencia Nacional: “Investigara minuciosamente la pasada relación del Sr. Freeman con el reino de Arabia Saudí y examinara a los donantes del Consejo Político para Oriente Medio (un think tank ubicado en Washington encabezado por Freeman)” (Financial Times, Londres, 7 de marzo de 2009, pág. 3). Todo el liderazgo republicano dirigido por el “azote” de la Cámara Cantor corrió llevando el balón de la ZPC despellejando a Freeman y a sus partidarios, para quienes también se pidió castigo. Obama, enfrentado al violento ataque sionista, capituló sin un quejido. “La Casa Blanca no hace comentarios” (ibid). El Poder Sionista se trabajó a ambos partidos políticos. “Steve Israel (¡qué nombre tan apropiado!), un demócrata del Panel de Supervisión de las Inteligencias Selectas de la Cámara, escribió a Mr. Maguire (el Inspector General) sobre las, al parecer, perjudiciales declaraciones públicas hechas por el propuesto presidente del Consejo Nacional de Inteligencia (Charles Freeman)” sobre la guerra de Israel contra Líbano durante el verano de 2006 y su inacabable represión de palestinos bajo su ocupación. Ni un solo sector del gobierno, ni un solo nombramiento, escapa al ojo crítico de la estructura de poder judío pro Israel en EEUU y de su establo de obedientes miembros no judíos del Congreso. El éxito sionista al purgar a Freeman del nombramiento para dirigir el Consejo Nacional de Inteligencia es un esfuerzo para evitar una repetición del revés de inteligencia más importante en su propaganda contra Irán en 2007. Fue entonces cuando dieciséis agencias de inteligencia estadounidenses publicaron su Estimación de Inteligencia Nacional sobre el programa de armas nucleares de Irán, socavando totalmente las proclamas estadounidenses e israelíes de que Irán estaba produciendo material nuclear a nivel de armamento y que era cuestión de “meses” que pudiera fabricar armamento nuclear. La NIE forzó a la ZPC a lanzar un ataque furioso sobre sus hallazgos y sobre las agencias profesionales de inteligencia para sostener la campaña de Israel que trataba de empujar a EEUU a una guerra contra Irán. El objetivo central de la campaña dirigida por los sionistas en el Congreso contra Freeman era utilizar la “investigación” para acosar y socavar su defensa independiente, profesional y experta de un enfoque imparcial. Al etiquetarle de pro árabe y pro Hamás (con implicaciones de vínculos con el terrorismo), forzaron la retirada de su nombramiento a favor de un funcionario dispuesto a manipular la inteligencia para ajustarse a los objetivos israelíes.

La cultura de la calumnia y la degradación de los valores democráticos

La exitosa purga del nombramiento de Charles Freeman como presidente del Consejo Nacional de Inteligencia por parte de la ZPC ilustra el poder que ésta detenta en todos los nombramientos que se producen dentro del gobierno estadounidense. La purga de Freeman revela los métodos y tácticas de la ZPC, su red de poder entre las diferentes ramas del gobierno y sus vínculos con los dirigentes de la organización estadounidense judío-sionista. La purga pone de manifiesto el hecho de que la lealtad al estado de Israel se ha convertido en una condición indispensable para poder acceder a cualquier puesto importante en el gobierno estadounidense y que, a la inversa, cualquier candidato para un cargo importante, no importa las cualificaciones posea, si se le ha ocurrido criticar la política israelí, se le elimina automáticamente. La aplicación del juramento de lealtad a Israel, que se produjo en el caso de la purga de Charles Freeman, es un acto claro de intimidación dirigido contra toda la clase política estadounidense: Pónte a criticar  a Israel, en cualquier contexto, ¡y ya te puedes despedir de tu carrera para siempre! La purga de Freeman tiene inmensas consecuencias presentes y futuras para los políticos estadounidenses, para el debate público y para las libertades democráticas en EEUU.

Como ocurre casi siempre, cuando en EEUU se plantea alguna cuestión o nombramiento político de interés para el estado de Israel, el AIPAC toma la iniciativa. En el caso de la purga de Freeman, cuando el director de la Inteligencia Nacional, Dennis Blair, anunció la designación de aquél, el AIPAC hizo circular un “dossier” de mentiras, calumnias y difamaciones sobre Freeman y sus posiciones, centrado en sus críticas hacia acciones específicas israelíes, a saber, su brutalidad en Gaza y en Líbano y sus violaciones de los derechos humanos. El ataque judío-sionista fue dirigido (no podía ser otro) por Steve Rosen, el encargado desde hace mucho tiempo de hacer el trabajo sucio para el AIPAC, acusado de graves delitos y actualmente juzgado por espionaje por pasar documentación clasificada estadunidense relacionada con la política iraní a agentes del gobierno israelí. Promovido por el AIPAC, un tsunami de artículos y comentarios atacando a Freeman aparecieron en los medios más importantes, describiéndole como un “instrumento árabe”, “anti Israel” y cosas aún peores. En paralelo a la campaña en los medios, los principales senadores judíos-sionistas Schumer y Leiberman y el representante Cantor lanzaron una virulenta campaña en el Congreso, aunque su nombramiento no necesitaba la aprobación del Congreso. Schumer se aseguró la complicidad de la Casa Blanca en la purga a través de comunicaciones directas con el Jefe del Gabinete de la Casa Blanca y compañero sionista Rahm Emmanuel, quien probablemente pasó la “línea” al compañero sionista Axelrod, el asesor jefe de Obama. En ningún momento, ni un solo funcionario en todo el régimen de Obama pronunció una sola palabra en apoyo del nombramiento de Freeman propuesto por Blair ni rechazó las mentiras ni las asesinas arengas de los compadres de Lieberman, Schumer y sus compañeros de viaje. Donde el régimen de Obama no fue abiertamente cómplice, la maquinaria de la purga sionista se dedicó a intimidar logrando un silencio aquiescente.

El profundo, insidioso, autoritario y partidista carácter del liderazgo sionista en el Congreso puesto en evidencia con la purga de Charles Freeman es consistente con el apoyo de Lieberman y Schumer para que se nombre a Michael Hayden director de la CIA de Obama, el agente fundamental en poner en marcha el ilegal programa de espionaje interno de Bush y su apoyo para el ultrasionista Michael Mukasey como Fiscal General de Bush, que perdonó la utilización de torturas con agua a “sospechosos” por agentes estadounidenses.

Lo que más sorprende en la purga de Freeman emprendida por los sionistas del Congreso es el hecho de que sus dirigentes afirmaran abiertamente que se habían “cargado” su nombramiento para sofocar cualquier crítica a la política israelí. El senador por Nueva York Schumer dijo: “Charles Freeman era el chico equivocado para este puesto. Sus declaraciones contra Israel superaban todo lo aceptable e iba contra corriente en la administración. Insté repetidamente a la Casa Blanca para que le rechazaran y me alegra que hicieran (sic) bien las cosas”. (citado por Glen Greenwald en “Charles Freeman Fails the Loyalty Test”, www.salon.com, 10 de marzo de 2009).

El poder y la arrogancia de la ZPC son tales que Schuman no se cortó en alardear abiertamente de cómo obligó al director de la Inteligencia Nacional, Dennis Blair, a capitular y renunciar a su candidato. En su ampliamente publicado comunicado de renuncia, Freeman describió con elocuencia el poder destructivo y las operaciones puestas en marcha por la Configuración del Poder Sionista:

“Los libelos contra mí y su fácilmente rastreable huella de emails demuestran de forma terminante que hay un lobby poderoso determinado a impedir cualquier punto de vista que no sea el suyo propio”.

“Las tácticas del lobby israelí llegan hasta las más profundas simas del deshonor y la indecencia e incluyen la difamación, la intencionada manipulación de los archivos, la fabricación de falsedades y un absoluto desprecio por la verdad”. (Citado en Al Yasira, 10 de marzo de 2009).

Al purgar a Freeman, la ZPC está en posición de influir sobre los futuros directores de la inteligencia estadounidense y asegurarse de que sus informes no contradigan la “inteligencia” israelí, especialmente sus mentiras acerca del programa nuclear de Irán. Schumer, Lieberman, el AIPAC y los presidentes de las Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes se han apoderado de otro nivel vital de poder al impulsar la política estadounidense hacia una confrontación militar con Irán en línea con los dictados de Israel.

El poder de la ZPC sobre el régimen de Obama tiene consecuencias importantes en la política exterior de EEUU, especialmente en la política bélica en Oriente Medio y en todo el mundo, donde países, regiones, movimientos y pueblos rechazan el Estado militar-colonialista de Israel y la ideología racista sionista. Los mismos políticos que se “mantienen junto a Israel” son también los que apoyan la línea de enfrentamiento militar con Irán a menos que capitule ante los ultimátum israelíes y estadounidenses y renuncie sus políticas de energía nuclear y a sus vínculos con los árabes/musulmanes anticolonialistas y otros movimientos y gobiernos independientes.

Las “negociaciones” con Irán, Siria y Palestina, según las formuló Obama a partir de sus nombramientos sionistas y de las condiciones que éstos exigen, no tienen futuro: Se han convertido automáticamente en unos tinglados que llevan a una confrontación militar, a una escalada de las sanciones y a consentir los robos de tierra de Israel. El resultado es el aumento de la tensión y de los gastos militares masivos continuados del régimen de Obama en una época de catastrófica recesión económica. La aparente irracionalidad de dedicar los escasos recursos económicos a guerras sin fin y confrontaciones militares en las no hay intereses de seguridad estadounidenses en juego, sólo puede explicarse por los intereses militaristas del Estado de Israel y el poder de sus partidarios en EEUU para imponer su definición de “seguridad” sobre el gobierno estadounidense.

Para probar empíricamente nuestra hipótesis sobre el alcance y profundidad de la influencia de la Configuración del Poder Sionista y su capacidad para subordinar las políticas de la Administración Obama a los intereses de Israel, hemos examinado diez áreas de cuestiones importantes. Planteamos las posiciones y acciones israelíes, especialmente en las cuestiones vitales relativas a la paz y la guerra que afectan a los intereses, nombramientos clave y relaciones estratégicas de Estados Unidos. Hemos hallado que en casi todas las áreas temáticas, la posición israelí se había trasladado a la política estadounidense. Este alto nivel de correlación se explicaba sucesivamente en la intensa actividad de la Configuración del Poder Sionista y en el alto nivel de penetración de esos funcionarios partidarios de Israel en todos los puestos importantes de la política y en el poder de veto que son capaces de ejercer ante determinados nombramientos, tanto la ZPC como sus dirigentes en el Congreso.

La Configuración del Poder Sionista

La Configuración del Poder Sionista (ZPC) planeó y organizó la retirada del veterano diplomático Charles Freeman de la dirección del Consejo Nacional de Inteligencia (NIC) del presidente. Es una de las mayores victorias de Israel en sus esfuerzos por controlar la política exterior de EEUU en Oriente Medio. El NIC es un aparato de alcance mundial, compuesto por dieciséis agencias de inteligencia con 100.000 empleados y un presupuesto de de 50.000 millones de dólares. Es el “cerebro” y las “manos” a la hora de reunir la información más importante y confidencial utilizada para analizar y formular la política estadounidense y para dirigir las operaciones clandestinas de todo el imperio global estadounidense. Mediante su desvergonzada purga de la elección del Almirante Blair como Jefe de Inteligencia de Obama, la ZPC ha anunciado a todo el establishment político de EEUU, a sus aliados y a sus enemigos, que la próxima designación debe ser sometida a su examen y aprobación, lo que significa que el candidato debe ofrecer su lealtad a las políticas israelíes. Además de su abrumadora presencia en la rama del ejecutivo, incluida la Casa Blanca y los asesores más cercanos al presidente, la demostración pública de su total dominio sobre ambas Cámaras y su creciente penetración en el mando cívico-militar en el Pentágono, su eficaz absorción de los altos puestos de inteligencia cierra el círculo del control sionista, o mejor dicho, del dominio absoluto sobre todo el Estado estadounidense. El resultado es la subordinación de las políticas e intereses nacionales de EEUU a los objetivos militaristas de Israel, incluyendo el apoyo a las conquistas y hegemonía israelíes en Oriente Medio y en otros lugares.

Sionistas en el poder

La “coincidencia” o correlación entre las ilegales políticas militaristas de Israel y la aprobación y conformidad del régimen de Obama, aunque esto implique sacrificar promesas electorales, intereses securitarios y económicos a nivel nacional y la opinión pública mundial, puede explicarse en gran medida por el nombramiento de veteranos partidarios de Ante todo, Israel para puestos decisivos de política exterior y asesoría. En el mismo centro del régimen de Obama, en la posición más influyente a la hora de elaborar políticas tenemos a David Axelrod, el principal asesor del presidente, a quien el New York Times describió recientemente como: “Tiene más peso que ningún otro en la nómina del presidente… Muy pocas de las palabras que salgan de la boca del presidente no contarán con la bendición de Axelrod. Revisa todos los discursos, estudia todas y cada una de las posiciones y trabajos políticos de importancia… para preparar las respuestas a la crisis actual”. (New York Times, 9 de marzo de 2009). El amigo y compañero sionista más antiguo de Axelrod, el Jefe del Gabinete de la Casa Blanca, el israelo-estadounidense Rahm Emmanuel, se reúne con él cada mañana para coordinar sus agendas para la Casa Blanca. El dueto sionista, los Rasputines de Chicago mascadores de pizza y bebedores de té de hierbas, son los sionistas políticos más directos e influyentes que aseguran la primacía de los intereses de Israel a la hora de elaborar la política estadounidense para Oriente Medio, desde matar de hambre a los habitantes de Gaza a atacar a Irán. Sin duda, Axelrod y Emmanuel tuvieron “algo que ver” en el nombramiento efectuado por Obama-Clinton del compañero sionista Jeffery Feltman y de Daniel Shapiro como jefes de las negociaciones con Siria (BBC, 7 de marzo de 2009). Su agenda, las prioridades de Israel, aseguran que no hay ninguna posibilidad de conseguir un acuerdo global. El dueto sionista de la Casa Blanca estuvo sorprendentemente silencioso mientras sus compañeros sionistas criticaban con ganas la designación de Charles Freeman para dirigir el Consejo Nacional de Inteligencia de Obama e ignoraban la humillación que Israel le infligió a la Secretaria de Estado Clinton durante su visita a ese país cuando el estado judío arrasó los hogares de familias palestinas en el Jerusalén Este árabe el mismo día de su llegada, en claro repudio de la solución de “dos Estados” de Obama.

Con el consejo y consentimiento del principal asesor económico sionista, Laurence Summers, el régimen de Obama designó al compañero sionista y ex compinche clintoniano David Cohen para el puesto más importante en la tarea de controlar la “financiación terrorista” (Financial Times, 9 de marzo de 2009, pág. 2). Cohen estará en posición de desempeñar varias tareas fundamentales para el Estado israelí, incluyendo las de perseguir a todas y cada una de las instituciones de beneficencia musulmanas y organizaciones humanitarias palestinas y presionar sobre los fondos de inversión, de exportación y financieros estadounidenses y exteriores para que retiren sus inversiones de los países musulmanes y árabes críticos con Israel. Se puede esperar que presione de forma agresiva a los bancos y exportadores asiáticos y europeos para que pongan fin a su comercio e inversiones en Irán. Aunque sobre el papel es un “nombramiento secundario”, en realidad Cohen jugará un papel clave a la hora de promover las sanciones económicas israelo-sionistas de línea dura contra Irán y de mantener el bloqueo contra Gaza. El director de la agencia de no proliferación nuclear de Obama es Gary Samore, quien estableció claramente sus credenciales como partidario de Ante Todo, Israel en un discurso ofrecido en Israel el 18 de diciembre de 2008, cuando declaró que estaba a favor de bombardear Irán si no se conseguía cerrar su programa de enriquecimiento de uranio, un programa que es legal bajo el Tratado de No Proliferación Internacional (Financial Times, 24 de febrero de 2009, pág. 9). El 24 de febrero de 2009, el régimen de Obama nombró a Dennis Ross como asesor especial de Hillary Clinton para la región del Golfo. Ross es uno de los altos operativos de Israel en el establishment político de Washington con largo historial de relaciones de trabajo con institutos políticos estadounidenses e israelíes con vínculos con el establishment de la política exterior, la inteligencia y el ejército israelíes. En noviembre de 2008, Ross firmó un documento defendiendo un ataque militar contra Irán. Ross, como enviado del presidente Clinton en las negociaciones entre Israel y Palestina, contribuyó a que éstas se rompieran al asumir las posiciones no negociables de Israel y difamar a Yaser Arafat calificándole de “escollo”.

La Configuración del Poder Sionista domina todos los comités políticos exteriores clave en el Congreso, bien directamente o a través de sionistas judíos o representantes electos que van a remolque vía contribuciones financieras o amenazas de venganzas electorales y campañas calumniosas en los medios de comunicación. En las primeras semanas en el poder, la maquinaria política sionista ha bloqueado con todo éxito las iniciativas de algunos de los asesores de Obama para asistir a la conferencia antirracismo de Durban y ha desviado las críticas del criminal bloqueo de Israel contra Gaza de dos congresistas que visitaron Gaza para contemplar la destrucción con sus propios ojos. La ZPC ha calumniado y forzado la retirada del nombramiento de Charles Freeman como jefe del Comité Asesor de Inteligencia. Ha endosado abiertamente la apropiación masiva de territorio en Cisjordania y Jerusalén Este. El régimen de Obama, alineado con Israel, ha enterrado eficazmente cualquier pretensión de negociaciones de paz con los palestinos cambiando el enfoque a unas “negociaciones/acuerdo regional”, por las que los enviados sionistas se dedican a presionar a Siria, Líbano e Irán para aislar a los dirigentes palestinos que se oponen a la anexión de su tierra por Israel y a la expulsión de su pueblo.

La profunda y extensa penetración de la ZPC en el régimen de Obama representa la mayor amenaza para la seguridad nacional de una potencia exterior desde la fundación de la República estadounidense. El alcance y destructivas consecuencias se detallan más ampliamente en el texto “Israel Asserting Middle East Supremacy: from Gaza to Tehran”. [En español, “Israel reafirma su supremacía en Oriente Próximo, de Gaza a Teherán”: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=80506].

El poder de la ZPC también se pone de manifiesto en la rama judicial y queda ilustrado en el juicio por espionaje a dos importantes dirigentes del AIPAC -el principal lobby pro Israel- Steven Rosen y Keith Weissman. Ambos fueron arrestados y acusados después de que admitieran haber cogido documentos clasificados estadounidenses relativos a la política de EEUU hacia Irán y habérselos entregado a un espía del Mossad, la inteligencia israelí, asignado a la embajada israelí en Washington DC. El juez federal del caso, R. S. Ellis ha emitido varios fallos a favor de los espías: reforzando el punto de vista de aquéllos de que el acto de entregar documentos clasificados a una potencia extranjera es una “práctica habitual” en Washington y no espionaje. La ZPC ha movilizado con éxito a todo su aparato en los medios de comunicación de masas, a sus seguidores en el Congreso y a un amplio espectro de progresistas judíos y gentiles en defensa de Rosen y Weissman en nombre de la “libertad de expresión”, equiparando perversamente el robo de documentos oficiales clasificados estadounidenses relativos a cuestiones de seguridad, pasándoselos a un agente de un gobierno extranjero con el uso por el periodismo de investigación de fuentes gubernamentales. Los numerosos arrestos del FBI y discretas deportaciones de decenas de espías israelíes sin acusación ni juicio, y la frecuente queja de antiguos funcionarios estadounidenses de que “órdenes desde arriba” bloqueaban sus testimonios acusatorios ante el poder de sionistas colocados en puestos muy altos o autoridades bajo su control que aseguraban la impunidad a los espías que cometían actos hostiles e ilegales contra la seguridad y los intereses económicos de EEUU. La presencia de tantos sionistas en puestos de poder en el régimen de Obama asegura que las operaciones israelíes de espionaje en EEUU pueden suspenderse porque Israel puede obtener cualquier documento o deliberación directamente de los funcionarios de la Administración Obama. ¡Mejor incluso, los israelíes pueden “coelaborar” ellos mismos algunos documentos de toma de posición!

Con los sionistas en el poder, significa que el imperio de EEUU proseguirá enérgica y agresivamente los enfrentamientos militares y las guerras regionales en Oriente Medio a instancias de Israel. La Casa Blanca o el Congreso dominado por los sionistas no han cuestionado a ningún nivel los costes exorbitantes de servir a los intereses de Israel incluso en medio de una depresión económica grave. Virtualmente, todo el establishment de los medios más importantes y las 51 Organizaciones Judías Estadounidenses Más Importantes, que están presionando a favor de bloqueos, sanciones y guerra preventiva contra Irán, son libres de ignorar las pérdidas inmensas y los sufrimientos que suponen para el pueblo de EEUU estas desviaciones de miles de millones de dólares de los impuestos estadounidenses, de las inversiones en el interior del país a las guerras para Israel. El control sionista sobre la política hacia Oriente Medio de la Casa Blanca asegura que EEUU se enredará en guerras sin fin en el Golfo Pérsico y en el Sur de Asia, porque Israel tiene una agenda militar abierta que abarca a toda la región y un ejército de agentes dispuestos y deseosos de imponer esa agenda al gobierno estadounidense.

S. Seguí pertenece a los colectivos Tlaxcala, Rebelión y Cubadebate. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a los traductores y la fuente.

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