Movimiento Cívico-Militar CONDOR

Malvinas

Publicacion

P. Leonardo Castellani SJ +

Escencia del Liberalismo - Parte II

LEONARDO CASTELLANI
15 de octubre de 1960.C

PALABRAS PRONUNCIADAS POR S.E.R. MONS. JORGE MARIO BERGOGLIO EN LA RECEPCIÓN QUE LA UNIVERSIDAD DEL SALVADOR LE OFRECIÓ CON MOTIVO DE SU CONSAGRACIÓN EPISCOPAL.

14 DE AGOSTO DE 1992.

*     1. La Carta de Principios es una sencilla enumeración de tres directrices: lucha contra el ateísmo, avance mediante el retorno a las fuentes, universalismo a través de las diferencias. Hoy, después de 17 años, se me pide que ponga voz a lo que, en aquel momento, escribí. Fueron aquellos tiempos difíciles en los que se nos proponía un desafío, tiempos de planes, conflictos, logros y borrascas. Al pensar en esto recuerdo el papel jugado por una mujer de esta Universidad durante aquellos primeros momentos... Mecha Terrén se mostró como piloto de tormenta, así como también Cen otra ocasiónC supo ella acuñar con sabiduría la frase que hoy, al tener que poner nueva luz a la Carta de Principios, viene a mí memoria: “Lo más importante que tiene una Universidad es lo menos permanente: sus alumnos”. Hoy quiero hablar pensando en ellos; no para ellos sino para los responsables de recibir en sus manos en precioso don de la juventud que cada año entra en nuestra Universidad. Hablo pensando en los chicos y chicas, en nuestros jóvenes, y lo haré siguiendo el pensamiento del Papa, lo que piensa él de estas directrices de la Carta de Principios, lo que piensa él de nuestros jóvenes... Y nosotros, a tomar candela... y al que le caiga el sayo, que se lo ponga.

Los Principios.

*     2. Por el avance mediante el retorno a las fuentes “prestamos un servicio a la toma de conciencia y a la profundización de la identidad cultural de (nuestro) pueblo. La identidad cultural es un concepto dinámico y crítico: es un proceso en el cual se recrea en el momento presente un patrimonio pasado y se proyecta hacia el futuro, para que sea asimilado por las nuevas generaciones” (JP II, 5jul86). Se trata de un “promover el dinamismo y la expansión de la cultura sin poner en peligro la sabiduría ancestral de los pueblos” (8dic78).

*     3. Queremos hacer nuestro “el afán irrenunciable de universalidad” (JP II, 12abr87) al que nos exhortara Juan Pablo II en la alocución tenida en el Teatro Colón. Nos hacemos cargo de que “una urgencia particularmente importante hoy para la renovación cultural es la apertura a lo universal” (12abr87). Sabemos que toda cultura supone una localización en un área concreta: es la expresión de lo más noble de un pueblo determinado. Y sabemos también que esto no es localismo, porque Cen tal casoC no sería cultura, pues una cultura sin valores universales no es una verdadera cultura” (12abr87). No sólo los valores universales permiten que las culturas particulares comuniquen entre sí y se enriquezcan mutuamente, sino también sabemos que en lo particular de una verdadera cultura anida ya esa tendencia a la comunicación universal que constituye lo que Cno en sentido hegelianoC podríamos llamar el “universal concreto” (Cfr. J.M. Bergoglio, Reflexiones en esperanza, p. 298, nota 39). Esto es universalismo a través de las diferencias.

*     4. Nuestra lucha contra el ateísmo tiene una preocupación primordial: la lucha por el hombre, el sentido de humanidad (JP II, 12abr87). No podemos negar que la idolatría, manifiesta o larvada, incide en un empobrecimiento de la humanitas. Se nos pide hoy, al luchar contra toda forma de ateísmo y apostasía, “sembrar gérmenes de humanidad” (JP II, 12abr87). Proclamamos que “en el centro de toda preocupación y atención del mundo académico, al igual que de toda la sociedad, debe colocarse el hombre la investigación acerca de su verdad, el compromiso para su promoción, el respeto de su dignidad y de sus derechos” (JP II, 7jun88).

El hombre.

*     5. El hombre, cuya característica principal es ser imagen de Dios (JP II, 15nov80), el hombre, a quien concebimos como la totalidad del ser, “pues encierra en sí una infinita profundidad de ser, imagen del Infinito por esencia, que es Dios mismo. Con qué veneración debemos pronunciar esta palabra: ¡hombre!” (JP II, 19oct85). Nuestro interés por el hombre no es el “del científico, desarraigado de la realidad, que considera al hombre como mero objeto de análisis, sino la pasión dolorosa de quien se siente implicado íntimamente en los problemas de quienes siendo víctimas, son semejantes suyos” (JP II, 8dic78). Nuestro interés por el hombre significa voluntad de servir al hombre (JPII, 8dic78). En este servicio hay una veneración por la obra maestra de Dios, el hombre, que “se revela a sí mismo como el único ser del mundo que ve desde el interior” (JP II, 9jun87), y por ello es capaz de colocarse, cara a cara, con la propia dignidad (JP II, 9jun87).

*     6. Desde esta concepción del hombre luchamos contra el ateísmo procurando “desarrollar un nuevo humanismo, abierto a la trascendencia y a sus valores, que representan el más seguro fundamento” (JP II, 7jun88). “Por ello es necesario que la información (científica) esté inspirada por la sabiduría, la cual, con un vivo sentido de responsabilidad, ha de respetar la escala de valores morales, espirituales y religiosos, todos ellos teniendo como centro al hombre, que en el mundo es el valor supremo” (JP II, 19oct85). El hombre tiene su señorío que ha de imponerse sobre todo lo creado, un señorío que nace del mandato divino de dominar la tierra (Gen. 1:28) y es iluminado por la Resurrección de Cristo. “Someter la tierra significa también ¡no subordinarse a la tierra! No permitir que ni cognoscitiva ni prácticamente el hombre sea `reducido´ al orden de los objetos” (JP II, 9jun87), y esta no reducción del hombre al objeto significa no andar por los tortuosos caminos de la “segunda forma de incultura” (Cfr. al respecto las reflexiones de Romano Guardini en J.M. Bergoglio, Reflexiones en esperanza, p. 289, n. 17), en la que el hombre, después de haber dominado la tierra, termina por ser esclavo de los avances que él mismo creó, los cuales, por la ausencia del señorío del hombre y la consiguiente referencia a Dios, se constituyen en un nuevo caos peor que el primordial, en una nueva forma de incultura.

*     7. Esto es una frustración: “¿puede el hombre frustrar el designio de Dios? ¿Puede el hombre frustrarlo para sí mismo?” (JP II, 15dic83). Si bien no podemos frustrar el designio divino en Dios mismo, sí podemos malograrlo para nosotros mismos: en esta dimensión, sí podemos frustrarlo. Aquí tocamos la grandeza y el drama de la libertad humana (JP II, 15dic83). Evitar tal frustración significa para el hombre “resistir tanto a la tentación de la autodeificación como a la tentación del menosprecio” (JP II, 9jun87). El hombre es atacado por ambos flancos, bajo formas variadas: reduccionismo ideológico que empequeñece (JP II, 24feb79), secularismo inmanentista vital que lo pervade todo, adulteración y corrupción del don de la juventud (JP II, 7jun88), la jactancia y la vulgaridad (JP II, 8dic78), el pluralismo de convivencia (JP II, 21may85), el formalismo, la neutralidad, el sincretismo (JP II, 12abr87), el aislamiento egoísta (JP II, 12abr87), escepticismo, nihilismo, toda forma de cinismo y narcisismo (25sep87), el temporalismo como criterio reduccionista del mensaje cristiano (JP II, 15may88)... y así podríamos seguir enumerando. Todas estas tentaciones, cuando logran arraigarse en el hombre, crean en él la atomización sin sentido del universo (JP II, 28oct86), apoyada por ideologías que inducen a someter las verdades de la fe a las propias categorías intelectuales (JP II, 25sep87), ideologías ya sean de corte individualista como de inspiración colectivista (JP II, 15may88); ideologías creadoras de falsos humanismos (JP II, 15may88) y potenciadoras de subculturas (26oct86) que disminuyen al hombre, lo enanizan encuadrándolo en un cosmos caótico, atomizado y salvaje.

Los trascendentales.

*     8. Frente a toda esta gama de frustraciones que configuran la “gran cultura de la frustración” del hombre, el Papa nos advierte que toda cultura “gana calidad, en contenido humano, cuando se pone al servicio de la verdad, del bien, de la belleza, de la libertad, cuando contribuye a vivir armoniosamente, con sentido de orden y de unidad, toda la constelación de los valores humanos” (JP II, 12abr87). La ciencia no puede dar respuesta al problema del significado de las cosas (JP II, 15nov80), por ello el Papa señala hacia la pedagogía de los trascendentales: verdad, bien, belleza, unidad. Nuestra lucha contra el ateísmo afirmando la dignidad del hombre, su re-situación como centro del universo e imagen de Dios, pasa por esta pedagogía de los trascendentales. Sólo así podremos abordar los dos grandes desafíos que nos proponen las “Líneas para una nueva evangelización”: el desafío del secularismo y el de la justicia largamente esperada.

*     9. Hablo de pedagogía de los trascendentales. Y “pedagogía” me hace apuntar ahora a los responsables del trabajo pedagógico de la Universidad. El Profesor Universitario, el Directivo, el que realiza tareas de apoyo, el Administrativo Cen el ámbito de una Universidad CatólicaC en el mismo ejercicio de su función específica, debe ser un pedagogo, debe fundamentalmente, ser un formador: un formador en la verdad, el bien, la belleza, la unidad. ¿Qué sucedería si no se da esto? Muy sencillo: cuando un Profesor, Directivo, uno que realiza tareas de apoyo, un Administrativo no es un formador, poco a poco la Universidad va dejando de tener alumnos y comienza a tener “clientes”: reniega de su misión de formar hombres y mujeres y se desplaza hacia el campo de la oferta y de la demanda de “material humano” (perdónenme la expresión) en el mercado de la docencia. Y en Argentina ya estamos padeciendo este problema. Basta leer con inteligencia los diarios. Se ha ido pasando de “centros de formación” a “centros de instrucción”, de allí a “centros de ideologización” y, finalmente, al sistema de “mercado de la enseñanza”. Las instituciones y personas que no tienen chance para competir en este mercado van engrosando las ya abundantes filas de los marginados en el sistema de enseñanza, una suerte de analfabetismo de la dignidad personal en aras de una elite mercantil, que Cen vez de formarC ha optado por el simple funcionalismo que posibilita la adquisición de un título, con más o menos esfuerzo, con más o menos dinero, y con la estrecha mira de una proyección o rédito laboral futuro.

*     10. Esta situación, que estamos viviendo en nuestro país, manosea la dignidad del hombre, la dignidad de los chicos y chicas que nos piden Ccon sus vidasC los ayudemos  a ser más hombres y mujeres. Por ello, a 17 años de la Carta de Principios, teniendo en cuenta este panorama, quiero afirmar para nuestra Universidad que la lucha contra el ateísmo pasa por la lucha por el hombre, imagen de Dios, y por la formación de este hombre y esta mujer en los “trascendentales”: la verdad, la bondad, la belleza, la unidad.

*     11. Para ser un formador de hombres y mujeres y superar la tentación de convertirse en un “tratante” de material humano y de “clientes” estudiantiles, el Profesor, el Personal de apoyo y administrativo, el Directivo, debe asumir una postura de humildad como “actitud fundamental frente a Dios; es decir, la límpida y serena autoconciencia de la propia pequeñez, del propio límite, de la propia contingencia y condición de criatura con relación al Eterno, al Omnisciente” (JP II, 26oct86). Y, desde la base de esta humildad, animarse a despertar armónicamente (i.e., en unidad) en el alma de los jóvenes, el amor a la verdad, la belleza y el bien. Formar en los trascendentales es crear actitudes de certeza, valentía y gozo (JP II, 19dic80): la certeza que nace de la veracidad; valentía para asumir y difundir el bien; gozo en la contemplatividad de la belleza.

*     12. La verdad, la belleza y el bien son valores absolutos (12abr87) de la persona y crean verdadera cultura: la cultura de los trascendentales (JP II, 5jul86); cultura que posibilita una real pasión por la verdad (JP II, 7jun88) que es la clave de cualquier compromiso básico de la ciencia (JP II, 15nov80) y que pide de nosotros un contundente ascetismo de la inteligencia (JP II, 25sep87) para hacerla servidora de la verdad. El amor a la veracidad hace que el entendimiento humano alcance (en su doble aspecto de unificación y diversificación) aquel culmen con que lo define Santo Tomás: intellectus est quodammodo omnia (JP II, 9jun87) y esto porque “toda la realidad se entrega al hombre como tarea bajo el aspecto de la verdad” (JP II, 9jun87).

*     13. El bien que nos atrae para ser poseído y hacia el cual tendemos será la plenitud de nuestra capacidad de amar y de querer. Formar en el bien implica también una ascesis: la del corazón, que libere de todo egoísmo y cree en nuestros jóvenes una ámbito de comunicación, universalidad y sentido de humanidad (JP II, 12abr87). Bien nos lo recordaba el Dr. Moscati, Profesor Universitario, Director de Hospital e Investigador, hoy elevado a los altares: “No es la ciencia sino la caridad la que ha transformado el mundo” (JP II, 12nov87). Él “había experimentado directamente el primado del amor en el servicio a la vida. El mandamiento del amor tiene sus raíces en la ley natural de la solidaridad humana y recibe vitalidad del Amor mismo que es Dios” (JP II, 27dic87).

*     14. Finalmente, formar en la belleza en medio de una sociedad acostumbrada a cosmetizar la realidad, la fealdad y la desarmonía en un burdo intento por transformarla en pulcritud. Hacer que nuestros jóvenes se encuentren con la belleza, y suscitarles, en el estudio de la verdad, aquel “gradium veritatis” que sólo el Espíritu de Cristo es capaz de hacer crecer. La belleza, que en Dios es paz porque se identifica con el bien; la belleza, irradiación de lo trascendente y que, a través de la fruición del bien y el gozo de la verdad, nos eleva a la contemplatividad de la armonía del ser, en ese equilibrio dinámico de los opuestos.

Jesucristo.

*     15. “Si la verdad que `el hombre supera infinitamente al hombre´ como dijo Pascal (Pensées, num. 434), es necesario entonces decir que la persona humana no encuentra la plena realización de sí misma más que en referencia a Aquél que constituye la razón fundamental de todos nuestros juicios sobre el ser, el bien, la verdad y la belleza” (JP II, 8dic78). La infinita trascendencia de este Dios, a quien alguien a denominado como el “totalmente otro”, se acercó a nosotros en Cristo Jesús, se acercó a nosotros para ser totalmente partícipe de nuestra historia (JP II, 8dic78). Para luchar contra el ateísmo optando por el hombre “debemos remontarnos a Dios, pero no a un dios cualquiera que nos presente una religión natural, sino al Dios vivo, a Jesucristo, suprema razón para nuestro vivir, suprema belleza para contemplar, suprema bondad para imitar, supremo premio para conseguir” (JP II, 8dic78).

Conclusión.

*     16. Señoras y Señores Formadores, permítanme que los llame así a Ustedes: Administrativos, Miembros del Personal de Apoyo y Servicios, Directivos, Profesores... Formadores de jóvenes en esta casa donde se juega el futuro de hombres y mujeres en cuyo corazón “late la nostalgia por la verdad, el bien y la belleza” (JP II, 15dic83. Ustedes Cal formarlosC hacen cultura. No olviden que es propio del hombre de cultura crear unidad: el hombre de cultura une a través del laborioso trabajo de lograr la síntesis superadora, yendo incluso a las raíces de los conflictos (JP II, 12abr87). A Ustedes la Sociedad, la Iglesia, Dios mismo, les entrega corazones jóvenes para que los hagan crecer en la unidad de la belleza, el bien y la verdad. A Ustedes se les encomienda custodiar el don de la juventud: “Juventud quiere decir libertad frente a prejuicios y esclerotizaciones ideológicas que impiden abrirse a la totalidad de la verdad. Juventud quiere decir capacidad de esperanza y de tensión hacia metas no meramente utilitarias, quiere decir disponibilidad para pensar y actuar con grandeza, sin dejarse intimidar por las presuntas exigencias de leyes y mecanismos inadecuados con la dignidad de la persona; quiere decir saber acoger en toda situación y acontecimiento la posibilidad de proceder de otra manera, de seguir buscando y de actuar con mayor profundidad para permitir al hombre no encerrarse en prisiones que él mismo ha edificado. Juventud es, finalmente, inclinación a la solidaridad y al deseo de comunión, insertos en el alma humana, no sofocada aún por la desmedida búsqueda del interés individual” (JP II, 12abr87). Se les pide a Ustedes cuidar este maravilloso don de la juventud, hacerlo crecer en juventud, en la juventud eterna de Cristo Resucitado. Para saber acoger el don de la juventud Ustedes mismos deben permanecer jóvenes, porque “la juventud es un don que de por sí pasa, pero espiritualmente puede hacerse perenne” (JP II, 7jun88). Y es el Eterno Joven, Jesucristo, quien puede realizar esto en Ustedes. ¡Permitidle a Jesucristo que os encuentre! (JP II, 8jun79): Él tiene poder sobre el corazón humano como para hacerlos a Ustedes aptos para acoger a estos jóvenes, sin corromperlos frustrando las expectativas más hondas de su nostalgia.

*     17. Sí, esto es lo que les pido a Ustedes hoy, a 17 años de la Carta de Principios: ¡Permítanle a Jesucristo que los encuentre! Que sea Él quien les cambie la vida a Ustedes (porque todo encuentro con Jesucristo nos cambia la vida). Permítanle que los encuentre para que los haga más y más verdaderos formadores de estos jóvenes que se arriesgan a poner sus ilusiones en manos de Ustedes. Que ellos puedan recibir de Ustedes una verdadera cultura de los trascendentales: del bien, de la verdad, de la belleza, que los armonice en la unidad. Permítanle a Jesucristo que los encuentre a ustedes para que no caigan en la tentación de enanizar a estos jóvenes, nivelándolos hacia abajo, proponiéndoles como ideal una cultura de bailanta, propia del mercado, de la oferta y de la demanda de la carne y el espíritu humanos.

*     18. Fue ya hace muchos años, siglos, cuando un hombre, un ex universitario, un profesional, en la Indias Orientales había caído en la cuenta de todo esto; y entonces escribe una carta a su amigo, a su compañero de correrías apostólicas, y Centre otras cosasC le dice: “Muchas veces me mueven pensamientos de ir a (las casas de) estudios de esas partes (de Europa), como hombre que tiene perdido el juicio, y principalmente a la Universidad de París, diciendo en Sorbona a los que tienen más letras que voluntad para disponerse a fructificar con ellas: cuántas ánimas dejan de ir a la gloria y van al infierno por la negligencia de ellos. Y así como van estudiando en letras si estudiasen en la cuenta que Dios Nuestro Señor les demandará de ellas y del talento que les tiene dado, muchos se moverían, tomando medios y Ejercicios Espirituales para conocer y sentir dentro de sus ánimas la voluntad divina, conformándose más con ella que con sus propias afecciones, diciendo: “Domine, ecce adsum, quid me vis facere? mitte me quo vis; et si expedit, etiam ad indos? (San Francisco Javier, Carta a San Ignacio del 15 de enero de 1544). Se llamaba Francisco Javier. Hoy también, cuando se piensa en lo perentorio del anuncio de Jesucristo para un mundo ansioso de su Palabra... y que no le llega, dan ganas de ir por las Unidades suscitando la nostalgia en el corazón de los jóvenes, de los formadores, liberándolos a todos del imperio de “la pavada”, y ayudándolos a decir: “Señor, ¿qué quieres que haga de mi vida?”.

*     19. Esto es lo que quiero decirles. ¡Déjense encontrar por Jesucristo! Y que María, la Virgo audiens (JP II, 15dic87) les abra a Ustedes el oído del corazón para saber percibir cuándo el Señor viene, cuándo habla, y cuándo entrega en nuestras manos el precioso don de la juventud para ayudarlo a madurar haciéndolo más hombre y más mujer.C

ALOCUCIÓN PRONUNCIADA POR MONS. HÉCTOR AGUER.
9 DE JULIO DE 1996.

*     “Hace hoy 180 años, el 9 de julio de 1816, se produjo en Tucumán el hecho más sobresaliente de toda nuestra historia: `los representantes de las Provincias Unidas de Sur América, reunidos en Congreso General declararon la voluntad unánime de estos pueblos de investirse del alto carácter de nación libre e independiente. Así rezan las actas de aquella asamblea que inició sus deliberaciones el 24 de marzo y publicó solemnemente su instalación el 25, día `que consagra nuestra Madre la Iglesia a la memoria del adorable misterio de la Encarnación del Hijo de Dios´, cuando los diputados, vueltos de la Iglesia de San Francisco a la casa donde sesionaban, juraron `conservar y defender la Religión Católica y mantener íntegro el territorio de las Provincias Unidas contra toda invasión extranjera´.”

*     “El Congreso de Tucumán decidió asumir las actitudes más terminantes para continuar el proceso inaugurado en Buenos Aires en 1810. En un gesto de coraje y de esperanza proclamó la independencia cuando en toda la América española los movimientos de emancipación eran sofocados o se hallaban en penoso trance, en nuestro territorio sufrían suerte adversa los ejércitos patriotas y se temía la irrupción, por tierra y mar, de nuevas tropas realistas para reinstalar el antiguo régimen e impedir así su relevo por la nueva forma de soberanía que aquí entonces se esbozaba.”

*     “De este Congreso dijo Nicolás Avellaneda que `se halla definido por dos rasgos fundamentales: era patriota y era religioso; es decir católica como ninguna otra asamblea argentina´. Y señaló también aquel ilustre presidente que los representantes de nuestras Provincias `se emanciparon de su rey, tomando todas las precauciones para no emanciparse de su Dios y de su culto... Querían conciliar la vieja religión con la nueva patria´. Ambos valores, patriotismo y religiosidad, se encontraban entrañablemente ligados; de hecho, se debe afirmar que en la maduración de la idea de independencia se manifestó lo más representativo del espíritu cristiano.”

*     “Aquel 9 de julio no comenzaba todo, ya que no se improvisa una patria, ni una nación se configura por decreto. Ella es ante todo la tierra, el `desmedido territorio nuestro, violentísimo y párvulo, que una fina poetisa enumeró con inspirado afecto; es la religión, de la cual no quisieron emanciparse nuestros padres; la lengua española, pronunciada con acento joven y dulces tonadas; es la tradición de las costumbres, la herencia que brota del origen común y que se va plasmando en la continuidad solidaria de las generaciones, con nuevos aportes de esfuerzos y de sangre; es una idéntica concepción del hombre y del mundo, de raigambre bíblica, que como fundamento de una cultura compartida vincula, reúne, congrega.”

*     “Aquel 9 de julio no comenzaba todo; sin embargo, aquel día quedó para siempre iluminada la conciencia que la Patria tiene de sí misma, y comenzó simbólicamente su presencia, su camino y su tarea en el conjunto de las naciones. Como dijo don Vicente López y planes: `La independencia es el instrumento que Dios nos da para hacer nuestra tarea temporal en el mundo. La tarea espiritual se puede hacer en el desierto y no se necesita una nación; pero para cumplir nuestra tarea temporal necesitamos una nación independiente.”

*     “En realidad, la vida de una nación se recrea, afianza y renueva con el empeño cotidiano de toda la comunidad en el cumplimiento de su `tarea temporal´. Se requiere que todos sus miembros, vinculados por relaciones espontáneas y naturales, crezcan en la conciencia y el sentimiento de pertenecer a esa comunidad, de vivir de una misma atmósfera espiritual y de compartir un destino común.”

*     “Implica la voluntad de continuar siendo una nación, superando la tendencia a hacer prevalecer los intereses propios sobre el bien común, cultivando la aptitud franca y generosa para sanar las divisiones, vencer los resentimientos y restañar las heridas del pasado. Sin aquella conciencia, sin esta voluntad, la nación puede llegar a disolverse, a disgregarse en tribus ideológicas o grupos económicos que mantendrán eventualmente una precaria unidad de conveniencia, fundada en acuerdos pragmáticos o en el reparto de ocasionales botines.”

*     “Una comunidad nacional digna de ese nombre no puede decaer de modo tal que se reduzca a ser un mero conglomerado de intereses materiales; en esa condición merecería otro nombre: factoría. Podemos glosar a propósito un versículo del Evangelio: `¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?` ¿Qué beneficio podría reportarle a la Nación exhibir algunos altos coeficientes económicos si perdiera su alma, si fuera alienando su esencia, si renunciara a las grandes e imprescindibles decisiones soberanas? La `tarea temporal´ no conseguirá conservar la libertad, afianzar la independencia y hacernos crecer como nación, si no logramos vencer la tentación del eficientismo materialista que frecuentemente se propone como modelo en el mundo contemporáneo. Dicha tarea quedaría despojada del sentido de los valores trascendentes que han de expresarse en el respeto de la dignidad humana, en el ejercicio de las virtudes que pueden hacer de nuestra tierra un lugar más próspero, fraterno y acogedor para todos, en la consecución de `una justicia demasiado largamente esperada´.”

*     “Estamos llamados  a continuar la obra de los padres de la Patria; es ésta una obra eminentemente moral, que demanda de todos integrarse a una empresa de inteligencia y amor. Constituimos una nación joven, que se reconoce portadora de un rico patrimonio y de valores esenciales, pero que también vacila y duda del arraigo de esos valores en una época de cambios formidables. Estos cambios presentan signos claramente positivos, pero con una singular rapidez llegan a configurarse como modelos de vida sin que se discuta y discierna cuál es su fin, es decir, su meta y su sentido. Los modelos de organización y convivencia son realidades históricas que dependen de la lucidez y del esfuerzo de todos los responsables; deberían tener su fuente en la prudencia política, virtud eximia, que compete diversa y necesariamente a gobernantes y gobernados; debería fundarse en la ratificación y en la vivencia de aquellos valores esenciales. No hace mucho, Juan Pablo II, hablando a un grupo de obispos argentinos nos decía: `sólo una nueva propuesta de los valores morales fundamentales, como son la honestidad, la austeridad, la responsabilidad por el bien común, la solidaridad, el espíritu de sacrificio y la cultura del trabajo, en una tierra como la vuestra que la Providencia ha creado fértil y fecunda, puede asegurar un mejor desarrollo integral para todos los miembros de la comunidad nacional´.”

*     “Cada aniversario de julio nos recuerda que el amor a la Patria es un deber moral relacionado estrechamente con el amor a los padres y el amor a Dios. ¿Será fruto de una observación parcial, o una conclusión exagerada afirmar que `Patria´, `patriota´, `patriotismo´ son hoy día términos poco menos que caídos en desuso? ¿Hay acaso otras palabras más actuales, más expresivas quizá, que reemplazan y designan, en nuestro lenguaje corriente, aquellas mismas realidades entrañables? ¿No es verdad que las palabras que virilmente usaron nuestros próceres pueden ser pronunciadas con recato, sin afectación ni desubicado lirismo, cuando está viva en un pueblo la conciencia de ser hijos de una Patria, cuando todos, sin exclusiones, experimentan el sentimiento de pertenecer a ella, de poder esperar en ella; cuando aquello que integra el bien común de la Nación es, efectivamente, para todos suelo nutricio, punto de referencia, atmósfera, casa, amparo? Se ama a la Patria sin alardes patrioteros ni estrechez de espíritu, sin hostilidad xenófoba, pero también sin escatimar la honra, la piedad y el servicio, magnánimo y leal, que se le debe.”

*     “Sólo si en el sentido dicho amamos a la Patria podremos vivir la independencia y afrontar la tarea de incorporarnos sin complejos al ritmo de un mundo signado por el intercambio y la información globalizada, donde no caben autarquías ilusorias, pero en el cual los poderosos siguen abusando de los débiles y la interdependencia no suele ser armoniosa trabazón de identidades y plenitudes, sino dependencia más o menos embozada, una nueva versión de colonialismo.”

*     “El 9 de julio de 1816 aquellos insignes varones que representaban a nuestras provincias consumaron una obra por muchos conceptos temeraria e incomprensible, fruto más bien de su clarividencia y de su fe en Dios, que no la consecuencia de una situación reinante en el país y fuera de él. Al día siguiente hubo Misa de gracias en San Francisco, y ocupo la cátedra para la oración patriótica el representante riojano, presbítero Pedro Ignacio de Castro Barros, que se inspiró en los versículos finales del Salmo 123, así leídos: `Nuestro lazo ha sido roto y nos hemos liberado; nuestro auxilio está en el nombre del Señor´.”

*     “Hoy también damos gracias al Todopoderoso, al Dios `que no está lejos de ninguno de nosotros, porque en Él vivimos, nos movemos y existimos´. Le damos gracias por nuestra independencia, asumiendo en la plegaria, con humildad y contrición, la historia breve, azarosa y también por períodos, sangrienta, de la Nación Argentina; reconocemos sus hazañas pasadas y su logros presentes, y éste es otro motivo para la gratitud y la alabanza. Miramos con esperanza hacia el futuro; encomendamos confiados el futuro de la patria a la Providencia que gobierna el mundo y es tan pródiga siempre con nosotros. Invocamos a Dios con la voz del salmista, recogida en el Te Deum de la Iglesia: `Salva a tu pueblo y bendice a tu herencia; apaciéntalos y sé su guía para siempre´.”C

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