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F. William Engdahl

¿Quién se Beneficia con la Revolución de Kirguistán" (5/5)

Kirgujistán
¿Quién se beneficia con la revolución de Kirguistán? (5/5)

El opio en la guerra de Asia Central
Es sin dudas en el opio lo que determina toda la coherencia de la estrategia estadounidense de guerra de baja intensidad.
Al igual que en el caso de las empresas comerciales británicas y estadounidenses en las guerras del opio contra China, a partir de los años 1840, el opio aún desempeña hoy en día un papel central en la estrategia de control del Asia Central.
Wayne Madsen, periodista que realiza investigaciones sobre Washington y se expresa a través de Internet en su sitio Wayne Madsen Report (WMR), describe el papel del tráfico de opio durante la invasión estadounidense de 2001 y la ocupación del territorio:

«Según informaciones proporcionadas al WMR por un veterano de la Delta Force, cuando las unidades de élite de las fuerzas militares fueron enviadas a Afganistán después de los atentados del 11 de septiembre, la primera orden que recibieron de la CIA fue proteger las plantaciones de amapola [También llamada adormidera, es la planta de la que se obtiene el opio. NdT.]. Fuentes del WMR en el seno del FBI confirman que el tráfico proveniente de Afganistán ha reemplazado el que dirigía Khun Sa, el rey del opio del Triángulo de Oro en Birmania, y que ese país es hoy la principal fuente del opio y de la heroína de que dispone la CIA para sus operaciones de narcotráfico.» [46]
Desde hace ya varias décadas, la CIA y el Pentágono vienen entrenando agentes que fingen ser terroristas islámicos e infiltrándolos en Asia Central, en particular en las regiones vecinas del valle de Fergana –rico en uranio– en los territorios de Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán. Uno de los principales actores de esa mascarada es una organización cuya creación fue financiada por la CIA, el Movimiento Islámico de Uzbekistán (Islamic Movement of Uzbekistan, IMU). El Movimiento Islámico de Uzbekistán, también activo más allá de la frontera uzbeka con Kirguistán y en todo el valle de Fergana, administra ahora sus propios fondos, que provienen del lucrativo tráfico de opio.

Según Interpol, el Movimiento Islámico de Uzbekistán está fuertemente implicado en el tráfico de la heroína producida en Afganistán, que circula en Kirguistán, en Uzbekistán y en toda el Asia Central. Durante una audiencia ante el Congreso estadounidense, Ralf Mutschke, experto de Interpol en lucha contra el narcotráfico declaraba:
«A pesar de su programa político e ideológico, la naturaleza de ese movimiento no es únicamente la de una organización terrorista. Se trata más bien de una organización hibrida en la que se priorizan más fácilmente los intereses ilegales que los objetivos políticos. Los dirigentes del Movimiento Islámico de Uzbekistán tienen el mayor interés en hacer perdurar los desórdenes y la inestabilidad en la región con vistas a garantizar la seguridad de las vías de comunicación que ellos explotan para el tráfico de droga.» [47].

Como especialista del Asia Central, Peter Chamberlain demuestra que el Movimiento Islámico de Uzbekistán es una red de tráfico de droga creada por voluntad de la CIA:
«Existen todas las razones para pensar que el Movimiento Islámico de Uzbekistán es una creación de la CIA».
Citemos el irrefutable análisis de la cuestión que publicó Steve Coll en su libro Ghost Wars:

 
«“El director de la CIA, William Casey, tomándose una atribución que iba más allá de sus funciones, decidió intensificar las operaciones de propaganda tendientes a desestabilizar la Unión Soviética dentro de sus propias fronteras. Fue con ese fin que la CIA promovió el Islam en Uzbekistán; primero, encargando a un uzbeco exilado en Alemania que tradujera el Corán al uzbeco, después dando orden a los servicios secretos pakistaníes de distribuir 5 000 ejemplares… Desde el principio, incluso antes de la invasión soviética, la revolución afgana estaba planificada por una coalición de países dirigida por la CIA. De la misma manera, el Islam wahabita –manifestación política de la religión musulmana que se enseña a los combatientes en las madrazas locales a partir de textos supuestamente musulmanes y en realidad made in USA en la Universidad de Nebraska– es una deformación del Islam en la que se integran técnicas de modificación del comportamiento.”» [48].

Chamberlain va más lejos:
«De ser cierto que la CIA proporcionó los libros que propagan el pensamiento yihadista en las madrazas que frecuentaban los soldados del Movimiento Islámico de Uzbekistán, entonces todo lo que hace ese movimiento proviene de la CIA… Las misiones militares y la lucha contra el tráfico de drogas organizadas por Estados Unidos para dar caza a los terroristas y los traficantes de droga del Movimiento Islámico de Uzbekistán permiten cubrir las actividades de los agentes de las Fuerzas Especiales en busca de poder de influencia a nivel local, para anticipar los acontecimientos futuros, o una posible interrupción de las operaciones… El programa de la OTAN de Asociación por la Paz ha permitido la llegada de miles de formadores estadounidenses y de la OTAN. Estos han sido enviados a bases que les permitirán lanzar operaciones de acción directa. La Asociación por la Paz igualmente permite la entrega de un enorme excedente de equipamiento militar a poblaciones de consumidores potenciales que habitan en zonas petrolíferas. Así se prepara el decorado para futuros juegos de guerra de coalición.» [49].

En junio de 2009, Richard Holbrooke anunciaba el abandono de la campaña estadounidense de erradicación del tráfico de opio en Afganistán para dejar paso a lo que el Pentágono llama una campaña de prohibición. En un comentario recogido por Associated Press, Holbrooke afirmaba que Washington abandonaría progresivamente las operaciones de erradicación del opio en Afganistán [50].

Según un artículo del [diario] New York Times, Ahmed Wali Karzai, el hermano del presidente afgano Hamid Karzai, trabaja para la CIA desde hace 8 años. Wali sería además el barón de la droga de la provincia de Helmand. Entre otras cosas, la CIA estaría pagándole a Ahmed Wali Karzai para que reclute «una fuerza paramilitar afgana que pueda operar bajo el mando de la CIA en la ciudad de Kandahar y sus alrededores, la región natal de los Karzai» [51].
La influencia de la CIA sobre el tráfico de droga en Afganistán es totalmente similar a la que ejerció la agencia sobre el tráfico de opio en el sudeste asiático durante la guerra de Vietnam, lo cual es muy alarmante. La conclusión que se impone es evidente: en esos dos conflictos, el tráfico no servía para alcanzar objetivos de orden militar, pero se encontraba en el vértice de la estrategia global de Washington.

Ahmed Wali habría utilizado el dinero de la droga para financiar actos de violencia gubernamental represiva, coma la intimidación contra opositores durante las elecciones fraudulentas de 2009. En 2007, Hamid Karzai nombraba jefe de los servicios anticorrupción a Izzatullah Wasifi, aunque este último había pasado 4 años en las prisiones de Nevada por haber tratado de vender droga a un policía de paisano [52]. La filosofía de este método se enuncia al parecer de la siguiente manera: «Nadie mejor que un traficante de droga para atrapar a otro traficante de droga».
Helmand, la región de Karzai, reúne gran parte de las zonas dedicadas al cultivo del opio en Afganistán. Es la zona en la que se concentra la mayor producción de amapola a nivel mundial, un 40% del volumen total del mercado ilegal mundial. Esas cifras provienen de John W. McCoy, investigador estadounidense que ha descrito el papel de los servicios secretos estadounidenses en el tráfico de droga en Asia desde la época de la guerra de Vietnam partiendo de los años 1960. En la provincia de Helmand, se cultivaban en 2008 unas 103 000 hectáreas de opio, lo que representa dos tercios de toda la producción afgana.

McCoy señala que, cuando la CIA apoyaba a las guerrillas afganas de los Muyahidines contra la Unión Soviética en los años 1980, estaba utilizando el dinero de la droga –obtenido gracias al opio que producían los Muyahidines– para financiar una guerra secreta, guerra que popularizó a través del largometraje hollywoodense Charlie Wilson’s War. McCoy subraya que durante los años 1980

«la guerra secreta de la CIA sirvió de catalizador para la transformación de las regiones fronterizas entre Afganistán y Pakistán en una gigantesca zona de producción de heroína, la más importante del mundo».
Sobre el tema de la derrota de los talibanes después de las represalias del 11 de septiembre, McCoy prosigue la descripción del tráfico de droga en Afganistán:

«La CIA logró movilizar a los antiguos señores de la guerra activamente implicados en el tráfico de heroína y apoderarse de las ciudades de todo el este de Afganistán. En otros términos, la agencia y sus aliados locales crearon las condiciones ideales para revertir la prohibición de los talibanes sobre el cultivo de amapola y reanudar así el tráfico. Sólo pocas semanas después de la caída de los talibanes, las autoridades señalaban el espectacular aumento del cultivo de opio en las tierras interiores de las provincias de Helmand y de Nangarhar.» [53]

Se ha podido comprobar que antes de que los militares estadounidenses empujaran a los talibanes al exilio, a fines de 2001, la producción de opio se había reducido considerablemente bajo el gobierno de los talibanes. Se ha comprobado también –lo ha señalado la propia Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (United Nations Office on Drugs and Crime)– que desde que las fuerzas de la OTAN dirigidas por Estados Unidos ocupan Afganistán, las cosechas de amapola no sólo han alcanzado nuevamente su antiguo nivel de producción sino que han sobrepasado los más altos niveles de rendimiento alcanzados en la historia de ese país [54]. A ese aumento se agrega el también espectacular salto de los volúmenes de producción de opio.

En el año 2000, los talibanes habian puesto fin al cultivo de la amapola. Según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, desde que Estados Unidos tomó el control militar del país las cosechas de opio pasaron en Afganistán de 185 toneladas en una superficie cultivada de menos de 8 000 hectáreas en 2001 a 8 200 toneladas en más de 193 000 hectáreas en 2007. Esto representa una multiplicación por 43 de las cosechas totales en 8 años de ocupación estadounidense en Afganistán [55].

En 2008, Estados Unidos y la OTAN inundaban la prensa de comentarios sobre la disminución del área total de los campos de amapola en 19% en relación con el año anterior, pero no mencionaban el aumento del rendimiento en un 15%, datos que mantenían a Afganistán en la categoría de primer productor, lejos por delante de los demás, del opio destinado al tráfico de heroína [56].

Durante los 5 primeros años, la producción de opio en Afganistán representó el 50% del PIB de ese país y más del 93% de las sustancias que necesita en su conjunto la producción mundial de heroína [57]. Sería falso, sin embargo, creer que la ocupación militar estadounidense en 2001 frenó el crecimiento de la economía afgana. El PIB registró un prodigioso aumento del 66% gracias al floreciente sistema de producción de opio, a escala casi industrial, que mantiene Estados Unidos y que protege el gobierno de Karzai, el protegido de Washington [58].

El jefe de los servicios federales rusos de lucha contra la droga ha evaluado el valor del opio que actualmente se cultiva en Afganistán en 65 000 millones de dólares. De esa considerable suma sólo 500 millones de dólares van a las manos de los cultivadores afganos y 300 millones son destinados a las guerrillas talibanes. El resto, unos 64 000 millones de dólares, acaba en manos de la «mafia de la droga» [59].

En marzo de 2010, durante una reunión del Consejo OTAN-Rusia, el jefe del FSKN (Servicio Federal Ruso de Lucha Antidroga), Victor Ivanov, declaró que:
«la amapola afgana ha sido la causa de la muerte por sobredosis de un millón de personas durante la última década. Son cifras de las Naciones Unidas. ¿No representa esto una amenaza para la paz y la seguridad mundiales?» [60]
La OTAN se ha negado categóricamente a responder al pedido ruso de destruir todas las plantaciones de opio en Afganistán. ¿Por qué razón? La OTAN (léase el US Central Command) afirma que su destrucción privaría al país de «su única fuente de riqueza», fórmula que resume el carácter criminalmente absurdo de la misión de la OTAN en Afganistán.

Durante una reunión más reciente del Consejo OTAN-Rusia, Ivanov pidió a la OTAN que su supuesta misión de «normalización de la situación en Afganistán» adopte un plan «de erradicación de la producción de estupefacientes» [61].

El vocero de la OTAN, James Appathurai, expresó su «comprensión» ante las preocupaciones de los rusos [62]. Los estimados sobre el consumo de drogas en Rusia son alarmantes: 200 000 personas dependientes de la heroína o de la morfina y decenas de miles que fallecen cada año debido a esa adicción. En efecto, desde la ocupación estadounidense en Afganistán y la reanudación del tráfico, Rusia se ha convertido en el principal destino de la droga afgana, y el país está sufriendo las graves consecuencias sociales y económicas de ese fenómeno.

Appathurai declaró también que había que tratar el problema de la droga en Afganistán con precaución para evitar que la población local de «se crispe».
Appathurai proseguía sus declaraciones con una obra maestra del doble discurso de la OTAN:
«Compartimos la opinión de que tenemos que ocuparnos de ese problema. Pero nuestros puntos de vista son ligeramente divergentes. No podemos asumir la responsabilidad de cortar la única fuente de ingresos de la población de uno de los países más pobres del mundo sin ser capaces de proponer a cambio una solución. Es simplemente imposible.» [63]

¿El ejército estadounidense está exportando opio?

La amapola puede convertirse en el aglutinante ideal de las guerras estadounidenses en Asia Central. Puede financiar los grupos insurreccionales, como el Movimiento Islámico de Uzbekistán. Hasta un 10% de la población afgana vive del dinero de la droga –como el hermano del presidente e incluso el propio presidente.

Como descubrieron los británicos durante las guerras del opio en China, la amapola también genera también adicción entre las poblaciones eurosiáticas provenientes de las tribus y grupos étnicos minoritarios; la pasividad, la criminalidad y el caos que la droga engendra son excelentes medios para corromper un país desde adentro, y justifican posteriormente la intensificación de la presencia de las fuerzas de «mantenimiento de la paz».

Aprovechar los flujos migratorios de Kirguistán hacia Xinjiang y las demás provincias chinas para inundar China de opio sería una estrategia imparable que el Pentágono estaría especialmente interesado en «estimular» pacientemente. Ya en este momento Rusia está siendo devastada por la heroína afgana a bajo precio, fuente de numerosas adicciones, del alza de la criminalidad y de un espíritu de insubordinación.

Sin embargo, lo que nos dicen Richard Holbrooke y diversos estrategas del US Central Command es que las tribus afganas, uzbekas o tayikas transportan la droga en mulos a través de los peligrosos pasos que llevan a Rusia y a otros países. La verdad parece ser muy diferente. El transporte del opio se estaría desarrollando en realidad a través de lo más moderno que existe en materia de transporte militar.

Es este el aspecto más explosivo de la tierna despreocupación de Estados Unidos sobre el tema de los cultivos de amapola en Afganistán. El opio y la heroína ya preparada estarían siendo transportados a través de convoyes militares estadounidenses desde instalaciones como Manas, en Kirguistán. Y los cargamentos estarían siendo enmascarados bajo la clasificación de secreto militar.


Richard Holbrooke estuvo recientemente en el centro de tránsito de Manas, posiblemente para organizar sabotajes contra los gasoductos de la red TUKC (Turkmenistán – Uzbekistán – China) que entró en servicio hace poco.


La utilización de equipamiento militar con esos fines demostraría, si logra probarse, que Estados Unidos puede actuar «sin límites» y que nadie puede acercarse a sus cargamentos ni verificar su contenido. Sería la repetición a gran escala de los envíos aéreos de heroína que organizó la CIA en Vietnam en los años 1960 [64].

Esa acusación proviene de un eficaz agente de los servicios secretos de la región, el general Hamid Gul, ex jefe de los servicios secretos pakistaníes (ISI). Hamid Gul fue además jefe de la inteligencia militar durante la guerra de Afganistán, en los años 1980.

En agosto de 2009, Hamid Gul declaraba sin vacilación: «Ahmed Wali Karzaï es el principal barón de la droga en Afganistán.» Afirmó que los barones de la droga se dedicaban también al tráfico de armas, un «mercado floreciente» en Afganistán.

«Pero lo que me parece más inquietante es que la aviación –la aviación estadounidense– también está implicada. Usted lo ha dicho con toda razón: la droga se envía hacia el norte a través de las repúblicas del Asia Central y de Rusia y llega después a Europa y el resto del mundo. Pero cierta cantidad de droga sigue un camino directo. Se envía en aviones militares.» [65]

Gul dirigió el ISI desde 1987 hasta 1989, durante la fase más intensa de la insurrección de los Muyahidines. Durante aquel periodo trabajó estrechamente con la CIA. Desde entonces, Estados Unidos y el Reino Unido le han prohibido pisar suelo estadounidense y británico porque, según él mismo afirma, es demasiado locuaz en relación con los planes reales de esos dos países para el Asia Central. Gul estima que esos planes prevén la destrucción sistemática de Pakistán como nación [66].

Según las declaraciones acusatorias de Gul, el opio y la heroína provenientes de Afganistán se transportan secretamente en aviones militares estadounidenses, desde la base de Manas, y pasan por las diferentes vías de la Red de Distribución del Norte. Ese análisis ha sido confirmado por fuentes afganas y tayikas, por miembros del ejército estadounidense que han hecho declaraciones no oficiales y por informes rusos [67].

La base de Manas desempeña un papel determinante, al que se une la base de entrenamiento «antidroga y antiterrorista» de Bakten, en el sudeste de Kirguistán, cerca del valle de Fergana. Esa combinación se ajusta perfectamente a la nueva política estadounidense de prohibición selectiva de la amapola afgana, política que Holbrooke anunció como alternativa privilegiada por encima de la erradicación total. Esa nueva política del Pentágono permite que el 93% del opio mundial siga circulando sin ponerse al alcance del «erradicador» estadounidense, que se siga transformando en heroína y que se siga vendiendo en China, en Uzbekistán, en Rusia y otros países más, como en una nueva guerra del opio.

En Estados Unidos, los grandes medios de información acusan a los talibanes de dirigir el tráfico de opio. Sin embargo, según la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, los Elementos AntiGubernamentales (AGE), entre los que se incluyen no sólo los talibanes sino también militantes provenientes de otros movimientos, se benefician sólo del 2% del volumen total del dinero de la droga, cuyo monto está evaluado en 3 400 millones de dólares. Esa cifra ha sido incluso confirmada en los propios Estados Unidos por la CIA y la DIA (Defense Intelligence Agency, la agencia de inteligencia del Departamento de Defensa estadounidense). Ambas agencias [estadounidenses] estiman que los talibanes ganan «solamente» 70 millones de dólares al año con el tráfico de droga. La mayor parte de la producción de heroína y de opio no elaborado se encuentra bajo el control de los señores de la guerra vinculados al sistema Karzai.

La estrategia futura de Estados Unidos en el manejo del «problema» de la droga en Afganistán es objeto de cuidadoso estudio. Traficantes de droga cuyos vínculos con los «insurgentes» son conocidos están incluidos en listas de personas que deben ser eliminadas (asesinadas). No aparecen en esas listas los nombres de la mayoría de los barones de la droga que originan cerca del 98% de los ingresos provenientes de la amapola y que trabajan con la familia y con el régimen de Karzai, un conocido círculo de toxicómanos corruptos.

En efecto, como ha señalado un analista, el ejército de Estados Unidos
«ofrecerá su ayuda a los barones de la droga aliados a las fuerzas de ocupación y al gobierno afgano para acaparar aún más el mercado y el tráfico de la droga» [68].

Craig Murray, embajador del Reino Unido en Uzbekistán hasta el año 2004, afirma que, bajo la autoridad del general Rashid Dostum –nuevamente nombrado ministro de Defensa por Karzai en 2009– convoyes militares llevaban la droga más allá de la frontera afgana [69].

Segun Craig Murray, Dostum es un personaje clave en el tráfico de opio en Afganistán, tráfico que él mismo dirige desde su tierra natal, cerca de Mazar-e Charif. Karzai lo trajo del exilio, con la aprobación de Estados Unidos, para organizar las elecciones presidenciales, durante las cuales atribuyó el 100% de los votos de los distritos más importantes a Karzai. Para «luchar» de forma ostensible contra los talibanes, el Pentágono propone ahora entregar grandes cantidades de armas a la milicia privada (antidroga) que dirige el propio Dostum, a pesar de su puesto oficial de jefe del ejército y de que Washington está perfectamente al tanto de sus actividades como traficante de heroína [70].

El propio hermano del presidente Karzai, Ahmed Wali Karzai, quien según el New York Times [71] figura en la lista de colaboradores de la CIA, ha sido acusado de ser un poderoso barón de la droga, lo cual crea un entorno bastante poco claro alrededor del gobierno atlantista de Karzai [72].

Murray afirma además que Afganistán
«ya no exporta opio sino heroína. El opio está siendo transformado en heroína a escala industrial, no en cocinas traseras sino en fábricas. Millones de litros de productos químicos necesarios para los procesos de transformación se importan en camiones cisternas. Esos camiones y los superremolques pesados cargados de opio llegan a las fábricas a través de las carreteras reparadas por Estados Unidos, las mismas que utilizan las tropas de la OTAN… La cuarta parte del negocio de la heroína reúne a los dignatarios del gobierno afgano. Cuando Estados Unidos atacó Afganistán, el ejército bombardeaba el territorio [de ese país] mientras que la CIA estaba pagando, armando y equipando a los señores de la guerra y a los barones de la droga, cuyo poder estaba entonces en declive» [73].

Conclusión

Cuando se analiza con atención un mapa de Asia Central se ve claramente que Afganistán ocupa una posición central en la estrategia estadounidense tendiente a desestabilizar y militarizar la región. Se trata de una posición ideal para amenazar simultáneamente China, Rusia, Irán y los países vecinos, en particular los que son miembros de la Organización del Tratado de Cooperación de Shangai.

La proliferación de la droga y la lucha antidroga, los actos de terrorismo y las operaciones antiterroristas, la brutalidad deliberada de la policía local y apoderarse del control de los oleoductos existentes o futuros son ingredientes que componen la explosiva receta de las misiones de la OTAN bajo tutela estadounidense que se proyectan hacia el exterior de Afganistán.

Kirguistán tiene ahora un papel de núcleo estratégico en la extensión de la guerra a toda el Asia Central. Moscú lo sabe. Pekín también lo sabe. Lo que se decide en el Gran Juego en Kirguistán y Asia Central es nada menos que la última oportunidad de subsistencia de la estrategia de Full Spectrum Dominance para la hegemonía global de Estados Unidos.

Como en los años 1960 y 1970 en Vietnam, es cada vez más evidente que Washington ha concebido deliberadamente la «guerra contra el terrorismo» en Afganistán para que sea otra «guerra sin vencedor».

El fracaso de la guerra en Afganistán está programado para justificar un aumento de la presencia militar en Kirguistán, Uzbekistán, Tayikistán, en el valle de Fergana y, partir de ahí, en toda Asia Central. Antes de que la rebelión popular de Kirguistán llevara a Bakiev a exilarse en marzo pasado, Washington estaba ya bien encaminado en la extensión de la guerra gracias a los acuerdos firmados con Bakiev para la construcción de varios campos de entrenamiento antiterrorista en el país.

Con esas bases disponibles, el control del continente euroasiático, desde Xinjiang hasta Kazajstán y Rusia, no sería más que una cuestión de tiempo ya que, en este momento, el florecimiento de las rutas utilizadas para el tráfico de droga está preparando el terreno.

Esta vez, a diferencia de lo sucedido a principios de los años 1970, lo que está en juego es mucho más importante para la hegemonía estadounidense. El papel del gobierno provisional de Kirguistán, de Moscú, Pekín así como Irán y Uzbekistán será decisivo en esta región, donde se concentran los conflictos más intensos del planeta.

Notas:
[1] Edouardo Real, Zbigniew Brzezinski: Defeated by his Success, 30 de enero de 2008.
[2] Rashid, The Taliban: Exporting Extremism, Foreign Affairs, New York Council on Foreign Relations, noviembre-diciembre de 1999, p.31.
[3] Ibid.
[4] Lorenzo Vidino, How Chechnya Became a Breeding Ground for Terror, Middle East Quarterly, verano de 2005, Filadelfia.
[5] El informe de la Fundación Heritage, Washington D.C., correspondiente al año 2006 incluye entre las fuentes de financiamiento a los gigantes del armamento McDonnell Douglas y Boeing así como a las petroleras Chevron y ExxonMobil. Ver Source Watch: Heritage Foundation.
[6] Ariel Cohen, Radical Islam and US Interests in Central Asia, Audiencia realizada ante la subcomisión Medio Oriente y Asia Central, comisión de relaciones internacionales, Cámara de Representantes. 29 de octubre de 2003.
[7] Ibid.
[8] Ibid.
[9] General David H. Petraeus, US Army, Comandante del US Central Command, Statement to Senate Armed Services Committee on the Afghanistan-Pakistan Strategic Posture Review and the Posture of US Central Command, 1º de abril de 2009.
[10] Ibid.
[11] Halford J. Mackinder, The Geographical Pivot of History, Londres, Royal Geographic Society, 1904. La Unión Soviética más o menos englobó posteriormente la región fundamental a la que se refiría Mackinder, región que abarcaba el Asia Central y el territorio de Afganistán.
[12] «Pakistan: Asif Ali Zardari est toujours inculpé en Suisse», Réseau Voltaire, 22 de agosto de 2008.
[13] Subcomisión permanente del Senado estadounidense a cargo de las investigaciones, Minority Staff Report for Permanent Subcommittee on Investigations Hearing on Private Banking and Money Laundering: A Case Study of Opportunities and Vulnerabilities; (2) Asif Ali Zardari Case History, Washington D.C., 9 de noviembre de 1999.
[14] «Khalilzad revient en Irak», Réseau Voltaire, 21 de junio de 2010.
[15] Helene Cooper, Mark Mazzetti, «U.N. Envoy’s Ties to Pakistani Are Questioned», The New York Times, 25 de agosto de 2008.
[16] Syed Ifran Raza, Minister criticized over anti-terror authority, Dawn, Karachi, 12 de diciembre de 2009.
[17] Zardari calls for counter-terror strategy, Dawn, Karachi, 16 de marzo de 2010.
[18] Thomas M. Sanderson y Andrew C. Kutchins, The Northern Distribution Network and Afghanistan: Geopolitical Challenges and Opportunities, Washington, CSIS, A Report of the CSIS Transnational Threats Project and the Russia and Eurasia Program, enero de 2010.
[19] US not to use Uzbek base, says Holbrooke, Dawn, Astana, 21 de febrero de 2010.
[20] Richard Boucher, Re-designation of the Islamic Movement of Uzbekistan as a Foreign Terrorist Organization, Washington D.C., 25 de septiembre de 2002, Departamento de Estado de los Estados Unidos.
[21] Wayne Madsen, citado por Peter Chamberlain, America’s ‘Islamists’ Go Where Oilmen Fear to Tread, News Central Asia, 24 de marzo de 2010.
[22] Ibid.
[23] Mark Thompson, Moving Troops to Afghanistan Harder Than Getting Them, Time, Nueva York, 14 de octubre de 2009.
[24] Frank E. Kitson, Low Intensity Operations: Subversion, Insurgency and Peacekeeping, Londres, 1971, Faber and Faber.
[25] C.M. Olsson y E.P. Guittet, Counter Insurgency, Low Intensity Conflict and Peace Operations: A Genealogy of the Transformations of Warfare, 5 de marzo de 2005, artículo presentado en la reunión anual de la Asociación de Estudios Internacionales.
[26] Grant T. Hammond, Low-intensity Conflict: War by another name, Londres, Small Wars and Insurgencies, Vol.1, N°3, diciembre de 1990, pp. 226-238.
[27] Jon Boone, US pours millions into anti-Taliban militias in Afghanistan, 22 de noviembre de 2009, The Guardian, Londres.
[28] Jeremy Kuzmarov, American Police Training and Political Violence: From the Philippines Conquest to the Killing Fields of Afghanistan and Iraq, The Asia-Pacific Journal, 11-1-10, 15 de marzo de 2010.
[29] Ibid.
[30] Ibid.
[31] Ibid.
[32] Ibid.
[33] Rahim Faiez, US: Insurgents attack Bagram Air Field, Associated Press, 19 de mayo de 2010.
[34] Mark Mazzetti, US Is Still Using Private Spy Ring, Despite Doubts, The New York Times, 15 de mayo de 2010.
[35] Ibid.
[36] Ibid.
[37] Central Asia News, Kyrgyz Defense Ministry: The training center in Batken is not oriented against third countries, Fergana.ru, 18 de marzo de 2010.
[38] Ibid.
[39] Zbigniew Brzezinski, Le grand échiquier: l’Amérique et le reste du monde, New York, Basic Books, 1998, pp. 194-198.
[40] Ibid.
[41] Cornelius Graubner, Implications of the Northern Distribution Network in Central Asia, Central Asia-Caucasus Institute, Johns Hopkins University, 1º de septiembre de 2009.
[42] Bill Marmon, New Supply ‘Front’ for Afghan War Runs Across Russia, Georgia and the ‘Stans, 21 de marzo de 2010.
[43] Ibid.
[44] Ibid.
[45] Peter Chamberlain, America’s ‘Islamists’ Go Where Oilmen Fear to Tread, News Central Asia, 24 de marzo de 2010.
[46] Wayne Madsen, CIA Involvement With Drug Trade Resulted In Death Threats Against US Senator.
[47] Ralf Mutschke, Threat Posed by the Convergence of Organized Crime, Drug Trafficking, and Terrorism, audición ante la subcomisión a cargo del crimen en el seno de la commission judicial, Cámara de Representantes de los Estados Unidos, 106º congreso, 2ª sesión, US Government Printing Office, Washington D.C., 13 de diciembre de 2000.
[48] Peter Chamberlain, op. cit.
[49] Ibid.
[50] Richard Holbrooke, citado en US to shift approach to Afghanistan drug trade The focus will move from opium eradication to fighting trafficking and promoting alternate crops, citación del enviado especial estadounidense Richard Holbrooke, Associated Press, 28 de junio de 2009.
[51] Dexter Filkins, Mark Mazetti y James Risen, Brother of Afghan Leader Said to be Paid by CIA, The New York Times, 27 de octubre de 2009. «Hamed Wali Karzai chargé de négocier avec les Talibans», Réseau Voltaire, 14 de mayo de 2010.
[52] Jeremy Kuzmarov, op. cit.
[53] Ibid.
[54] United Nations office on Drugs and Crime, World Drug Report : 2009.
[55] Ibid.
[56] Ibid.
[57] Alfred W. McCoy, op. cit.
[58] Craig Murray, Britain is protecting the biggest heroin crop of all time, Londres, Daily Mail, 21 de julio de 2007.
[59] Ibid.
[60] Andrei Fedyashin, Russia and NATO divided over Afghan opium, 25 de marzo de 2010, RIA Novosti. «Pavot: la Russie met en cause la responsabilité de l’OTAN», Réseau Voltaire, 3 de marzo de 2010.
[61] RIA Novosti, Russian official mocks NATO concern for Afghan poppy growers, Moscú, 25 de marzo de 2010.
[62] Ibid.
[63] Ibid.
[64] Jeremy R. Hammond, Ex-ISI Chief Says Purpose of New Afghan Intelligence Agency RAMA Is ‘to destabilize Pakistan’, Foreign Policy Journal, 12 de agosto de 2009.
[65] Ibid.
[66] Ibid.
[67] Conversaciones privadas diversas con el autor en mayo y abril de 2010.
[68] Ibid.
[69] Ver también sobre este tema «Craig Murray: «Les États-Unis contrôlent le trafic de l’héroïne afghane», Voltairenet, 17 de noviembre de 2005.
[70] Craig Murray, On Missiles and Missile Defense, 23 de septiembre de 2009.
[71] Dexter Filkins, Mark Mazzetti, James Risen, Brother of Afghan Leader Said to Be Paid by CIA, The New York Times, 27 de octubre de 2009.
[72] Craig Murray, US Supported Afghan Government Warlords Control World Heroin Trade, 13 de agosto de 2009.
[73] Craig Murray, Britain is protecting the biggest heroin crop of all time, Londres, Daily Mail, 21 de julio de 2007.

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