Movimiento Cívico-Militar CONDOR

Malvinas

Publicacion

Padre Julio Menvielle

Concepción Católica de la Economía - Parte IX

Edición de los Cursos de Cultura Católica
Impreso por Francisco A. Colombo,
19 de septiembre de 1936

A P E N D I C E IV
NOTA SOBRE LA CUESTION JUDIA

de Jaques Maritain, reproducida en Criterio, (9 de agosto de 1934),

La cuestión Judía ofrece dos aspectos: político-social y espiritual o teológico.

Iº - Del primer punto de vista, la dispersión de la nación judaica en medio los pueblos cristianos pesa un problema singularmente delicado. Muchos judíos por cierto (y lo probaron a precio de sangre en la Gran Guerra) se asimilan de veras a sus patrias de elección; la masa empero del pueblo israelita queda separada; reservada, en virtud misma del decreto providencial que hace de ella, a lo largo de la historia, el testigo del Gólgota.

En la medida en que es así, débese esperar de los judíos muy otra cosa que un apego real al bien común de la civilización occidental y cristiana. Hay que añadir que un pueblo por esencia mesiánico como el pueblo judío, desde el momento que rehusa el verdadero Mesías, jugará fatalmente en el mundo un rol de subversión, no digo en razón de algún plan preconcebido, mas en razón de una necesidad metafísica, que hace de la Esperanza mesiánica y de la pasión de la Justicia absoluta, traspuesta del plano sobrenatural al plano natural y aplicadas en falso, el fermento más activo de revolución. Por eso justamente, como Darmsteter y Bernard Lazare lo reconocían francamente, es dado hallar judíos, mangoneos judíos, espíritu judío, en el origen de casi todas las grandes revoluciones modernas. No insisto sobre el rol enorme jugado por los financistas judíos y los sionistas en la evolución política del mundo durante la guerra y en la elaboración de lo que se llamó la paz.

De ahí la necesidad evidente de una lucha de salud pública contra las sociedades secretas judeo-masónicas y contra la finanza cosmopolita; de ahí hasta la necesidad de cierto número de medidas generales de preservación, que eran por cierto más fáciles de excogitar en el tiempo en que la civilización fué oficialmente cristiana (véase este punto en el opúsculo de Mgr. Deploige sobre Saint Thomas et la question juive y un estudio de La Tour du Pin "La question juive et la revolution sociale") pero que no parecen imposibles de suplir, hoy sobre todo cuando el sionismo, creando un Estado Judío en Palestina, parece deber situar a los judíos en la obligación de optar, los unos por la nacionalidad francesa, inglesa, italiana, alemana, etc:... (y estos deberán rehusar todo ligamen con el cuerpo político judío); los otros por, la nacionalidad palestina, sea que vayan allá a residir, sea por que queden a título de extranjeros en los demás países.

Llamo sólo la atención sobre los dos puntos siguientes:

lº Las medidas de que hablo son, por natura, medidas de autoridad gubernamental, y si de hecho para obtenerlas fuere preciso recurrir a la opinión pública, es nuestro deber de escritores católicos el iluminarla y ayudarla a razonar estas cosas sin odio, guardando la disciplina intelectual que es debido. Las pasiones populares y los "progroms" no han resuelto jamás ninguna cuestión, muy al contrario.

2º. - No debe la cuestión judía servir de derivativo al descontento y decepciones de la hora presente, de suerte que "EL JUDIO" aparezca en una especie de mitología simplista como la única causa de los males que sufrimos. Trátase de ideas, de hombres, o de instituciones, hay otros culpables, y en especial nos sería realmente muy cómodo golpear nuestro "mea culpa" en el lomo de los judíos, cuando las faltas e infidelidades de los cristianos tienen el primer rango entre las causas del desorden universal.

IIº - El segundo aspecto de la cuestión judía espiritual o teológica, que concierne a la vocación del pueblo judío, lo voy a subrayar, ya que es muy descuidado. Por antisemita que pueda ser en el otro punto de vista, un escritor católico (me parece evidente) debe a su fe el guardarse de todo odio y todo desprecio para con la raza judía y la religión de Israel, en sí mismas consideradas. La Iglesia reza con los salmos de David; ella es la heredera directa del Antiguo Testamento y de sus Santos. Por degenerados que estén los judíos carnales, la raza de los Profetas, de la Virgen, de los Apóstoles, la raza de Cristo es el tronco en que fuimos injertados. Recordemos el capítulo 11 de la Epístola a los Romanos:

"Si el rechazo dellos fué reconciliar del mundo – ¿que será su reintegro, sino un resurgir de los muertos?... "Si algunas de las ramas fueron cortadas y tú, olivo amargo, en su lugar injerto – participando de la raíz y jugo del olivo, – no blasones mucho en contra de las ramas"... Pues si tú olivo amargo contra natura fuiste cortado e injertado – contra natura en el olivo franco – con más razón las ramas nativas algún día en el propio olivo"...

Cuanto más la cuestión judía se vuelve políticamente aguda, más necesario es que la manera cómo nosotros la tratamos se proporcione al drama divino que ella evoca. Es intolerable que escritores católicos hablen en el mismo tono que Voltaire de la raza judía, del Viejo Testamento, de Moisés y de Abraham. Por encima de lo dicho, dos hechos importantes, que quisiera señalar para concluir, se imponen aquí a nuestra atención.

1. - El primero es el número relativamente grande (y en todo caso en verdad impresionante) de Judíos que, de algún tiempo ha, se convierten a la fe (hablo de conversiones sinceras y no de ciertas conversiones colectivas en Polonia o Hungría). Jamás la conciencia religiosa de los Judíos ha parecido tan hondamente conmovida.

2. - El segundo hecho, es el extraordinario fervor de plegarias por Israel que hay hoy en la Iglesia y cuyo fruto son justamente esas conversiones. Es conocida la historia de los dos hermanos Ratisbonne, convertidos. Teodoro en 1827; Alfonso milagrosamente en 1842, por una aparición de la Virgen. Esta aparición y conversión están relatadas en la 2ª lección de Maitines de la fiesta de la Medalla Milagrosa (27 nov.). Teodoro Ratisbone fundó en 1847 la Congregación de N. S. de Sion, cuyo objeto propio es la conversión de los Judíos, que ha ganado acreces considerables. En 1905 se fundó en París una asociación de plegarias por la conversión de los judíos que Pío X erigió en archicofradía en 1909 y que contaba entonces 36.000 adherentes.

He aquí ahora un hecho menos conocido y muy significativo. Hacia fines de 1869, en el Concilio Vaticano, los dos convertidos israelitas presbíteros Lemann, hicieron, como escribía el Cardenal Coullé, "una tentativa audaz en apariencia, pero inmensamente conmovedora: provocar un testimonio de simpatía de la Santa Iglesia de Jesucristo en favor de los restos de Israel, y reclamar por todo plegarias por su reintegración".

Tiernamente animados por Pío IX, redactaron un Postulatum pro Hebracis que presentado a los Padres del Concilio, reunió 510 firmas episcopales. "Todos los Padres del Concilio, agrega Mons. Elie Blanc, hubiesen firmado sin excepción si los dos hermanos, por un sentimiento delicado de deferencia, no hubiesen querido ceder el honor de la mayoría de firmantes al Postulatum pro Infallibilitate que había recogido 533. Sólo la interrupción del Concilio por la guerra impidió la discusión de este "Postulatum". En fin, la idea lanzada en Londres en 1918 de novenas de Misas por la conversión de Israel ha prosperado singularmente. En Francia solamente 510 Misas se dijeron en 1920, más de 1000 en 1921.

El 27 de febrero de 1920 esta iniciativa recibió la aprobación de Su Santidad Benedicto XV, quien prometió ofrecer él mismo el santo sacrificio por la conversión de Israel en la novena preparatoria a la fiesta del S. Corazón. Así es como la Iglesia, a pesar de esa especie de horror sacro por la "perfidia" de la Sinagoga que le impide doblar las rodillas cuando reza por los Judíos el Viernes Santo, continúa en repetir entre nosotros el gran clamor "Padre, perdónalos" del Crucificado. Paréceme que hay allí una indicación que no pueden desechar los escritores católicos. Tanto como deben denunciar y combatir a los judíos depravados que llevan, de consuno con los cristianos apóstatas, la Revolución anticristiana, tanto deben guardarse de cerrar

la puerta del Reino ante la buena voluntad, ante los "veros Israelitas, de que habla N. Señor, en quienes fraude no hay". La caridad hacia los unos no debe entorpecer la justicia debida a los otros, y viceversa.

He ahí un caso eminente en que nos es fuerza unir en la integración de la vida cristiana, lo que no es fácil, dos virtudes opuestas en apariencia: la justa defensa de los intereses de la república y el amor sobrenatural por todo hombre, aún por los enemigos de la república, amor sin el cual no merecemos llamarnos cristianos y que es el dominio propio, no digo del "internacionalismo católico", sino de la "catolicidad supranacional".

Jacques MARITAIN... (De "La Vie Spirituelle, tom. 4, pág. 304)

N 0 T A S

(1) Aunque Lutero personalmente se opuso al espíritu de adquisición de la riqueza (ver Werner

Sombart, Le Bourgeois, cap. XX), con todo el Protestantismo, por el hecho de substraerse a la influencia sobrenatural de la Iglesia, llevaba en sus entrañas el espíritu de lucro, que es de la esencia del capitalismo. Por esto los discípulos de Lutero, en especial Calvino y los Puritanos actualizaron estos gérmenes depositados en la esencia de la Reforma. Max Weber y Troeltsch han estudiado históricamente la influencia de la Reforma Calvinista en la formación del capitalismo. Baste citar Henri Sée, Les Origines du Capitalisme moderne. Colin, 1930, pág. 46 y 47).

"Por otra parte, la Reforma religiosa, la calvinista sobre todo, va a contribuir singularmente al triunfo de la concepción moderna del capitalismo, lo cual ha sido puesto bien en evidencia por dos sabios alemanes, Max Weber y, luego Troeltsch. La doctrina de Calvino, en lo que concierne al préstamo con interés, se contrapone absolutamente a la doctrina de la Iglesia católica, desde que no establece jerarquía entre los "espiritual" y lo "temporal"; considera loables el trabajo, el ejercicio serio de la profesión, y por tanto como legítima la adquisición de las riquezas. Desde este punto de vista, su doctrina se asemeja a la concepción judía, de lo cual habremos de examinar más tarde las consecuencias. El individualismo, que caracteriza la Reforma calvinista, se compagina bien con el individualismo de los centros capitalistas en formación en el siglo XVI, y es un hecho muy notable que ciudades como Lyón, y sobre todo Amberes, hayan sido ganadas tan fuertemente para las nuevas ideas religiosas Se verá más adelante que son precisamente los puritanos, como los Judíos, los que se cuentan entre los agentes más activos del capitalismo moderno".

(2) Max Scheler, en su ensayo El Resentimiento en la Moral (Traducción del Alemán por José Gaos) (pág. 208-212) expone profundamente este carácter antieconómico de la civilización moderna que produce al infinito cosas agradables que no producen el goce de nadie. "El ascetismo moderno se revela en el hecho de que el goce de lo agradable, a que se refiere todo lo útil, experimenta un progresivo desplazamiento hasta que, finalmente, lo agradable subordina a lo útil. También aquí, el motivo que impulsa al hombre moderno, partidario del trabajo y de la utilidad, es el resentimiento contra la superior capacidad de goce, contra el arte superior para gozar; es el odio y la envidia contra la vida más rica, que engendra siempre una capacidad de goce más rica. Así invierte el valor de lo agradable y su goce con respecto a lo útil que no es sino la "relación" con algo agradable, convirtiendo lo agradable en un "mal". Establece un mecanismo complicadísimo para la producción de cosas agradables, poniendo a su servicio un trabajo incesante sin atender para nada al goce final de estas cosas agradables. Y como ese trabajo al servicio de lo útil, en forma de impulso ilimitado, ha nacido psicológicamente de una escasa capacidad de goce, y como, además, la capacidad de goce existente es consumida cada vez más, resulta que aquellos que más trabajo útil hacen y más se apoderan de los medios externos necesarios para el goce, son los que menos pueden gozar; y en cambio, los grupos más ricos de la vida aquellos a quienes precisamente la voluntad de goce no les permite concurrir con el trabajo de los demás, carecen cada vez más de los medios que han de agregarse a su capacidad de goce para engendrar un goce real. Con esto, la civilización moderna recibe la tendencia a no dejar que aproveche nadie el infinito cúmulo de cosas agradables que produce. Y preguntamos: ¿A qué viene esa infinita producción de cosas agradables, si el tipo que se agota en producir y las posee es el que, por naturaleza no puede gozarlas mientras que el que podría gozarlas no las posee?

Con la misma vehemencia con que se producen sin cesar cosas agradables gastando cada vez más intensidad y energía en esta actividad y hasta sacrificios de fuerza vital, con la misma vehemencia se rechazan el goce de estas cosas tan penosamente producidas, considerándolo como "malo". Esto da a la civilización moderna un aspecto específicamente "cómico" y "grotesco". El antiguo ascetismo se forjó el ideal de conseguir el máximo goce de lo agradable con el menor número posible de cosas agradables y, sobre todo, de cosas útiles. Quería elevar la capacidad extraer goces supremos, aun de las cosas más sencillas y accesibles, en todas partes, de la Naturaleza, etcétera y los mandamientos de la pobreza voluntaria, la obediencia, la castidad, la contemplación del mundo y de las cosas divinas tenían por consecuencia esta elevación; de manera que, con pocas cosas agradables y en particular útiles "mecanismos de agrado" se alcanzaban los mismos grados de goce que una vida más débil sólo puede alcanzar merced a útil solamente un medio de procurarse el goce, es una mayor cantidad de dichas cosas. Siendo la cosa útil solamente un medio de procurarse el goce es claro que quien con una cantidad mínima de cosas agradables puede gozar tanto como otro con una cantidad mayor, es el que posee la máxima capacidad de goce. Queriéndolo o no, el antiguo ascetismo elevaba la capacidad de goce, y, por consiguiente, la vida.

El ascetismo moderno ha desarrollado un ideal que es, en su sentido ético, la exacta antítesis del antiguo: el ideal del mínimum de goce con un máximum de cosas agradables y útiles. Por eso vemos que allí donde el trabajo ha adquirido las mayores proporciones (como por ejemplo, en Berlín, y, en general, en las metrópolis alemanas del norte), la capacidad y el arte de gozar ha descendido al grado más bajo imaginable. La muchedumbre de los estímulos agradables mata justamente la función y el cultivo del goce, y cuanto más abigarrado, alegre, ruidoso y atractivo se hace el contorno, tanto más triste es por lo común el interior del hombre. Cosas muy alegres contempladas por hombres muy tristes, que no saben qué hacer con ellas; tal es el "sentido" de nuestra cultura, de esta cultura del placer y de las grandes ciudades.

(3) La Sagrada Escritura en innumerables pasajes condena la usura. El salmista pregunta: ¿Ah Señor quién morará en tu celestial tabernáculo, o quién descansará en tu santo monte?. El que no da su dinero a usura (Ps. XIV, 5). Ezequiel (XXII, 12) reprocha a Israel de practicar la usura y en otro pasaje (XVIII, 8) dice: El hombre que no prestare a usura ni recibiere más de lo prestado, ni recibiere usura ni interés... este tal vivirá felizmente. Éxodo (XXII, 25) Si prestares dinero al necesitado de mi pueblo que mora contigo no le has de premiar como un exactor, ni oprimirle con usuras. Levítico (XXV, 35-37) Si tu hermano empobreciese, y no pudiendo valerse, le recibieres como forastero y peregrino y viviere contigo, no cobres usura de él ni más de lo que prestaste. No le darás tu dinero a logro, y de los comestibles no le exigirás aumento sobre aquello que le has dado. Deuteronomio (XXIII, 19) No prestarás a usura a tu hermano ni dinero ni granos ni otra cualquier cosa; sino solamente a los extranjeros. Mas a tu hermano le has de prestar sin usura. Con respecto a cobrar un interés por el lucrum cessans o privación de realizar una ganancia contesta Santo Tomás (II-II, q. 78, a. 2, ad 1) que no es lícito estipular una indemnización para recompensar la pérdida que se considera en no lucrar con el dinero prestado puesto que no puede vender lo que aún no tiene y cuya posesión puede ser impedida por una multitud de causas.

Santo Tomás no admite otro título legítimo que el damnum emergens o sea cuando por el hecho de préstamo uno sufre pérdida en sus bienes como aquel que por prestar su dinero no puede refaccionar a tiempo la casa y luego sufre el perjuicio de su desmoronamiento. En este caso puede justamente exigir una indemnización. Pero no admite el título que se llama del lucrum cessans.

(4) "En una obra reciente, titulada "Les Miraceles du Crédit”, M. E. Mireaux, director del "Temps” ha formulado la ley siguiente, aplicable a todo nuestro sistema bancario moderno:

"El volumen de los depósitos bancarios depende, respecto a una emisión dada de moneda, de la proporción entre los pagos con cheques y los pagos con especies”.

Cuanto más se extiende el uso del cheque, más abundantes son también por consiguiente los créditos puestos a disposición de los banqueros. Después de haber explicado las razones teóricas de esta ley, M. E. Mireaux da su demostración extraída de los hechos observados. De 1924 a 1929, la circulación fiduciaria americana ha quedado casi invariable; sin embargo, por causa del desarrollo del empleo del cheque, y únicamente por ello, la masa de los medios de pago, puesta a disposición de la economía americana, bajo la forma de créditos, ha aumentado en 13 millones de dólares, o sea, en un 29 por ciento.

Aumento de los créditos bancarios en los Estados Unidos, por causa de la generalización del empleo del cheque

Junio de 1924, 45.300 millones de dólares.
Junio de 1929, 58.500 millones de dólares.
Diferencia en más: 13.200 millones de dólares.

Así, en cinco años, la potencia de crédito de los bancos norteamericanos se ha acrecentado en trece mil millones de dólares. Los técnicos han intentado calcular la realidad sustancial que representaba esta enorme acumulación de créditos. Los cálculos se refieren al segundo semestre del año 1928:

En los Estados Unidos, las disponibilidades monetarias totales (moneda o créditos bancarios) se elevaban a más de 57 mil millones de dólares. Con el encaje en oro de los Bancos de emisión era sólo de un poco más de tres mil quinientos millones de dólares, la cobertura en oro de los dólares papel y crédito resultaba ser solamente de un 6.5 por 100. Seis dólares y medio de oro sirven pues de garantía a 100 dólares moneda o de créditos bancarios. El sistema monetario americano puede ser representado como una pirámide que descansa sobre su cúspide.

En Inglaterra, la cobertura de la circulación moneda papel y moneda crédito era un poco mayor: 7,53 por 100. En Francia, donde el cheque es relativamente poco empleado, la cobertura en oro era del 24 por 100.

Aun cuando el empleo del cheque haya aumentado en las proporciones que hemos mencionado precedentemente las posibilidades de expansión de los créditos, los banqueros no se han declarado satisfechos con eso.

La City de Londres ha logrado que se admita que los créditos o divisas de los países con patrón oro, los cuales en realidad, como acabamos de verlo, no representan a menudo más que un 6 ó 7 por 100 de metal precioso, podían servir de garantía, con igual título que el oro, a la circulación monetaria emitida por los Institutos de emisión del continente.

Así, un título que representa un crédito por más del 80 por 100 de su valor debía servir de garantía a una emisión de moneda, que es por sí misma una fuente de nuevos créditos. Esta doctrina, conocida con el nombre de Gold Exchange standard, y puesta en vigor sobre la economía del mundo". Pierre Lucius. Faillite du Capitalisme?-Payot, París, 1932, pp. 69-72.

(5) Lo curioso es que la contradicción del régimen monetario áureo siembra una inestabilidad tan espantosa que tiende a excederse a sí misma hasta acabar en el suicidio. Se quiere exterminar el oro como signo monetario. Así parecen pretenderlo al menos las teorías monetarias de Irving Fisher (L’Ilusion de la monnaie), Keynes J. M. (Monetary Reform), Cassel Gustav (Das Stabilizierug un Problem oder der Weg zu einer festen Geldwesen), y en forma más explícita Sylvain Asch (Monnaie et Finance). El oro exterminado se substituiría por una moneda papel, que sería la expresión puramente monetaria, valor-signo de la cantidad de riquezas naturales. Es difícil prever si es este camino un camino para reconquistar el sentido del dinero, puro instrumento, como querían Aristóteles y Santo Tomás, o es en cambio, la suprema tentativa del mundo moderno, mundo que en definitiva no descansa sino sobre un pedazo de papel, para desvincularse del oro por el cual actualmente se siente todavía unido a la realidad sensible. De todos modos es interesante destacar que esta solución vendría prácticamente a coincidir con lo que enseñan “Los Protocolos de los sabios de Sión”, Acta nº 20, cuando relatan la política monetaria que seguirían los judíos, una vez dueños del mundo.

(6) Sobre la identificación del PRESTAMO A INTERES Y LOS JUDIOS es muy interesante la documentación que aporta Werner Sombart:

“Pero hay, por otro lado, una circunstancia relativa también a la riqueza de los Judíos que requiere alguna aclaraciones. Es el vasto empleo que hacían los Judíos de su dinero con vistas al préstamo. Este particular empleo, muy frecuente y muy extendido (las pruebas que poseemos de ello nos permiten afirmarlo con certeza), constituye evidentemente uno de los factores que más ha contribuido a preparar el advenimiento del capitalismo. Sí los Judíos se revelan en todo sentido aptos para favorecer la evolución capitalista de la economía, ello se debe por cierto, y hasta puede decirse ante todo a la función de prestamistas de dinero (en grande y en pequeño) que habían asumido; pues del préstamo de dinero ha nacido el capitalismo.

Es que el préstamo de dinero contiene ya en germen la idea fundamental del capitalismo, el cual debe al préstamo de dinero sus caracteres más importantes. En el préstamo de dinero, el haz contractual del. comercio se ha convertido en elemento esencial: la negociación que tiene por objeto el servicio y la reciprocidad, la promesa que compromete el futuro, y - la idea de la prestación constituyen su contenido. Toda idea de subsistencia queda eliminada del alto del préstamo.

El acto del préstamo queda despojado de todo carácter concreto ("técnico"), es un acto económico de naturaleza puramente espiritual. En el préstamo de dinero, la actividad económica propiamente dicha deja de tener sentido alguno: el que se limita a prestar dinero renuncia a toda actividad racional del cuerpo y el espíritu. De modo que el valor de esta ocupación se ve desplazado: ella está enteramente, no en la ocupación misma, sino en su resultado. Sólo el resultado sigue teniendo un sentido. En el préstamo de dinero aparece por vez primera la posibilidad de ganar dinero de otro modo que no sea con el sudor de la frente, de hacer trabajar a los otros, sin recurrir a la coacción o a la violencia.

Es visible que todos estos caracteres particulares del préstamo de dinero no son, propiamente hablando, sino los caracteres particulares de la organización económica tal como existe en el sistema capitalista”. (WERNER SOMBART. Les Juifs et la Vie Economique. Payot, 1923. Ps. 247-48).

Es también interesante destacar la influencia judía a través de la Reforma protestante, su vínculo inmediato. Así dice el mismo Werner Sombart:

"Varias veces he dicho ya que son los estudios de Max Weber sobre el papel del puritanismo en el desenvolvimiento del capitalismo los que me han animado especialmente a emprender mis investigaciones sobro el Judaísmo, tanto más cuanto que leyendo sus estudios había adquirido la convicción de que las ideas fundamentales del puritanismo, aquellas que han tenido una importancia esencial para el desenvolvimiento del capitalismo, se hallan ya expresadas con mucho más fuerza y relieve en la religión judía, a la cual, por supuesto, le corresponde la prioridad de ellas. Me es imposible demostrar aquí, con todas las pruebas del caso, la exactitud de mi modo de ver: necesitaría para ello confrontar los resultados a que he llegado en todo este largo capítulo con las ideas fundamentales del puritanismo, tales como han sido expuestas por Weber. Me parece, empero, que una confrontación semejante haría traslucir un completo acuerdo entre las concepciones judías y las puritanas, al menos en lo que concierne a los principales puntos examinados en este capítulo: la preponderancia de los intereses religiosos, la idea de la recompensa, la racionalización de la vida, la ascesis "intra-mundana”, la mezcla íntima de representaciones religiosas e intereses materiales, la concepción calculadora del problema del pecado y muchos otros rasgos se encuentran igualmente en ambos casos".

"El puritanismo no es más que el judaísmo. Creo que, después de las investigaciones de Weber y las mías, la afinidad, y aún más: la identidad espiritual que existe entre una y otra no será difícil de establecer. Sería un poco difícil responder a la cuestión de saber si el puritanismo ha sufrido la influencia exterior de la religión judía y, en caso afirmativo, cuál ha podido ser esta influencia. Son conocidos los estrechos vínculos que, en la época de la Reforma, se habían establecido entre el Judaísmo y algunas sectas cristianas, y la fiebre que se había declarado entonces por la lengua hebrea y los estudios judaicos; más particularmente se sabe que, en la Inglaterra del siglo XVII, los Puritanos rodeaban a los Judíos de un culto casi fanático. No solamente las concepciones religiosas de personajes tan influyentes como Oliverio Cronwell estaban inspiradas de una punta a la otra en el Antiguo Testamento, sin que el mismo Cronwell soñaba con una reconciliación entre el Antiguo Testamento y el Nuevo y con una unión íntima entre los Judíos, pueblo elegido de Dios, y la comunidad religiosa anglo-puritana"....

"Está igualmente establecido que el clero y los laicos cristianos de la época leían asiduamente no sólo el Antiguo Testamento sino también la literatura rabínica. Es, pues, de todo punto natural admitir que las doctrinas puritanas provienen directamente de las doctrinas judías. Dejamos a los historiadores de la Iglesia la tarea de establecer este hecho con toda la claridad deseable". (Idem, Idem, Ps. 320-22)

El préstamo a interés y la conducta de la Iglesia

Vamos a puntualizar en esta nota lo que, salvo mejor criterio, haya que pensar con respecto a la conducta de la Iglesia en lo que se refiere al Préstamo a interés.

1º - Hasta comienzo del siglo XIX la Iglesia condenó siempre toda percepción de interés por el dinero prestado, a no ser que títulos extrínsecos al mismo préstamo, tales como un daño consiguiente autorizase el reclamo de una recompensa. El último documento cumbre en la materia es la célebre bula Vix pervenit de Benedicto XIV, que se reproduce aquí en apéndice, y en la cual el Santo Padre condena la percepción de cualquier interés, por exiguo que sea, y aun cuando el dinero prestado haya de emplearse en obras productivas.

2º - Por las influencias calvinistas y puritanas como lo han demostrado Max Weber y Werner Sombart (Les Juifs et la vie économique) el préstamo a interés se introdujo y generalizó en las relaciones económicas de Europa hasta que fue promulgado en la Asamblea Constituyente de la Revolución Francesa, después de un largo debate.

Con esto la vida económica alcanzó un ritmo muy diferente del alcanzado en épocas anteriores, de tal suerte que autores como Werner Sombart (obra citada) y Henry Sée (Les origines du Capitalisme) no dudan y, con razón a mi entender, de atribuir al préstamo a interés, como a causa primera, el desarrollo maravilloso de la economía moderna.

3º - Al variar el ritmo de la vida económica, se multiplicaron las ocasiones de hacer productivo el dinero de suerte que prácticamente el dinero pudo considerarse como productivo. Luego parecía lógico que todo aquel que prestara dinero, exigiese también aquel beneficio que era como connatural al dinero mismo y que estaba representado por la tasa legal. Existía entonces un título suficiente, es, a saber, la privación de ese beneficio como connatural al dinero, para que todo prestamista exigiese un interés.

Por esto la Iglesia con gran sabiduría permite en esta hipótesis de la Economía moderna, que los cristianos perciban el interés corriente del dinero prestado y así ordena que no sean inquietados los que perciban interés (Pío VIII, 18 agosto 1830) y el Código de Derecho Canónico, Canon, 1543, prescribe:

“Si una cosa fungible se da a otro para que sea de él y después se restituye en la misma calidad, ninguna ganancia se puede percibir en razón del mismo contrato; pero en la prestación de una cosa fungible no es de suyo ilícito, percibir el lucro autorizado por la ley, a no ser que conste que es inmoderado, y aún de un lucro mayor, si existe un justo y proporcionado título”.

4º - La conducta de la Iglesia es completamente uniforme y concorde en la legislación sobre el

préstamo a interés. Si aparentemente parece que haya cambiado es porque han cambiado las condiciones económicas y entonces una misma doctrina recibe aplicación diversa.

5º - Como el libro presente no es un código de moral en el que se indica cómo han de comportarse, los cristianos en la vida económica actual para ni pecar, sino que es un análisis filosófico-teológico de la misma vida económica actual, de la hipótesis económica presente, trato de estudiar en sí mismo el préstamo a interés que forma el corazón del Capitalismo, para llegar a la conclusión de que el mundo moderno al introducir la teoría puritano-calvinista del Préstamo a interés en la economía ha cometido un enorme error porque ha sancionado una injusticia que a larga debía ser nefasta.

En efecto el préstamo a interés, o sea la percepción de un interés en virtud del préstamo, es en sí mismo injusto como lo ha demostrado Santo Tomás y como aun ahora lo mantiene la Iglesia (Ver Genicot, Institutiones Theologiæ Moralis, edit. undecima, tomo I, pág. 530) y debe ser nefasto, porque aunque desarrolle enormemente la vida económica, este desarrollo lo efectúa en beneficio de una minoría privilegiada y a expensas del cuerpo social; de donde ha de terminar en una economía convulsionada por una terrible y universal lucha social.

6º - De donde creo que la hipótesis económica moderna, en que está en vigor el préstamo a interés, debe desaparecer, si se quiere una economía sana. Hay que volver simplemente a la Economía no capitalista. (Ver en apéndice los párrafos del Abate Jules Morel).

La Iglesia se abstiene hoy de formular juicio sobre esta hipótesis de un régimen económico, con el préstamo a interés por esencia o motor. Supuesta la existencia de la hipótesis, autoriza la percepción de interés porque existen títulos extrínsecos al mismo préstamo, que lo justifican. A mi entender la hipótesis de la economía moderna, con el préstamo a interés por esencia o motor, es evidentemente contraria a la doctrina de la Iglesia expuesta por Santo Tomás en sus artículos sobre la usura. Mi tesis no es una novedad porque ha sido defendida por la escuela sociológica de Viena, con Vogelsan, y por La Tour du Pin.

7º - Supuestas estas observaciones, no se deben desglosar del libro ciertas frases que en la hipótesis de la Economía moderna pueden parecer falsas o exageradas. Las frases hay que leerlas en el contexto dentro de la lógica con que se desenvuelve el pensamiento. Así p. ej. cuando digo (pág. 139) “si el dinero es prestado, el interés que el capital reclama como debido es un robo", no debe entenderse en las condiciones económicas actuales, en que el dinero ha llegado a ser productivo y en que, por tanto, existe un título extrínseco al mismo préstamo para reclamar interés; sino que ha de entenderse examinando el concepto interno del préstamo y teniendo en vista una organización económica en que la moneda no tuviese otro destino que ser un puro instrumento de cambio.

Cuando en la página 138 se lee: "El capital no tiene derecho a ningún interés" ha de entenderse la palabra interés, no como beneficio o utilidad, sino como un rendimiento fijo a plazo fijo que fuese debido al capital, en virtud de una cría infalible de toda moneda. Se descarta por tanto la hipótesis de que exista un título extrínseco al préstamo para reclamarlo.

8º - En resumen que todo el capítulo de las Finanzas debe ser leído teniendo en cuenta que el libro presente busca indicar los lineamientos a que debiera ajustarse un régimen económico social basado en los principios sociales cristianos y no pretende en ninguna forma, ser una directiva para los casos de conciencia que se pueden ofrecer a los que actúan en la vida económica moderna.

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